Por Marta Dillon, desde Santiago de Chile, para Página/12
Una multitudinaria marcha fue la respuesta organizada de los gremios a las medidas anunciadas por el presidente Sebastián Piñera. Los carabineros arrojaron los gases contra los manifestantes.

La ciudad de Santiago de Chile estba militarizada, había muchos más efectivos de los que se veían el martes y su misión evidente era que la manifestación no llegue a la Casa de la Moneda de paso hasta la estación Los Héroes del metro, tal como estaba pautada. A la una del mediodía miles y miles de manifestantes desafiaron a los efectivos con las manos en alto para mostrarse sin armas, sin ánimos de violencia porque, como dicen los carteles “No estamos en guerra, estamos de pie por nuestra dignidad”. Sin embargo ese gesto es repelido una y otra vez con chorros de agua tóxica que obligan al vómito y que irritan violentamente las mucosas. El alivio llegó de la mano de más manifestantes que ofrecían limones y agua con bicarbonato.
Antes de las diez de la mañana, las calles se vaciaron por completo y comenzaron a formarse las columnas. Al mismo tiempo manifestantes autoconvocades empezaron a llenar las inmediaciones de Plaza Italia. El recorrido de la manifestación de estaba marcado desde Plaza Italia hasta la parada Los héroes del Metro.

En la misma línea, ese gremio “llama a la población a quedarse tranquila”, particularmente a los vecinos que con chalecos amarillos salen a defender los puestos de abastecimiento pertrechados con bates de béisbol. “No lo hagan, están defendiendo multinacionales que tienen seguro, un saqueo ni siquiera les hace daño pero los vecinos ponen el cuerpo alentados por el relato de los edios que quiere generar divisiones”, pedían.
La respuesta a los anuncios de Piñera

En ese mismo sentido, Vilma álvarez, dirigente del Sindicato de Jumbo, subrayó que la coordinadora definió a las medidas de Piñera “como otra forma de seguir traspasando dinero hacia los sectores financieros y no dar ningun alivio a la población”. y resaltó que “la demanda es que Piñera denuncie y que se haga una Asamblea Constituyente”.
El reclamo de bajar las armas es tan fuerte que mientras la ciudad este militarizada no parece que vaya a haber cambios o que las medidas generen algún tipo de alivio para quienes están reclamando en las calles. “Milicos culiados, cafishos del Estado”, se escuchaba ayer mientras en el cielo completamente limpio de nubes pero sucio de gases los helicópteros del ejército sobrevolaban la Alameda.

Integrantes de ese partido recorrieron las calles con barbijos y escobas de plástico mostrando que quieren ayudar a limpiar la ciudad.
Pero antes de ayer no hubo destrozos porque las paradas de micros están rotas desde el viernes y en algunos locales que fueron incendiados no volvieron a producirse disturbios.
Las manifestaciones son completamente pacíficas y entonces lo que levantaban estos chicos y chicas eran más bien papeles, restos de los gases lacrimógenos que se tiraron el martes y bolsas de basura que se quemaron para contrarrestar los efectos de los gases, que realmente son muchos.
Estas palabras se escriben con el sonido de los silbatos de fondo, los gritos desesperados de los que piden a los uniformados que los dejen pasar y las columnas que se evaden por las laterales arriesgándose a encerronas para cumplir con el recorrido pautado. En Santiago nadie quiere volver a la normalidad, ni aceptar parches a sus demandas; por lo que este relato sin duda continuará.
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