En una durísima carta de renuncia, Carlos Urzúa culpó a "personajes influyentes" de expulsarlo de la 4T.
Para muchos, era sólo cuestión de tiempo. El sistema de toma de decisiones de Andrés Manuel López Obrador iba apartando cada vez más a sus propios secretarios de la agenda de trabajo para resolver temas complejos. Dificultades para agendar citas de trabajo con el Presidente, reuniones masivas de Gabinete donde se hacen repasos superficiales, incapacidad de cruzar información oficial. Un verticalismo extremo que genera malestar en el equipo de la 4T.
Esos enojos que hasta el momento se hacían en off the record, la mañana de este martes tomaron estado público. Nada menos que con la renuncia de Carlos Urzúa, un hombre de extrema confianza de López Obrador. El secretario de Hacienda presentó su dimisión al cargo con una durísima carta, y en el más extremo de los hermetismos. Nadie en su equipo más cercano estaba enterado. "Fue una sorpresa, aunque una sorpresa previsible", alegan en su entorno.
"No sin antes manifestarle mi profundo agradecimiento por haberme dado la oportunidad de servirle a México, durante este primer año de su administración, me permito comunicarle que he decidido renunciar a partir de esta fecha a mi cargo de secretario de Hacienda", arranca la carta con el habitual tono diplomático.
Pero ya en el segundo párrafo sube de tono: "Discrepancias en materia económica hubo muchas. Algunas de ellas porque en esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento. Estoy convencido de que toda la política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que esta pueda tener y libre de todo extremismo, sea este de derecha o izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las convicciones no encontraron eco".
Y culmina con un señalamiento anónimo, pero directo: "Me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la hacienda pública. Esto fue motivado por personajes influyentes del actual gobierno con un patente conflicto de interés. Por lo anterior, me veo orillado a renunciar".
Conocidas eran las históricas peleas que se desataron en el área económica de AMLO, en una suerte de tribus de economistas que disputaban la atención del líder de Morena. Alfonso Romo, con sus asesores regios Abel Hibert y Adrián Rodríguez, se adueñaron del Proyecto Alternativo de Nación, la plataforma que sustentaría la tercer campaña presidencial del tabasqueño. "Los Históricos" liderados por Carlos Urzúa, y sus alumnos Arturo Herrera y Gerardo Esquivel quedaban apartados.
Pero un giro inesperado le dejaría todo el armado económico a Urzúa. Romo intentó colocar a Santiago Levy en Hacienda, y junto a Julio Scherer armaron reuniones de trabajo con el economista del BID. El problema, desde luego, fue la mirada pro-mercado de Levy, quien incluso le propuso aumentar impuestos para sustentar sus programas sociales. Inaceptable para las cosmovisión de la 4T.
Urzúa coparía entonces las designaciones en Hacienda, no sin una tensión permanente con Alfonso Romo. El empresario regio siguió proponiendo gente ligada a su entorno para cuanto espacio se abría: Banco de México, Banca de Desarrollo, Pemex, CRE, SAT y una larga lista de etcéteras que pujaba con Urzúa. Entonces, ¿Urzúa habla de Romo en su carta de renuncia? El círculo rojo obradorista tomó noto: la referencia es un nuevo sub-grupo de jóvenes que fueron ganando peso en las decisiones, muchas veces por encima de los secretarios.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario