El miércoles pasado, a última hora, el ministro de Trabajo Jorge Triaca llamó al triunvirato de la CGT para invitarlos a una reunión en la Quinta de Olivos. Les prometieron discreción y el jueves la mesa chica de la central obrera llegó al encuentro. Los recibieron Triaca y el jefe de Gabinete, Marcos Peña Braun Menéndez.
Según trascendió, la reunión fue a agenda abierta pero los dirigentes cegetistas se concentraron en expresar su preocupación por la escalada inflacionaria y la situación de la obra pública.
También hablaron de la investigación de las fotocopias del cuaderno del remisero Oscar Centeno.
Los hombres del régimen dijeron que están trabajando para mantener todo bajo control, que la obra pública no disminuirá pero, sobre todo, les preocupó mucho conseguir de la central obrera la promesa de evitar marchas y protestas para la próxima semana cuando llega una comitiva del FMI que viene a controlar el estado del programa económico.
El arribo de la delegación del Fondo Monetario, que viene a supervisar la marcha del acuerdo que realizaron a pedido del régimen, se realice en un marco de conflictividad social dentro de "parámetros normales" y, como tal, les pidieron a los sindicalistas que no organicen marchas para esta próxima semana. Una solicitud un tanto extraña porque si hay algo que la actual conducción de la CGT no hace es justamente marchas y concentraciones. "Nos pidieron que no haya quilombo, de contener los ánimos para superar este momento", sintetizaron los gremialistas.
Si bien el régimen les había prometido discreción con respecto a la publicidad del encuentro, los dirigentes de la CGT se vieron sorprendidos cuando se enteraron que en la puerta de la Quinta presidencial había algunos periodistas presentes.
Por la CGT llegaron los triunviros Héctor Daer y Carlos Acuña y fueron acompañados por los integrantes del Consejo Directivo Gerardo Martínez (Uocra), Omar Maturano (La Fraternidad), Armando Cavalieri (Comercio), Andrés Rodríguez (UPCN), Roberto Fernández (UTA) y José Luis Lingeri de Obras Sanitarias. Por el lado del Gobierno se sumó también el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, y el secretario general de la Presidencia, Fernando De Andreis.
Según trascendió, los funcionarios buscaron llevar tranquilidad a los gremialistas y les aseguraron que no se frenará la obra pública, lo cual pondría en peligro 150.000 puestos laborales, profundizando aún más la recesión. En rigor, les dijeron que no corren peligro las obras de infraestructura ya pautadas a pesar de la investigación judicial a partir de las fotocopias del cuaderno del remisero Centeno y que salpica a los empresarios del sector y a ex funcionarios del gobierno anterior.
Sobre este punto los gremialistas plantearon la necesidad de que la justicia investigue, que no van a defender a nadie pero advirtieron que ven con preocupación "cierto sesgo" en el trabajo judicial porque sólo se avanza contra dirigentes del peronismo y el kirchnerismo "cuando hay otros sectores políticos que están involucrados". Es más, los hombres de la CGT les advirtieron que ese marcado sesgo le quita credibilidad a la investigación judicial y que eso se está expresando en algunas encuestas de opinión.
El otro punto que plantearon desde la CGT fue la preocupación con la disparada inflacionaria. "No hay carrera paritaria que alcance a la inflación", les dijeron a los ministros y destacaron que si la situación económica sigue en este ritmo "habrá que abrir una paritaria permanente". Voceros sindicales sostuvieron que la respuesta de Peña Braun Menéndez y Triaca no superaron los latiguillos habituales de los funcionarios del régimen fascista de Mugrizio Macri Blanco Villegas. Insistieron en que trabajan para controlar la inflación, que están convencidos que lo conseguirán y la obra pública, a pesar del acuerdo con el Fondo, no se detendrá y, por lo tanto, en un futuro se notará la recuperación económica.
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