miércoles, 15 de enero de 2020

El show del caso Nisman suma el capítulo de los custodios

A punto de cumplirse cinco años de la muerte del fiscal y sin pruebas en la causa que acrediten un homicidio, instalaron la versión de que el fiscal Jorge Taiano pedirá enjuiciar a los cuatro policías encargados de la custodia. Lo que se esconde detrás de esa nueva maniobra. 


"Como no tienen nada de nada, como en cinco años no consiguieron ni una prueba que sostenga la hipótesis del homicidio, se la quieren agarrar con los más débiles, los suboficiales de la Policía Federal que le hacían de choferes a Alberto Nisman". La frase del abogado Maximiliano Rusconi redondea el diagnóstico sobre los rumores de que se pretende hacer un juicio sobre el caso Nisman, pero inicialmente sólo contra los custodios. Los cuatro están acusados de incumplimiento de los deberes de funcionario público -no lo custodiaron bien-, pero tres de ellos también están imputados por encubrimiento del homicidio, o sea que el fiscal y el juez los considerarían una especie de cómplices de un comando desconocido, del que no se ha encontrado un sólo sospechoso. Como tampoco tienen ninguna prueba contra el informático Diego Lagomarsino, se dice que por ahora esquivarían llevarlo a juicio. Todo es política y show, en un expediente que se cae a pedazos.

En Inodoro Py nadie atiende el teléfono y la mayoría de las oficinas están cerradas. Eso ocurre también con la fiscalía que se ocupa del caso Nisman, la de Eduardo Taiano, y el juez que tiene el expediente, Julián Ercolini. Pero como había que hacer ruido dado que el sábado se cumplen cinco años de la muerte del fiscal, tiraron la versión de que Taiano pediría la elevación a juicio de los cuatro guardaespaldas de la Policía Federal. Dado que hay feria judicial, eso no ocurrirá durante enero y, si se produce, podría ser recién en febrero o marzo. Pero el ruido había que hacerlo ahora, por el aniversario. Además el documental de Justin Webster, para Netflix, reavivó el caso, y dejó muy golpeado al aparato de Inodoro Py.

Los cuatro custodios fueron Néstor Durán, Rubén Benítez, Luis Miño y Armando Niz. Los dos primeros estaban a cargo el sábado, así que no se les puede echar la culpa de la muerte de Nisman, pero Benítez declaró que el fiscal le pidió un arma, por lo cual también lo acusan de encubrir a los supuestos asesinos. La base es que nunca existió ese pedido, ni a Benítez ni a Lagomarsino, por lo que -supuestamente- fueron parte del plan homicida. Miño y Niz estuvieron de guardia el domingo y a esos no sólo les dicen que incumplieron los deberes de funcionario público -custodiar al fiscal- sino que les achacan el encubrimiento, o sea que jugaron a favor de los desconocidos homicidas.

Toda la jugarreta es una especie de taparrabos ante la realidad de que en cinco años no encontraron nada. Salvo la deplorable pericia de la Gendarmería, hoy no tienen una sola evidencia de homicidio, como con toda exactitud viene afirmando la fiscal Viviana Fein. Y como las pruebas demuestran que Nisman se disparó a sí mismo, en cinco años no apareció ningún sospechoso de haber entrado al edificio o al departamento ni explicaciones de ningún tipo sobre la forma en que alguien podría haber ingresado a Le Parc y a la vivienda del piso 13. No se encontró una gota de sangre fuera del baño ni una huella ni nada desordenado ni rastros de pelea.  

Desde un punto de vista teórico, es posible acusar a alguien por encubrimiento de un delito, sin saber quién cometió ese delito. Por ejemplo, se produce un robo en un banco y si hay pruebas contra el policía de la puerta, se puede acusar a ese uniformado de complicidad (por ejemplo, porque en las cámaras de seguridad se ve cómo colabora con los delincuentes) aunque no puedan determinar todavía quiénes fueron los ladrones. 

Sin embargo, esa viabilidad jurídica, en el caso de la muerte de Nisman, no tiene lógica alguna: no hay evidencia de homicidio y menos todavía de que los efectivos policiales hayan colaborado con nadie.

Detrás de la intentona de hacer un primer juicio se esconde una maniobra. El abogado de Lagomarsino, Rusconi, recuerda que en toda su carrera nunca aceptó mansamente un procesamiento, siempre lo apeló ante la respectiva Cámara. En el caso de Lagomarsino no hubo apelación: Rusconi, su socio Gabriel Palmeiro, y el propio Lagomarsino dijeron: "Vamos a juicio, todo esto es una mentira". Pero la jugada que se prepararía en Inodoro Py es sostener que todavía están buscando pruebas del vínculo del informático con servicios de inteligencia, algo que no encontraron en cinco años, y con ese argumento evitar que Rusconi y otros abogados estén en el supuesto primer juicio.

Con las manos libres de tener defensas fuertes en su contra, la idea en Inodoro Py es imponer la hipótesis del homicidio. Y cuando vayan a un segundo juicio contra Lagomarsino dirán que lo del asesinato ya está probado desde el primer juicio. "Acá hay un solo hecho y por lo tanto un solo juicio posible. Desde hace tres años que lo venimos pidiendo", explota Rusconi.

Los cuatro custodios eran, en realidad, choferes y cadetes de Nisman, quien los mandaba a hacer mandados, llevar a la madre, las secretarias, entregar sobres con papeles y, también, llevar y traer a las chicas que frecuentaba. "Ninguno de los suboficiales tenía entrenamiento ni existía un protocolo. Y, además, la custodia era de tránsito: o sea que no tenían responsabilidad de cuidar a Nisman cuando estaba en su departamento, sólo si se movilizaba de un punto a otro. Pero tampoco en eso tenían ni entrenamiento ni protocolo: sólo sabían manejar", explica el defensor oficial Gustavo Kollmann, que representa a Durán y Benítez.

Un detalle no menor es que Rubén Benítez, que llevaba 11 años en la custodia de Nisman, entró por primera vez al departamento del fiscal el día anterior a su muerte: eso demuestra que no tenía la mejor injerencia en la custodia de Nisman cuando estaba en Le Parc. Por otra parte, el fiscal se movía en forma despótica con sus custodios: les prohibía llamarlo, molestarlo, tocar el timbre, e iba a a putanear a los boliches solo. También viajó por Europa con su hija en las semanas anteriores, igualmente sin custodia.

La coalición política-judicial-mediática no sabe cómo zafar del caso Nisman cuando se está por cumplir el quinto aniversario de la muerte del fiscal. Tal cual ocurre en muchas otras causas de Comodoro Py, el expediente está vacío de pruebas. Pero el show y la persecución política deben continuar, así que aunque sea tratarán de ir contra la parte más débil de la historia. Y necesitan un poco de ruido en fechas como éstas.
Fuente: nota de Raúl Kollmann para Página/12

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