Algunos gobernadores esperan un triunfo categórico en Córdoba para pedirle que pelee por la Casa Rosada. No será fácil convencerlo.
Juan Schiaretti es por peso político e historial el líder natural de los gobernadores y un eje de ese peronismo no kirchnerista que va desde el vende humo Sergio Massa hasta el candidato fantasma Roberto Lavagna, que hasta ahora no ha logrado consolidar una opción competitiva a la polarización entre Macri Blanco Villegas y Cristina.
Por eso mismo, no son pocos los que en ese espacio están esperando el resultado de las elecciones de Córdoba del 12 de Mayo. Si como indican las encuestas Schiaretti tiene un triunfo histórico, varios gobernadores analizan pedirle que se lance por la Presidencia.
El menos entusiasmado con la idea es el propio Schiaretti. Además de arrastrar algunos problemas de salud que le exigirán atención en plena campaña presidencial, el gobernador de Córdoba cree que sus coprovincianos no le perdonarían que deje la provincia poco después de ser reelecto.
"Está enfocado cien por cien en Córdoba, de lo único que habla es de lo que habrá que hacer si consigue la reelección", confirmó un dirigente que suele hablar seguido con el mandatario provincial.
Otro escollo son las trabas legales. Las listas presidenciales cierran el 22 de junio y Schiaretti debería hacer campaña con su mandato actual vigente y el siguiente por iniciarse. Una licencia podría resolver el entuerto en Tribunales, pero un experimentado diputado cordobés reconoció que "habría problemas constitucionales".
Nada de esto desalienta a varios de sus pares que le reconocen una buena gestión en Córdoba y capacidad política para gobernar un país que en necesitará un riguroso control del gasto y una negociación óptima con los acreedores externos. "Sería una solución", afirmó un gobernador que reconoció que "cada vez más se habla de Schiaretti".
La última opción que salió del laboratorio político de ese espacio difuso que intenta salir de la grieta entre el hijo bobo de Franco Macri y Cristina fue el ex ministro Roberto Lavagna, pero su nombre empezó a perder brillo en la misma medida que sorprendió cierta torpeza política en sus declaraciones a los medios.
"No tiene estructura, no quiere ir a primarias, pone vetos y espera una presidencia servida. No va a ocurrir", afirmó un integrantes del cuatrocopista peronismo federal, que ya acepta que, si nada cambia, no están lejos de resignarse a Cristina Fernández de Kirchner. Fue lo que expresó el entrerriano Gustavo Bordet, luego de su aplastante triunfo.
Schiaretti es uno de los pocos gobernadores, sino el único, que jamás intentó comunicarse con el Instituto Patria para hablar del escenario electoral y asegura que se enteró por los medios que Cristina había decidido allanarle aún más el camino, bajando al candidato de Unidad Ciudadana, Pablo Carro.
Pero por ahora en su entorno descartan de plano que se tiene con la pelea presidencial. "Quiere un segundo mandato en Córdoba para terminar todas las obras que tiene en marcha", agregaron las fuentes consultadas. En efecto, Schiaretti lleva adelante el plan de obra pública más importante del país y lo está instrumentando con fondos propios.
En la intimidad, el gobernador acepta que su triunfo servirá para potenciar al peronismo federal y por lo tanto a sus candidatos, Massa, Urtubey y Miguel Pichotto, el único que tendió un puente con Roberto Lavagna. Sin embargo, no tiene claro cuánto entusiasmo podrá contagiar como para seducir al núcleo de indecisos que definirá la elección en octubre.
Su rol como coordinador del peronismo federal no fue sencillo. Incluyó una foto con Pichotto, Urtubey y Massa en el despacho del consultor Guillermo Seita y actos como el de Mar del Plata en febrero, con la ausencia del sorete salteño por la crecida del río Pilcomayo.
"Ahora me aboco a Córdoba, porque tengo que garantizar mi reelección", les anunció y el trío nunca más se mostró unido. Schiaretti interrumpió su campaña para recibir a Roberto Lavagna y pedirle sin éxito que aceptara sumarse a la primaria. Ahora se lo pedirán a él.
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