El dueño de El Imparcial había preparado comida para más de 300 personas y terminó en una clínica descompensado. En la panadería La Rosa, la bronca no baja. Cómo reclamar.
“Me levanté tipo 7.30 y no había luz. Pensé que era mi casa, pero al bajar vi que era todo Acoyte y Rivadavia. El garaje no tenía luz y no pude sacar el auto, así que me fui en taxi. En el taxi me entero que era más general y cuando llego al local estaban a oscuras. Los empleados que viven más lejos me escribían que no tenían cómo llegar. Empecé a llamar a los clientes que me habían reservado una mesa por el Día del Padre. Tenía 270 reservas entre los dos locales. No conseguía comunicarme con nadie. La luz vino al mediodía en uno de los locales y cerca de las 15 en el otro. Hubo algunas familias que vinieron y les hicimos lugar en el local que tenía luz, pero fueron casos muy puntuales. Se había perdido el día completo. Por la noche mantuvimos abierto, pero las dificultades que planteaba ese día provocaron que viniera la mitad de la gente de una noche habitual. Nos perdimos ingresos por 200.000 pesos. Con los nervios que tenía, me descompensé y terminé en el Sanatorio Anchorena. Así fue mi Día del Padre”. El relato es de Jorge Dutra, dueño del mítico restaurante El Imparcial, el más antiguo de Buenos Aires.
El mega apagón del domingo pasado generó pérdidas imposibles de calcular en términos exactos, pero un recorrido por casos puntuales da una referencia de cómo se vivió ese hecho inédito. Si bien no era un día hábil, la particularidad de que coincidiera con la celebración familiar hizo que su efecto se sintiera mucho más en aquellas actividades vinculadas con los servicios. Las asociaciones de consumidores podrían presentar un amparo colectivo, pero algunos usuarios particulares, que hayan sufrido pérdidas extraordinarias, pueden ir a la Justicia para conseguir una compensación acorde a su situación.
“Un día así siempre se arranca temprano. A las reservas siempre se suman unos 100 cubiertos. El problema es que después ya no sabíamos cuándo iba a venir la luz. Tengo un negocio frente al otro y en uno vino después de las 11 y en el otro a las 14.45. Ya habían terminado todos los almuerzos, que es la hora en que más se juntan las familias para ir a comer afuera”, dice Dutra. Su restaurant paga entre 80.000 y 100.000 pesos de luz y 55.000 de gas por mes. “Teníamos rabas que descongelamos para empezar a cortar temprano y las terminamos tirando porque la luz vino a las tres de la tarde”, agrega el dueño de El Imparcial.
Según explica Héctor Polino, de Consumidores Libres, siempre el usuario tiene derecho a reclamar una compensación por los daños y perjuicios ocasionados por los cortes. “Ahora bien. Creo que hay que esperar unos días para poder estudiar bien el tema y realizar una acción judicial de incidencia colectiva promovida por una entidad de defensa de consumidores, como Consumidores Libres, que tenga personería para realizar una acción de ese tipo. Para eso hay que conocer la posición de los organismos públicos sobre ese tipo de demandas. El daño existe”, explica el titular y abogado de la entidad.
“A nosotros se nos apagaron las máquinas a las 4.55. Tenemos máquinas de alto consumo (trifásicas) y a esa hora se cayó una de las fases. Seguimos amasando a mano algunas cosas y metimos en los hornos la primera tanda. Tipo 7.20 nos quedamos sin luz completamente y ahí empezó el verdadero problema”, relata Rafael Albornoz, dueño de la panadería La Rosa, en la localidad de San Martín, en el conurbano bonaerense.
Al cortarse la luz, los hornos quedan sellados a altas temperaturas y cualquier demora para sacar las bandejas de pan o facturas implica que se queme el producto. “Son una especie de semicírculo, en el que entran unas 30 bandejas de 40 por 60 centímetros. La temperatura un metro adentro del horno es de 200 grados. Lo que tenés, se te quema. Entre que buscás linterna, la luz del celular, velas o lo que sea, fuiste. Recién volvió pasado el mediodía”, detalla Albornoz. “Me tuve que arreglar haciendo unos 20 kilos de pan amasando a mano, al estilo de 1870. Encima en esa fecha”, relata.
“Calculá que si tenía una venta de 15.000 pesos, como es habitual un domingo, perdí el 50 por ciento. En un mayorista de pan acá en el barrio le quedó una horneada de pan completa, que son unos 70 u 80 kilos de pan. Pan de piso y de bandejas. Perdió 170 kilos y la cocción de factura de media mañana. De 20.000 a 25.000 pesos sólo de mercadería. Sin contar lo que podría haber vendido. Es muy difícil valorar lo que perdés. Te agarra tanta bronca”, agrega Albornoz, dueño de una pequeña panadería que paga 12.000 pesos de gas y 8500 de luz todos los meses. Según comentó a este diario, ya hizo el reclamo al centro de Edenor en San Martín. La empresa le contestó que habría una evaluación de daños. “El problema es cómo lo demuestro”, sostiene.
Polino explica que “aquellos que tuvieron un daño específico, como un artefacto eléctrico que se dañó, la pérdida de vuelo por no poder viajar o un accidente automovilístico por la falta de semáforos, pueden pedir una reparación mayor”.
“Siempre tienen derecho a reclamar, primero ante la empresa y después ante el gobierno, un monto determinado por el daño y perjuicio. Para ello se requiere reunir la mayor cantidad de prueba posible, desde elementos físicos hasta testimoniales, para facilitar un posible juicio”, explicó el referente de Consumidores Libres. Albornoz aseguró que desde el Centro de Panaderos se evalúa la posibilidad de hacer una presentación colectiva del sector.
Nota de Cristian Carrillo para Página/12
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