El poder adquisitivo se contrajo 26 por ciento en cuatro años, según un informe privado. Esta pérdida en la capacidad de compra de los ingresos explica el aumento de hogares pobres e indigentes. Los trabajadores gastan la mayor parte de sus ingresos en alimentos que aumentaron por sobre la inflación general.
El poder adquisitivo de los salarios se contrajo en los cuatro años de macrismo un 26 por ciento, mientras que la pérdida real para los jubilados fue de 17 por ciento, según los cálculos de la Fundación Atenea. Esta pérdida en la capacidad de compra de los ingresos explica el aumento de hogares pobres e indigentes.
“A este efecto, hay que sumarle que los trabajadores y trabajadoras que cobran el salario mínimo vital y móvil la mayoría por debajo de la línea de la pobreza, gastan la mayor parte de sus ingresos en alimentos que aumentaron por sobre la inflación general. Este rubro alcanzó un 40,9 por ciento de suba en lo que va del año”, señala la entidad de consulta del Consejo Económico y Social de Naciones Unidas. En el caso de jubilados y pensionados es necesario también tomar en cuenta la disparada en el costo de la salud, principalmente por el aumento en los precios de los medicamentos.
Desandar cuatro años de desmantelamiento industrial, apertura comercial, desprotección del mercado interno y ajuste constante de salarios no será una tarea sencilla. Quien gane en octubre y deba comandar un país con crisis económica, financiera y de deuda enfrentará una serie de obstáculos que harán esa reconversión todavía más difícil. Existe un consenso -con la excepción del oficialismo- de que es necesario reactivar el consumo interno, lo que el candidato Alberto Fernández denomina “encender los motores”. En ese proceso de ignición habrá que discutir cómo se avanza en la recuperación del poder adquisitivo para poder apostar a una reactivación del mercado interno que entonces traccione a la actividad económica en su conjunto.
No todas las empresas están en condiciones de acompañar esa tarea desde un inicio, como el caso de las pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, hay sectores que ganaron sumas ingentes en estos años de desregulación, como los bancos, las empresas energéticas y los grandes exportadores de cereales y oleaginosos. “El gobierno de Macri se ha caracterizado por una distribución regresiva del ingreso. Mientras millones de trabajadores no llegan a fin de mes, los bancos han obtenido solamente entre mayo de 2018 y mayo de 2019 más del 200 por ciento de ganancias (21.398 millones de pesos)”, explica el director del Centro de Estudios Atenea, Damián Ledesma.
De acuerdo con el informe, los asalariados requieren (en promedio) un aumento de shock del 26 por ciento y los jubilados y pensionados una recomposición del 17 por ciento para al menos volver a la situación inicial, previa a Cambiemos. Apenas asumió el hijo bobo de Franco Macri, el INDEC dispuso un apagón estadístico que se extendió hasta mediados de 2016, con lo cual quedó sin medir oficialmente el impacto de la primera gran devaluación macrifascista, con la salida del cepo que reinstauró tres años después. De todos modos, utilizando los datos del Indice de Precios de la Ciudad de Buenos Aires, que mide el ente estadístico porteño, los precios desde diciembre de 2015 hasta septiembre pasado acumulan un incremento del 252,3 por ciento.
El salario mínimo pasó de 5588 pesos en diciembre de 2015 a 15.625 pesos a septiembre, lo que representó un aumento en pesos de 180 por ciento. “Pero si se le resta la inflación, su poder de compra quedó muy por debajo y necesitaría hoy un aumento del 26 por ciento sólo para recomponer el poder adquisitivo”, advierte el informe. La situación se hizo aún más difícil luego de las PASO, porque el salto de 26 por ciento del dólar en 48 horas se trasladó de inmediato a los precios internos, ya que las empresas no están en condiciones de absorber ese costo. “La fuerte devaluación posterior a las PASO impactó de lleno en todos los precios. En lo que va del año, la inflación acumula un 37,3 por ciento siendo mayor aún a la registrada el año pasado en el mismo período (32,4 por ciento)”, según la Fundación Atenea.
La jubilación mínima fue una de las variables de ajuste del gobierno para reducir el déficit fiscal, y empezó a correr siempre por detrás de la inflación después de la reforma jubilatoria de 2018. El haber mínimo cobrado por casi tres millones de jubilados y jubiladas registró un aumento nominal entre diciembre de 2015 y septiembre de 2019 del 201 por ciento al pasar de 4299 a 12.940 pesos. Pero el aumento real de las jubilaciones mínimas fue bastante menor, gracias a los cambios en la fórmula de movilidad que impuso el oficialismo y que pactó con el entonces senador y actual candidato a vicepresidente por Cambiemos, Miguel Ángel Pichotto. De hecho, la media de precios se despega de la serie de aumentos de la mínima, siendo la primera cada vez mayor a la segunda a partir de mediados de 2017, cuando comenzó a regir plenamente el cálculo de la nueva movilidad.
“Recuperar lo perdido requiere de un Estado que apueste a la economía real, pero también que tenga la voluntad política de redistribuir progresivamente los ingresos a favor del trabajo. El Consejo del Salario Mínimo y las negociaciones colectivas son herramientas indispensables para encauzar las tensiones que genera la puja distributiva”, concluyó Ledesma.
Fuente: nota de Cristian Carrillo para Página/12
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