Intendentes y legisladores temen que Córdoba quede aislada ante un peronismo que se une detrás de la fórmula Fernández-Fernández. El dilema de la boleta de octubre.
Aunque hace menos de un mes se impuso cómodamente en las elecciones provinciales, se aseguró cuatro años más de gobierno y recuperó la capital, el peronismo de Córdoba está convulsionado por las dudas que genera el posicionamiento nacional de Juan Schiaretti y empieza a crecer la presión desde abajo hacia arriba para apoyar la candidatura de Alberto Fernández.
Por estos días el gobernador quedó en la mira de varios sectores del peronismo cordobés que comienzan a mostrar cierto fastidio por su decisión a medias de apoyar el armado de Argentina Federal. Es que "El Gringo" anunció que trabajaría para fortalecer la tercera vía, al mismo tiempo que empujaba la salida de Roberto Lavagna y hacía un sinuoso llamado al diálogo a Daniel Scioli, que nunca se concretó. Con la chance de que Sergio Massa termine acordando con el kirchnerismo, el peronismo federal parece destinado a la testimonialidad en las elecciones.
Esto genera una preocupación (en muchos casos bronca) importante en el peronismo cordobés, especialmente entre los intendentes y legisladores, que comenzaron a hacer trascender que los dirigentes de base y la militancia los presionan para apoyar a la fórmula Fernández-Fernández.
El temor es doble. Por un lado, preocupa volver a quedar aislado cuando la mayoría de los gobernadores se movió hacia el kirchnerismo. "Una cosa es quedarse afuera del peronismo cuando está dividido, y otra cosa es quedarnos afuera con el peronismo unido", sostienen desde "la Docta".
Por otro lado, el gran dilema es qué sucederá con las listas del PJ cordobés en octubre. Schiaretti tiene que renovar dos bancas y, si mantiene su idea de jugar detrás de la candidatura de Juan Manuel Urtubey o Miguel Pichotto, corre riesgo de no lograrlo en un escenario de polarización. Mucho más si el propio Schiaretti no se mueve para fortalecer esa boleta y si sus bases militan por Fernández-Fernández. Una idea que empieza a sonar es no presentar listas, como hizo José Manuel de la Sota en 2011 por su enfrentamiento con Cristina.
Esta situación puede derivar en que el propio Schiaretti (que se fue de vacaciones y recién volverá cerca de la inscripción de las alianzas) quede aislado políticamente en Córdoba, ante un crecimiento de la bronca en el peronismo cordobés donde no tiene ningún adepto la idea de quedar pegados a Macri Blanco Villegas.
La mala estrategia nacional de Schiaretti habría generado algún ruido en la relación con el senador Carlos Caserio, el principal operador político del peronismo cordobés. Caserio trabajó históricamente junto a De la Sota en el diseño de las estrategias electorales, aunque esta vez el gobernador tomó las decisiones. Los traspiés de las últimas semanas han reflotado las críticas a Schiaretti por su presunta impericia para los armados políticos, que su antecesor manejaba con naturalidad.
Schiaretti fue el único gobernador peronista que no atendió durante todo el año los llamados de Alberto Fernández, ni siquiera cuando fue ungido candidato. El cordobés no devolvió ningún gesto, ni siquiera cuando Cristina bajó la lista.
Ante esto, el ex jefe de gabinete empezó a tejer lazos por abajo y habló con intendentes y legisladores, que se mostraron más que dispuestos a moverse con independencia de Schiaretti y empujar en el territorio la fórmula Fernández-Fernández.
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