El impresentable uruguayo tiene el respaldo de Trump y Bolsonazi pero tiene dos rivales. El rol de Argentina, México y el Caribe.
La cumbre en México de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) le otorgó a los países de la región una oportunidad insospechada para negociar las nuevas autoridades de la OEA.
El uruguayo Luis Almagro entró en alarma luego de ver amenazadas sus posibilidades de repetir mandato en la Organización de Estados Americanos, que elegirá sus autoridades el 20 de marzo.
Almagro ingresó al organismo en 2015 impulsado por el Frente Amplio uruguayo, de extracción de centroizquierda, luego de haber sido canciller de José "Pepe" Muijca. Una vez en la OEA pegó un giro ideológico fenomenal y se alineó con la derecha continental. El uruguayo puso el organismo prácticamente a disposición de Washington para pronunciarse periódicamente contra el venezolano Nicolás Maduro y contra los enemigos locales del gobierno de Donald Trump. Tras exiliarse de Bolivia, Evo Morales dijo que la OEA "responde al imperio norteamericano".
Esa estrategia le sirvió durante los últimos años principalmente por el color de centroderecha que adoptó el mapa político americano con los regímenes de soretes como Miauricio Macri Blanco Villegas, Jair Bolsonazi, Enrique Peña Nieto, Iván Duque y Sebasitán Piñera.
El mapa mutó con los triunfos de Andrés Manuel López Obrador en México y Alberto Fernández en Argentina. Justamente esos dos gobiernos quieren bajar a Almagro y por eso buscan apoyos para los otros dos candidatos para la OEA.
A la OEA la integran 33 países y cada uno tiene un voto: vale lo mismo el de Estados Unidos, de más de 300 millones de habitantes, que el de San Vicente y las Granadinas, de 100 mil habitantes.
Esta isla del Caribe, junto a Antigua y Barbuda, impulsa a la ecuatoriana María Fernanda Espinosa, que fue canciller de su país y presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Además de tener el respaldo del ecuatoriano Lenin Moreno, Espinosa tiene el apoyo clave de México. En las últimas horas, Espinosa se reunió en México con el canciller argentino Felipe Solá.
Pero Solá también se reunió dos veces con el otro candidato, el peruano Hugo de Zela, quien fuera jefe de Gabinete en la OEA durante la gestión del chileno José Miguel Insulza, el predecesor de Almagro.
El gobierno argentino apoyará al candidato que tenga mejores chances de derrotar al uruguayo. Durante la cumbre de la CELAC, que Argentina busca potenciar para licuar al Grupo de Lima que también se dedica exclusivamente a Venezuela, se habló precisamente de no dividir el voto en vano entre De Zela y Espinosa para no beneficiar a Almagro.
En busca de votos, De Zela se reunió el último martes con el presidente de Chile, Sebastián Piñera, un día después de ver a Solá por primera vez en la semana. El mufa trasandino dijo que hay que mejorar el organismo que encabeza Almagro.
A destiempo, el uruguayo se tomó un avión a Santiago para reunirse con Piñera en La Moneda y tirarle flores: dijo que durante la crisis social chilena, en la que hubo más de veinte muertos y dos mil heridos, Piñera defendió "con eficiencia el orden público" y "garantizó los Derechos Humanos".
Pese al apoyo explícito del secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, Almagro tiene reparos en su propio país. El nuevo presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, deslizó que lo apoyará aunque su partido tiene rencores. Antes de traicionar al Frente Amplio y girar a la derecha, Almagro había abandonado a los "blancos" del Partido Nacional de Pou.
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