Así se refirió a la refacción del Centro Cultural Recoleta uno de los arquitectos responsables de ese edificio histórico tras la "modernización" ejecutada por la ciudad.
El régimen fascista de la ciudad de Buenos Aires anunció con bombos y platillos la reapertura del Centro Cultural Recoleta, con una fachada que luce, por lo menos, polémica.
Quien se refirió al tema, y no dudó en disparar todo tipo de calificativos, fue nada menos que uno de los arquitectos que crearon la imagen que -hasta ahora- teníamos del CCR, Jacques Bedel.
"Me parece el mamarracho más grande que vi en mi vida. Esto se hizo hace 40 años y se suponía que era un centro cultural, no un circo. No un centro de diversión payasística. Violar un edificio de esa forma no es ser actual. No pasa por ahí. La principal razón de ser, cuando se hizo, fue permitir que la gente del interior expusiera sus obras. Se ha desvirtuado esa primera idea. Es una afrenta. Lo transformaron en un circo con burbujas de champagne”, dijo sin miramientos en declaraciones al pasquín ultraoficialista Clarín.
La polémica reconfiguración de la fachada fue responsabilidad del diseñador Yaia (Julio Cesar Battistelli), famoso en el ambiente del diseño por sus trabajos para marcas de zapatillas.
Quizá por este curriculum es que el régimen de la CABA lo convocó, teniendo en cuenta que la intención de la administración de Rodríguez Larrata fue darle un perfil juvenil al centro cultural. Según confesó Yaia, para su particular intervención tomó ideas de canciones de grupos como Los Palmeras, Red y Babasónicos.
Bedel, quien ideó y ejecutó la obra junto a Clorindo Testa y Luis Benedit, remarcó que "nadie" lo consultó sobre la intervención a la fachada y que lo único que hubo fue un encuentro hace cuatro años.
En medio del vértigo de obra pública que vive de forma constante la ciudad de Buenos Aires, la (para muchos innecesaria) reforma del Recoleta llevó más de un año y la inversión de 114 millones de pesos.
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