Se incrementó seis puntos porcentuales en un año. Hay casi 16 millones de argentinos con privaciones importantes.
El escenario de grave crisis económica y social que dejó Miauricio Macri Blanco Villegas en su último año en el poder se vio reflejado en el fuerte aumento de la pobreza multidimensional que pasó de 31,4% al 37,5%, según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA.
De acuerdo a esta medición, en 2019 unos 15,7 millones de argentinos tuvieron privaciones importantes y fue la marca más alta de la década.
La pobreza multidimensional entrecruza datos de ingresos monetarios con carencias de derechos. Se analiza a la población en base a la privación de derechos relacionados con alimentación y salud, servicios básicos, vivienda digna, medioambiente, educación, empleo y seguridad social, y las relaciona con ingresos.
En 2019 la pobreza monetaria medida por la UCA fue del 40,8% y esta medición multidimensional arrojó el número cercano de 37,5% debido a que en definitiva se correlacionan. Es decir, la cantidad de pobres que no pueden cumplir con la canasta básica y además sufren carencias en relación a más de un derecho.
Las razones del incremento en la pobreza multidimensional pueden encontrarse en la fuerte inflación que marcó 53,8% el año pasado y una devaluación mayor al 40% que provocó una importante caída del salario, pérdida de empleo y mayor precarización laboral en un contexto estancamiento económico.
“Estos números son un llamado de atención a los gobiernos, pero también a la clase política y a los sectores económicos”, define Agustín Salvia director del ODSA y advierte que “todavía no se ha estabilizado la crisis en Argentina, estamos con estancamiento e inflación desde hace dos años”.
Desde 2010 la pobreza multidimensional creció 8 puntos porcentuales, pasando de 29,7% al actual 37,5%. Si bien hubo períodos de mejora relativa, la trayectoria es ascendente y comienza a crecer más desde 2016. “Esta evolución se explica en gran medida por el deterioro que experimentaron en esta última etapa los ingresos reales de los hogares”, cita el informe y destaca un fuerte deterioro en las variables alimentación y salud y acceso al empleo y seguridad social.
Salvia, explica que en el informe "se analiza la evolución de las condiciones materiales de vida de la población urbana en la Argentina a partir de un enfoque multidimensional fundado en derechos", aplicando una metodología inspirada en la matriz de México.
"En un país que dispone de muy pocas estadísticas sociales para hacer comparaciones fiables sobre cómo estábamos hace diez años, cómo estamos ahora y cómo podremos estar en la nueva década que se inicia, los desafíos asumidos y la tarea realizada son de un gran valor académico y social", afirma.
Dimensiones en juego
Desde hace 10 años la UCA viene midiendo estas seis dimensiones que componen la pobreza multidimensional. En ese periodo se registra una tendencia dispar en la que se perciben ciertas mejoras relacionadas a la inversión pública que impacta en un mejor acceso a los servicios básicos, vivienda digna y medioambiente, pero por otra parte, se manifiesta un deterioro, claramente marcado a partir de 2016 en las dimensiones relacionadas de manera más directa a los ciclos económicos como la inseguridad alimentaria y la precarización laboral.
En alimentación y salud se experimentó una suba más marcada ya que en un año se pasó del 22,8% al 26,6%. Dentro de este segmento el no acceso a la atención medica en un año avanzó de 17,7% a 21,1%, en tanto la falta de medicamentos subió al 18,9. En tanto, la inseguridad alimentaria, es decir tener hambre, pasó 6% a 7,4% por lo que el año pasado unos 3,1 millones de argentinos pasaron hambre.
En relación al acceso al empleo pleno y la seguridad social se observó un deterioro significativo, particularmente a partir de 2016, pasando del 25% al 30% del total.
“Esta dinámica estuvo vinculada principalmente al incremento del desempleo y la precarización laboral, que impactó más fuertemente sobre los sectores más vulnerables”, analiza al UCA.
En cuanto al acceso a servicios básicos como se mencionó hubo una mejora importante a lo largo de todo el período, donde los hogares que presentan privación en esta dimensión pasan de representar del 38% en 2010 al 30% en 2019. Según los analistas este descenso se explica por el mayor acceso a los servicios de agua corriente y a la red cloacal.
La situación de la vivienda también experimentó mejoras sostenidas a lo largo de todo el período, para 2019 poco más de 2 de cada 10 hogares no accedían a una vivienda adecuada tanto por sus materiales, espacio o disponibilidad de servicio sanitario cuando en 2010 era casi del 29%.
En el último año disminuyó el porcentaje de viviendas que sufren problemas medioambientales. Sin embargo, se mantiene en un 28% la cantidad de hogares que conviven cerca de lugares pocos seguros.
Por último, en la dimensión educación se observa una evolución irregular, donde la proporción de hogares que tienen al menos una persona que no asiste a instituciones educativas formales o presenta rezago educativo se mantiene cercano al 30%.
Pero también se observa un importante descenso en la inasistencia en los primeros años de la serie que se mantiene en el tiempo, probablemente por efecto de la condicionalidad de asistencia que presenta la AUH.
Pobreza estructural
“No importa quien gobierne, se está empeorando la matriz de pobreza estructural en Argentina”, sentencia Salvia y agrega que “necesitamos nuevas y mejores políticas para enfrentar viejos temas”.
Entre 2018 y 2019 también aumentó la pobreza multidimensional estructural urbana, es decir, aquellas personas cuyos ingresos no alcanzan a cubrir la CBT pero además tienen tres o más carencias sociales: este indicador pasó de 20,2% a 21,4%.
Según el análisis hasta 2015 esta pobreza se mantenía en torno al 16%. “A partir de 2016 comienza una etapa en la que experimentó un incremento sostenido llegando al nivel más alto de la serie en 2019, alcanzando a un 21% de la población”, sostiene.
Por último, según el informe de la UCA, en cuanto a la pobreza estructural urbana, se muestra una incidencia marginal o muy baja en los estratos medios, sin embargo en los estratos bajos y en los marginales la pobreza estructural alcanzó niveles del 25% y del 44% respectivamente en 2019. “El incremento se explica fundamentalmente por la evolución que experimentó el conurbano bonaerense”, concluye.
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