Fue acusado por las escuchas ilegales y en la causa AMIA y estuvo involucrado en muchas otras causas. Su carrera se derrumbó a raíz de una llamada que mantuvo con un reducidor de autos, Jorge Sagorsky, que estaba relacionado con la banda que mató al joven Axel Blumberg.
El comisario retirado de la Policía Federal, Jorge "el Fino" Palacios, falleció ayer a los 71 años, cuando tomaba mate en su casa.
Fue el policía preferido de Miauricio Macri Blanco Villegas que lo designó jefe de la ya desaparecida Policía Metropolinazi. Según dijo el ex hijastro de Flavia Palmiero en su momento, eligió a Palacios por consejo de las embajadas de Estados Unidos e Israel.
"El Fino" estuvo involucrado en numerosas causas y su carrera se derrumbó a raíz de una llamada que mantuvo con un reducidor de autos, Jorge Sagorsky, que estaba relacionado con la banda que mató al joven Axel Blumberg.
Hablaron de la compra de una camioneta pero, además, Palacios albergó en la Metropolinazi al espía Ciro James, el operador de las escuchas ilegales de las que fue víctima, entre otros, Sergio Burstein, cuya esposa murió en el atentado contra la AMIA. Años después del atentado, "el Fino" era el cuadro más nombrado para ser designado jefe de la Policía Federal. En ese camino, lo pusieron al frente de la Unidad Antiterrorista, que investigó el ataque a la mutual judía.
Pese a que no hubo avances en la pesquisa, la DAIA lo distinguió en su momento y años después el fiscal Alberto Nisman directamente lo acusó por encubrimiento del atentado a raíz de allanamientos que se ordenaron a la casa de un sospechoso, Alberto Kanoore Edul, y que Palacios tardó muchas horas en concretar. Eso permitió -sostuvo Nisman- que se le avisara a Kanoore del allanamiento, vía un hermano del turco mufa. Palacios fue absuelto de esa acusación.
También tuvo participación protagónica en otro escándalo. Un oficial bajo sus órdenes se presentó a la justicia y sostuvo que en un semáforo vio a la viuda del narco Pablo Escobar Gaviria. Fue una causa claramente armada para extorsionar a la mujer, que así lo denunció. Aún así, Isabel Santos Caballero -el nombre que la justicia colombiana le otorgó a la viuda- y su hijo, Sebastián Marroquin, fueron detenidos y la mujer pasó 17 meses presa acusada de lavado de dinero de narcotráfico. Finalmente fue absuelta.
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