Con la crisis económica generada por las nefastas políticas macrifascistas, el mercado acelera su retroceso. Ni las fuertes bonificaciones logran atraer compradores.
Todo juega en contra. Al derrumbe del mercado automotor, por la devaluación acelerada del peso, se le suma la incertidumbre política por unas elecciones presidenciales que parecen marcar un antes y un después en el país.
Desde la semana pasada las concesionarias de autos no logran atraer a los clientes ni siquiera con fuertes bonificaciones que llegan al 30% del precio de lista de algunos modelos. “Son días muy difíciles. La gente ya ni entra en los locales”, reconocieron en una concesionaria de marca líder.
Los patentamientos están cayendo en el mes en alrededor del 43%, con el agravante de que la comparación se realiza ya con un mes malo del año pasado. Con este escenario, en el sector estiman que el mercado mensual cerrará en aproximadamente 28.000 unidades, un volumen muy bajo.
Para tener un punto de referencia del difícil momento hay que remontarse a octubre de 2004 para encontrar un nivel de patentamientos tan bajo. En el décimo mes de aquel año, se registraron apenas 24.617 unidades y se saltó a 30.395 12 meses después. En aquella época se estaba saliendo recién del estallido social que produjo la salida de la convertibilidad a fines de 2001.
Pero no hace falta viajar a un pasado tan lejano para medir la actual crisis. Hace dos años, en octubre de 2017, el volumen de registros había llegado a 78.571 vehículos, más del doble que el actual. El récord para el mes lo mantiene 2013 con 88.774 unidades.
Aquel año fue también el mejor de la historia automotriz, hito conseguido por la distorsión cambiaria que produjo el cepo al dólar que generó una brecha entre el oficial y el “blue” del 70%. Con 0 km con precios fijados al valor legal, quienes vendían sus billetes en el mercado paralelo obtenían una ganancia inimaginable en un país normal.
Pero la Argentina no lo era y, en plena crisis de escasez de divisas se “subsidiaba” la compra de 0 km. Nunca en la historia se habían vendido tantos autos de lujo, no solo en cantidad sino también en participación de mercado.
La realidad hoy es otra. Con la actual demanda, se estima que el año terminará con un volumen de ventas de 430.000 unidades como máximo. Esta semana se quebrará la barrera de las 400.000 y para diciembre se espera que sólo se registren 15.000 unidades. Si se tiene en cuenta que hay 12 terminales radicadas y cerca de unas 30 marcas de vehículos importados, el promedio daría menos de 400 unidades cada una. Obviamente, el mercado no se reparte de manera proporcional, pero está claro que algunas marcas tendrán que hacer malabares para poder afrontar los costos fijos.
El horizonte no es más favorable. Para 2020 prevén -más allá del resultado de las elecciones- un mercado igual o peor que el actual. Ninguna proyección estima una mejora, debido a que un primer semestre muy malo condicionará el resto del año. Tampoco el resto está en mejor situación ya que, debido a un stock de 150.000 unidades, los autos se están vendiendo sin rentabilidad. Sólo las terminales que tienen una posición exportadora logran equilibrar los números compensando las pérdidas locales con la ganancia que obtienen en el exterior.
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