El fiscal, acusado de integrar una red de espionaje y extorsión, finalmente se dignó a presentarse ante el juez Alejo Ramos Padilla.
Luego de estar nueve meses sin declarar en la Justicia y pasar ocho en rebeldía, el fiscal macrifascista Carlos Stornelli se presentó ayer a la indagatoria ante el juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla, en la causa donde se investigan maniobras de espionaje ilegal con participación de integrantes del sistema político, judicial y de inteligencia (estatal y para estatal).
El acusado llegó a los tribunales cerca de las 11 de la mañana. Se esperaba que presentara un escrito con sus explicaciones de los hechos que se investigan aunque al llegar al juzgado dijo que responderá las preguntas del magistrado.
El 28 de febrero de este año el juez de Dolores llamó a indagatoria por primera vez a Stornelli. En aquella ocasión, al igual que en las seis siguientes, el fiscal eligió no declarar. Finalmente decidió presentarse cuando se enteró de que el Consejo evaluador de cinco fiscales que llevaba adelante los expedientes disciplinarios en su contra acababa de firmar un dictamen. Allí le proponía por mayoría al procurador interino, Eduardo Casal, iniciar un proceso ante el tribunal de enjuiciamiento del Ministerio Público Fiscal, debido a que Stornelli permanecía “rebelde”. Si bien el consejo no está facultado para tomar decisiones y la última palabra la tiene el procurador, la opinión que emite tiene fuerte peso. Esta semana se conoció el texto del dictamen, que fue firmado los primeros días de noviembre.
Sin margen para seguir eludiendo a la Justicia, Stornelli se presentó a la hora prevista. “Voy a responder preguntas, vamos a aclarar todo lo que sea necesario. Estoy a completa disposición del juez”, aseguró a los medios presentes en Dolores y nada dijo de sus meses de rebelde.
Además, el fiscal tuvo en cuenta que si se presenta a la indagatoria, el sumario por la rebeldía quedaría abstracto y seguirá su curso normalmente la causa penal. Si fuera procesado con prisión preventiva, la detención no se haría efectiva hasta tanto le saquen los fueros que le dan inmunidad como fiscal.
El caso comenzó en enero de este año cuando se conoció que el falso abogado Marcelo D’Alessio extorsionaba a los empresarios que figuraban en la causa de las fotocopias de los supuestos cuadernos del chofer literato Oscar Centeno. A cambio de no figurar en la causa penal que tanta atención tenía de los medios, D’Alessio pedía dinero y según, contó el empresario Pedro Etchebest, "arreglaba con Stornelli", que era el fiscal que investigaba la polémica causa de corrupción.
Esta fue la punta del iceberg que siguió con la denuncia del empresario Gonzalo Brusa Dovat, llevado por D’Alessio ante Stornelli a declarar para abrir una causa contra la petrolera Pdvsa mientras era presionado con una supuesta causa. También surgieron otros casos de aprietes con alguna conexión con el caso cuadernos, como el denunciado por el ex secretario de Cristina Fernández de Kirchner, Pablo Barreiro, y el armado de cámaras ocultas contra abogados.
A esto se suma que fueron detectadas presuntas operaciones ligadas a la vida personal del fiscal, como el espionaje al ex marido de su actual esposa, Jorge Castañón, un piloto de aviación con quien el propio Stornelli había tenido una amistad y a quien habría monitoreado D’Alessio, quien incluso le ofrecía al fiscal plantarle algo ilegal en su equipaje, posiblemente droga.
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