De acuerdo a la denuncia, Francisco Cabrera y Dante Sica comandaron un sistema corrupto que en un año recolectó más de $ 1.000 millones.
Lejos de la transparencia y lucha contra la corrupción, el Ministerio de la Producción y la Secretaría de Trabajo macrifascistas, bajo las órdenes de Francisco Cabrera primero y Dante Sica después, están en el ojo de la tormenta por un presunto sistema de recaudación ilegal que sólo en 2019 habría colectado más de mil millones de pesos.
El sobre con U$S 10.000 encontrado en el despacho del ex secretario de Coordinación del Ministerio de la Producción y Trabajo, Rodrigo Sbarra, se transformó en la punta del ovillo de un entramado de corrupción macrifascista a gran escala. Según una denuncia que el diputado nacional Rodolfo Tailhade presentó ayer en Inodoro Py, el ex funcionario formaba parte de un mecanismo de recaudación ilegal durante las gestiones de Cabrera y Sica.
El documento judicial explica que Sbarra y Sebastián Martín Bideberripe, quien fuera secretario de Coordinación Administrativa de la Secretaría de Trabajo, eran los encargados de recaudar los fondos millonarios bajo las órdenes de los funcionarios de primera línea del nefasto régimen fascista y neoliberal del hijo bobo de Franco Macri.
El diputado Tailhade detalló que Rodrigo Sbarra reportaba directamente a Ignacio Pérez Rivas, jefe de Gabinete de Cabrera que, llamativamente, ante el cambio de ministro permaneció en su cargo durante la gestión de Sica. Rivas, en tanto, cumplía órdenes directas del primer funcionario que tuvo a su cargo dicho ministerio. La relación, de hecho, data de mucho tiempo antes ya que había sido su jefe de Gabinete dentro de la cartera de Desarrollo Económico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Según la denuncia, Sbarra y Bideberripe recaudaban fondos bajo la orden directa de uno de los hombres de mayor confianza de Cabrera. Pero ese esquema de recaudación ilegal se completó con Maximiliano Carlos Guida, mano derecha de Bideberripe; Hernán Alberto Coego, director general de Asuntos Jurídicos del Ministerio; y Claudio Daniel Giménez, testaferro de Sbarra que oficiaba como valijero.
Claudio Giménez era quien recolectaba el dinero de primera mano y lo llevaba a unas oficinas, que funcionaban como búnker, en la avenida Belgrano 406, en la Capital Federal. En ese departamento del centro porteño, María Fernanda Inza, quien fuera contadora general de la provincia de Buenos Aires durante la gestión de María Eugenia Vidal, recibía las sumas recogidas. Ella fue la figura desplazada de la gestión bonaerense cuando se reveló el escándalo de los aportantes truchos, pero no salió del paraguas macrifascista.
De acuerdo al documento que se presentó en Inmodoro Py, el sistema de recaudación ilegal se llevó a cabo mediante tres maniobras. Tailhade detalló que una de ellas fue la contratación de 800 empleados, que no cumplían funciones dentro del ministerio y la secretaría, que entregaban a este entramado el 70% de lo facturado.
De esas personas, 600 lo hicieron por un convenio con el Centro de Desarrollo y Asistencia Tecnológica (CEDYAT) y 200 mediante otro con la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Según se pudo saber, la facturación promedio era de $ 70.000 por lo que casi $ 40.000.000 mensuales iban para este sistema de recaudación ilegal.
Otra de las maniobras utilizadas fue la autorización de pagos de bienes y servicios sobrefacturados. O sea, se presupuestaba más de lo que efectivamente costaba lo adquirido e incluso, en varias oportunidades, que jamás se entregaba. Estos acuerdos se concretaron con empresas que se quedaron con parte de lo facturado para entregar el resto al esquema de recaudación.
Finalmente, también recurrieron a la constitución de sociedades anónimas simplificadas para ocultar bienes adquiridos con fondos provenientes de la actividad ilegal y, a la vez, facturar al ministerio por servicios inexistentes.
Una vez fuera del poder, el macrifascismo salió en bloque a levantar las banderas de la lucha contra la corrupción y el avance de causas contra el kirchnerismo. Sin embargo, la atención ahora se posó sobre ellos porque bajo este sistema ilegal y los tres esquemas de recolección descritos, calculó el diputado del Frente de Todos, se recaudaron más de $ 1.000 millones en tan sólo un año.
Fuente: nota de Carla Pelliza para El Destape web
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