lunes, 14 de octubre de 2019

En Wall Street creen que Alberto debería anunciar una quita de la deuda después de la elección

El efecto sería una depreciación adicional del valor de los bonos, que volvería más atractiva la renegociación el año entrante.


"Las expectativas lo son todo. Si tenías en tu mente que ibas a cobrar 100 y cobrás 80, es una desilusión; pero si esperabas cobrar 30 y te dan 50 es una buena noticia", resume la idea en boca de un importante manager de fondos en Wall Street que da por descontado que la restructuración "a la uruguaya" como postula Alberto Fernández no será posible.

Para el administrador de fondos, lo mejor que le puede pasar a Alberto Fernández es que los bonos del 50% de su valor nominal actual antes de fin de año. De esta manera, cuando las empresas cierren sus ejercicios económicos el 31 de diciembre y presenten sus balances se van a ver obligados a reconocer la pérdida patrimonial. Frente a un precio irrisorio, cualquier oferta de quita de capital sería recibida como una buena noticia. "Si en el mercado vale 40 y te dan 50, es más que un alivio", consideró.

Actualmente la paridad de un bono de corto plazo como el Bonar 2021 bajo ley Nueva York se ubica debajo del 58,5% y la de un Bonar 2024 debajo del 43%. En tanto que para un título de más largo plazo como el Century llega a casi el 52%. Esto quiere decir que en el mercado ya dan por descontado que habrá una quita en el capital de la deuda o un recorte de los intereses equivalente a casi la mitad del valor adeudado.

Entonces, ¿por qué Alberto Fernández insiste en una propuesta de reestructuración sin quita? Primero, porque estamos en vísperas de la elección presidencial y decir que va a hacer un default y una quita podría restarle el apoyo de parte de su electorado; y también podría generar más presión sobre el dólar, sobre el precio de los alimentos y sobre las reservas internacionales y así asumir en condiciones económicas incluso peores a las actuales.

Segundo, porque -como señaló el economista en jefe de la consultora OJF, Fausto Spotorno- esa recomendación "solo la puede decir alguien que vive en Wall Street. Anunciar un default o algo parecido que haga papilla el precio de bonos tiene costos y costos muy reales: más desempleo, más recesión, ruptura de la cadena de pagos en el sistema financiero. No es chiste. Por eso cuando Argentina defaulteó en 2002 hubo que revisar los contratos en dólares de toda la economía. Una cosa es pensarlo desde el punto de vista de las ventajas chicas de la renegociación en abstracto y desde lejos; otra muy distinta es pensarla para el que tiene que atravesar la profundización de la recesión".

"La idea, entiendo yo por lo que vienen diciendo los economistas cercanos a Alberto Fernández, es no pagar los intereses de la deuda por cuatro años y mientras tanto usar ese alivio de la carga de los servicios de deuda para volver a crecer. Mientras tanto el FMI le prestaría dinero al gobierno, básicamente para que le devuelva lo que ya le debe. Pero si no muestra un superávit fiscal difícilmente haya financiamiento con el sector privado", agregó el economista. "Ir a una reestructuración con quita es un problema. Anticiparlo es un problema aun mayor", resumió.

La cuestión del superávit que un eventual gobierno de Alberto Fernández tenga por objetivo es clave. Porque ese compromiso deberá cumplirse por las buenas (mejorando la recaudación mediante crecimiento económico y ampliación de la base de contribuyentes) o por las malas, con un fuerte ajuste recesivo.

De hecho, el caso de la reestructuración de la deuda uruguaya en 2002 que Alberto Fernández puso como ejemplo implicó un compromiso con los acreedores del 3,2% del PBI de superávit en 2003 y de más del 4% a partir del 2007. Y lo hizo con el superávit del 3% implementándose luego de un 2002 con una caída del PBI de casi el 11% y así y todo un superávit primario del 0,5% del PBI obtenido esencialmente gracias a la fuerte devaluación que licuó el gasto público.

Este ajuste fue de tal magnitud que el partido Colorado que lo implementó no volvió a ganar ni a cruzar el 20% en las presidenciales de los siguientes casi 20 años.

"No creo que tenga que ser tan extremo como en el caso de Uruguay, pero sí Argentina necesita hacer un ajuste. Todos los países que fueron mencionando las personas de Alberto Fernández fueron con importantes devaluciones que licuaron el gasto en pesos, superávit comercial. Salvo en el caso de Portugal, que fue ajuste puro y duro. Igual esto no es lo más difícil, la parte monetaria es más complicada de resolver", agregó Spotorno.

Desde Wall Street, otro analista agregó un tercer motivo por el cual Alberto hasta al menos diciembre debería no asustar a los mercados con la palabra quita. "Cuánta más quita hagas, peores van a ser posteriori tus chances de volver a tener financiamiento externo y más alta es la probabilidad de que caigas en un escenario como el de 2005 en el que tal vez la mitad de la deuda queda en manos de holdouts. Cada día sin acuerdo es un costo para el país en términos de financiamiento".

"Igual el mercado tiene priceado que va a haber quita. Entre lo que se puede ahorrar de deuda por hacer que se hagan puré los bonos antes de su asunción para luego hacer una quita agresiva y lo que le puede costar en términos de financiamiento que por un largo tiempo a la Argentina no le presenten dinero es un trade-off que hay que tener en cuenta", señaló el analista.

De esta forma, lo que se tiene para ganar por la resolución de un rápido acuerdo con los acreedores por un reperfilamiento sin quita, también se tiene para perder por la acumulación de vencimientos a elevadas tasas cuatro años después. En esto Melconian fue claro al calificar a la renegociación a la uruguaya de "pan para hoy, pero hambre para mañana".

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