domingo, 21 de octubre de 2018

España: Pedro Sánchez ensaya una nueva centroizquierda europea

Por Ignacio Fidanza, desde Madrid, para La Política Online


Se diferencia de Macron. En alianza con Podemos planteó por primera vez en años un presupuesto que subió el sueldo mínimo y otras prestaciones.


"Si armamos una tabla del uno al diez, partiendo de la extrema izquierda a la extrema derecha, el PSOE de Pedro se ubica en el cuatro. Somos centroizquierda", afirma uno de los hombre de mayor confianza del presidente de España y explica que sus aliados de Podemos "según el tema, se ubican en el dos y el tres".

"Los españoles en su mayoría son de centro, pero el número cinco esta siempre vacante, te ubicas al lado y desde ahí acordás con las otras fuerzas. Para los españoles el que logra acuerdos es el centro", agrega la fuente, que reflexiona en la tranquilidad que brindas los edificios rodeados de jardines del gobierno español.

La experiencia de Sánchez es de enorme interés en una Europa asediada por el Brexit y populismos de distinto signo, que hoy tiene en el italiano Matteo Salvini su desafío más rutilante. Italia es la cuarta economía del bloque y una desestabilización severa de su economía podría generar un cataclismo que haría parecer a la pasada crisis Griega un incidente menor.

"España no es Italia", es el mantra que repite el entorno de Sánchez para diferenciarse del populista de derecha que se ha convertido en la fuerza política más poderosa de la península. Lo curioso es que tanto el gobierno de Salvini como el de Sánchez son en alguna medida hijos del cansancio que han generado las políticas de austeridad que impone Bruselas. Y ambos acaban de presentar sus prepuestos para el año que viene, lo que permite una primera aproximación práctica, al tipo de país que imaginan.

Volcánico, Salvini propuso una expansión del gasto que lleva el déficit al 2,4%, frente al 0,1% que había habilitado Bruselas. Italia tiene una deuda que supera largamente su PBI y hace varios gobiernos que viene eludiendo el reclamo de la Comisión Europea para que la baje a una zona más manejable del 60% del producto. El desafío de Salvini no tiene precedentes en Europa y según los tecnócratas de Bruselas pone en riesgo el Pacto de Crecimiento y Estabilidad que rige la macroeconomía del bloque hace décadas.

En España, Sánchez ensaya una vía más moderada. Busca crear una socialdemocracia 2.0, con Podemos como aliado clave. Por ahora. En la Moncloa afirman que el experimento de este socialista que se encaramó en el poder sin ser electo, luego de derribar a Mariano Rajoy en el Congreso, esta consolidando un nivel de adhesión inesperado. "Nosotros vamos por la mayoría propia, luego de la elección veremos si hay que formar alianzas", advierten cerca del presidente, que aspira a permanecer en el cargo hasta las elecciones del 2020.

"Cada día que permanecemos en el gobierno, es un día que nos fortalecemos y se debilita la oposición", explican. Es que Sánchez necesita tiempo para demostrar que es posible reeditar la promesa de prosperidad democrática y progresista que encarnó en su época Felipe González.

Los prepuestos que acordó con el líder de Podemos, Pablo Iglesias, plantean una suba del salario mínimo a 900 euros, un límite a los aumentos de las tarifas de electricidad -un problema gravísimo en España- y otras medidas de contenido social.

La derecha saltó enardecida y vaticinó la debacle del país y un regreso de la recesión que golpeó por años a España y le hizo perder desde el 2008 unos 10 puntos del producto, que recién ahora se han recuperado. Pablo Casado, el nuevo líder del Partido Popular, incluso acudió a Bruselas para pedirle que no convaliden el presupuesto. Una jugada muy polémica que le valió la previsible etiqueta de "desleal" con España.

Pero bien mirado, lo que llama la atención del Presupuesto PSOE-Podemos no es su desenfreno fiscal, sino más bien lo contrario. El proyecto plantea un ajuste de los gastos estructurales del 0,4% contra un 0,65% que exigía la Comisión Europea. Y ese es todo el desvío.

De manera que lo mas alucinante en términos políticos que está sucediendo en España es la conversión de Podemos. De partido anti sistema nacido de la frustración de los Indignados, la fuerza de Iglesias se reconvierte a una velocidad impensada en una fuerza ubicada apenas unos pasitos a la izquierda del PSOE, asume el libre mercado, asume la tutela macroeconómica de la Unión Europea y hasta funciona -avalado o no- como un interlocutor con los sectores más duros del independentismo catalán y vasco, a los que pide prudencia y colaboración con el nuevo gobierno.

Podemos ya superó el debate clásico de la izquierda testimonial y definió que es un partido de poder. En las elecciones pasadas integró de manera periférica coaliciones que lograron hacerse con los gobiernos de Madrid y Barcelona. Se mojó la punta del pie y vio que no pasaba nada grave. El siguiente paso fue sumar sus votos en el Congreso para que Sánchez sea presidente. El tercero la definición de un presupuesto que se destaca por su moderación, al punto que Podemos ya sufre rupturas por izquierda de dirigentes que rechazan su giro "ultraliberal".

Como sea, Sánchez los necesita para gobernar, mientras consolida su liderazgo y se entretiene con la división de la derecha fragmentada en tres expresiones: Ciudadanos, el Partido Popular y la flamante ultraderecha de Vox. "En nuestro gobierno los salarios y las pensiones suben, eso es un cambio importante", señalan en La Moncloa y agregan un dato interesante "según nuestras encuestas la gente, incluso los votantes del Partido Popular, respaldan la suba del salario mínimo a 900 euros y lo creen razonable y posible".

Aupado en lo que considera es un buen momento de su administración, el líder del PSOE ahora juega la carta europea. "Con Italia y el Reino Unido en contra del proyecto europeo, pasamos a ser un actor central en la defensa del bloque junto a Alemania y Francia", explican en La Moncloa. Por eso, aventuran que las advertencias por el desvío fiscal, no pasarán a mayores.

Resulta entonces atrapante ver como Sánchez intenta reconstruir el espacio de la socialdemocracia, entre el extremo centro de Macron y la utopía de una Europa más solidaria que expresó Iglesias en un reciente artículo firmado junto al francés Jean-Luc Mélechon, la portuguesa Catarina Martins y el danés Soren Sondergaard.

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