La agenda regional próxima tendrá dos ejes: alianza de hierro con México y desplazar a Luis Almagro de la OEA. Expectativa por la visita a Francisco.
La decisión presidencial de nombrar a Felipe Solá al frente del Palacio San Martín fue más cerebral que sanguínea. Es sabido que Alberto Fernández tiene un sólido vínculo afectivo con el ex gobernador bonaerense, esa relación amistosa también converge en el plano político, tanto el Jefe de Estado como el actual jefe de relaciones exteriores sintonizaron una posición común en el tramo final del macrifascismo en pos de unificar a la familia justicialista. Sin embargo, el ex Jefe de Gabinete de Néstor Kirchner premió a Solá con un cargo importante por otras razones que exceden el buen trato y la comunión política que hay entre ellos.
Alberto Fernández entendió que Felipe Solá cuenta con la expertise necesaria para potenciar el perfil comercialista que desea darle a Cancillería. Cuando un gobierno nacional asume tiene un menú de dos opciones para arropar al Palacio San Martín, algunos presidentes priorizaron darle un horizonte político a la cartera ministerial de calle Esmeralda, otros mandatarios optaron por entender a ese Ministerio como un canal diplomático capaz de expandir la marca país a lo largo y ancho del mundo. La Cancillería cuenta con embajadas en todos los países que conforman los principales socios económicos del país. Esa logística puede ser aprovechada por cada representante diplomático para posicionar los rubros comerciales for export donde Argentina es fuerte: energía, commodities agroindustriales, productos primarios provenientes de las economías regionales.
En la recomendable biografía autorizada “Peronismo, pampa y peligro” está muy bien contado el paso de Solá como cuadro técnico del ministerio de Agricultura desarrollando misiones comerciales o sorteando barreras fitosanitarias con pares de Agricultura de otros países para poder insertar nuestra canasta primaria fronteras afuera del país. Recapitulando, Felipe Solá vuelve ahora a desarrollar esa agenda pero desde una sala de comando más estratégica.
Varios funcionarios que acompañarán a Solá en su nueva gestión ministerial analizaron la hoja de ruta de trabajo del hombre que reemplazó a Jorge Faurie, un experto en protocolo que cerró su trabajo avalando el golpe militar en Bolivia. En el plano de la política integracionista regional Felipe Solá tiene plena conciencia de que ha heredado una pesada herencia. A diferencia del ciclo iniciado por Néstor Kirchner, Alberto Fernández tiene el condominio zonal lleno de vecinos incómodos, colegas con los que no posee un idioma política común.
En ese sentido el único socio pleno, con el que hay una sinergia total para pensar el momento latinoamericano, se halla en el otro extremo del mapa interamericano: el mexicano Andrés Manuel López Obrador. Las fuentes consultadas no utilizan la siguiente expresión, pero la clásica expresión peronista “desensillar hasta que aclare” es la mirada que prima en Cancillería para transitar con los menos cortocircuitos posibles -por ejemplo en el Mercosur- el tiempo venidero de una convivencia regional donde los mandatarios vecinos, nuevamente, o están alineados de forma incondicional con Donald Trump, o como es el caso venezolano han optado por un modelo de institucionalidad democrática que no es del agrado de Alberto Fernández.
En el corto plazo la Argentina tiene dos fechas marcadas a fuego en el plano de la política exterior. En principio, el próximo 31 de enero el Papa Francisco recibirá al presidente argentino. El ex obispo porteño no saludará a nuestro Jefe de Estado con el ceño fruncido, el jefe de la Santa Sede otorgará a Alberto Fernández un trato distinto al ofrecido en su momento a Miauricio Macri Blanco Villegas, ese cambio gestual del Vaticano podrá ser promocionado por Cancillería como un triunfo político. “Con el Papa compartimos mirada en lo que respecta a Venezuela e Irán”, confían en calle Esmeralda.
La otra fecha clave para la diplomacia argentina está coloreada en el calendario el día 20 de marzo. Ese día se elegirá al nuevo Secretario General de la OEA. Por el momento hay tres candidatos: el patético uruguayo Luis Almagro va por su reelección, luego componen el podio el diplomático peruano Hugo de Zela y la ex Canciller de Correa Fernanda Espinoza. “Argentina apoyará al candidato que sume más votos contra Almagro”, advierten en el Palacio San Martín, y lo hacen con el ceño fruncido.
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