El uruguayo, apoyado por Trump, logró un amplio respaldo frente a la ecuatoriana María Fernanda Espinosa, impulsada por Argentina y México.
Alberto Fernández y Andrés Manuel López Obrador se quedaron con las ganas de desplazar a Luis Almagro de la conducción de la Organización de Estados Americanos (OEA). El ex canciller uruguayo logró este viernes una amplia mayoría frente a la ecuatoriana María Fernanda Espinosa.
Almagro recibió el apoyo de 23 de los 34 miembros activos de la OEA, mientras que 10 países respaldaron a Espinosa y la misión de Dominica se ausentó de la sesión. De esta forma, el actual secretario general seguirá al frente del organismo durante cinco años más.
La votación, de carácter secreto, se produjo en una Asamblea General extraordinaria de la OEA marcada por la polémica debido a que un grupo de países, entre ellos México, Argentina y 13 miembros de la Comunidad del Caribe (CARICOM), pidieron que se aplazara debido al coronavirus. La votación se hizo igual, con barbijos y recinto desinfectado por el Departamento de Salud y Servicios Humanos de la OEA. Espinosa no pudo estar en la sala porque la organización decidió limitar la asistencia.
Los principales promotores de la candidatura de Espinosa eran los cancilleres de Argentina, Felipe Solá, y México, Marcelo Ebrard, quienes acordaron semanas atrás unificar la postura, luego de que Alberto Fernández había recibido al otro candidato que se anotó para las elecciones, el peruano Hugo de Zela.
Además de México y Argentina, la candidatura de Espinosa (que planteó su idea de sacar el tema Venezuela del eje de la discusión) había cosechado respaldos entre algunos países del Caribe con gobiernos cercanos al de Nicolás Maduro.
En cambio, Almagro contaba con el empuje de Colombia, Brasil y, especialmente, Estados Unidos que ejerció un fuerte lobby político. Para llegar a 23 votos el uruguayo contó con el respaldo de Gustavo Tarre, el embajador trucho nombrado por el venezolano Juan Guaidó; y el de Bolivia, Jaime Aparicio, quien repudió al gobierno mexicano por darle asilo a Morales cuando abandonó su gobierno.
Washington estuvo detrás de una fuerte presión contra De Zela, que la semana pasada terminó bajando su candidatura. Esa decisión explica la gran diferencia de Almagro sobre la candidata promovida por Fernández y López Obrador.
Almagro había sido electo por primera vez en 2015 por unanimidad, pero en su gestión abrió grietas entre los gobiernos progresistas por liderar la embestida contra el venezolano Nicolás Maduro y denunciar fraude en la elección de Bolivia del 20 de octubre, que motivó en una revuelta social y el golpe de Estado contra Evo Morales.
En Argentina, el triunfo de Almagro fue celebrado por el PRO, que fue el único partido político argentino en apoyar a Almagro, mediante un comunicado firmado por la dipsómana Patricia Bullrich Luro Pueyrredón hace una semana. No se sumaron sus socios de Cambiemos, la UCR y la Coalición Cínica. Sólo algunos diputados radicales firmaron un comunicado para adherir a la continuidad del ex canciller uruguayo, liderados por Álvaro de Lamadrid.
Ayer, la ex montonera entregadora de compañeros, devenida en presidenta del partido amarillo patito, expresó a través de Twitter sus felicitaciones a Almagro por la reelección.
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