El presidente esperó desvelado que el ministro de Economía le enviara el acuerdo por escrito. Envió un mensaje al chat del gabinete resaltando la necesidad de mantener la unidad. Cómo pesaron las opiniones de Cristina Fernández de Kirchner y Roberto Lavagna.
Martín Guzman y Sergio Chodos se quedaron de madrugada cerrando acuerdos a través de Zoom |
“Voy a romper la cuarentena por un minuto”, avisó el presidente Alberto Fernández al recibir en Olivos con un abrazo al ministro de Economía, Martín Guzmán, luego del acuerdo con los bonistas en una larga jornada de negociaciones que se extendió hasta la madrugada.
El último mensaje lo habían tenido a la inusual hora de 3.45, cuando Guzmán le envió el comunicado de cierre. Como buen abogado, Fernández necesitaba el texto firmado para quedarse tranquilo. Mientras tanto, se mantuvo desvelado mirando una serie en Netflix.
Poco después, al levantarse, Alberto confirmó la noticia en el grupo de WhatsApp que comparten todos los integrantes del gabinete: “Nunca dudemos de la importancia de nuestra unidad y del camino que hemos emprendido”, dijo.
La decisión fue salir a expresar satisfacción por la resolución sin hacer demasiada alharaca dada la crisis que persiste por la pandemia y las víctimas que se cuentan día a día. Sin embargo, en el Gobierno creían que se había dado un paso fundamental para empezar a salir, que se combinó poco después con la presentación del plan Procrear, una de las medidas para la pospandemia.
Cristina y Lavagna
Más allá de la dureza de la negociación, el Gobierno quería evitar a toda costa el default y conseguir el acuerdo en esta instancia. En la entrevista publicada el domingo pasada en Página/12, Guzmán abría la posibilidad de iniciar directamente el diálogo por la deuda con el FMI y dejar la cuestión de los acredores privados para más adelante, pero en verdad no estaba en los cálculos del presidente.
Anteanoche contó que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el ex ministro Roberto Lavagna le habían recomendado ceder un poco para facilitar que los fondos accedieran a acordar. Lavagna le dijo que además de la “sostenibilidad económica” debía procurar la “sostenibilidad política”. Todo un dato viniendo de un economista.
La última noche
Fernández estaba en Olivos con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, cuando habló por última vez con Guzmán, cerca de la medianoche del lunes. Todo estaba encaminado, sólo quedaban detalles.
Justamente lo que tenía más intranquilo al jefe de Estado, era que se desmoronara todo por alguna pequeña diferencia. Por eso le pidió que le mandara el acuerdo por escrito, no importara la hora. Guzmán se quedó cerrando las negociaciones en su despacho.
“Hay que coordinar entre más de 50 fondos”, explicaban en Gobierno la demora. El último tema en acordar fue qué día de enero Argentina debía cancelar los pagos de los vencimientos. Cada día se cuenta en dinero, pero la primera semana del año era de improbable actividad pública y bancaria para las características argentinas, por lo que el ministro fijó la fecha para el 9 de enero. El zoom con los fondos Blackrock y Monarch fue a las 2.40, poco antes de que abrieran las Bolsa de Valores europeas.
Guzmán superstar
Dicen que Guzmán, en habitual serio, apareció más sonriente que nunca en la quinta presidencial. Además de Fernández, ya habían llegado Cafiero, el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, y el vocero Juan Pablo Biondi.
El titular del Palacio de Hacienda había recibido por chat la felicitación de todos sus colegas del gabinete. En la entrevista que dio el martes por la noche, Alberto llenó de elogios la tarea de Guzmán y “todo lo que tuvo que aguantar” durante estos meses, de ahí el abrazo sin distanciamiento.
El ministro, explicaban en Gobierno, se mantuvo siempre fiel a la estrategia trazada junto al presidente. En especial la de no moverse respecto a la última oferta de pagos de capital e intereses pese a todas las interpretaciones que pulularon respecto a que sólo faltaban “tres dólares” para complacer a los bonistas más duros.
Los que sí, los que no
Esa postura le valió múltiples operaciones en su contra. Principalmente desde el fondo BlackRock, que siempre que pudo lo mencionó como un obstáculo para el acuerdo hasta poner en duda su capacidad como funcionario. El presidente tuvo en la intimidad algunos conceptos no precisamente elogiosos para algunos que intentaban colocarse la cocarda de negociadores de último momento. Uno de ellos era el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, quien dejó trascender que había formado parte de algunos diálogos decisivos y que incluso hizo una conferencia de prensa ayer en el Congreso para hablar del tema. Otro, el ex titular de YPF y empresario petrolero Miguel Galuccio, otro que aseguraba que había movido sus contactos en los fondos de inversión. En el Gobierno desconocían que hubiera existido alguna gestión de su parte.
El protagonismo, repetían, era para Guzmán y su equipo: Sergio Chodos y Diego Bastourre. A ellos agregaban el trabajo realizado por Beliz, quien como funcionario del BID vivió muchos años en Washington y mantiene buenos vínculos en el Departamento de Estado, indispensables para reactivar las negociaciones cuando surgen obstáculos. Lo mismo respecto a los actuales representantes argentinos, empezando por el embajador Jorge Argüello, quien desde que asumió el cargo tomó como prioridad trabajar para que se llegara a un acuerdo.
La nueva etapa
Ahora, aseguraban, se abría otra etapa. No sólo para el Gobierno sino también para el sector privado, que podrá de nuevo acceder a los mercados. “Es un gol indiscutible para todos. Nosotros creemos que ya metimos muchos goles: el IFE es un gol, el ATP es un gol, la baja cantidad de muertos por el coronavirus es un gol. Lo que pasa es que esos algunos te los cuestionan, este en cambio hasta los macristas tuvieron que salir a reconocerlo”, comentaban en Olivos. Creían que la negociación que los organismos internacionales será más sencilla en medio de la singular situación que atraviesa la economía mundial.
El anuncio llegó justo el día que se relanzó el plan Procrear, una de las apuestas oficiales para atacar el déficit de vivienda y activar la construcción. La semana terminaría redonda si el viernes se presentan las ya famosas 50 o 60 medidas que constituirán el plan para la pospandemia.
Alberto anticipó anteanoche que las medidas ya están, lo que falta es terminar de confeccionar el plan específico para cada región que los ministros Guzmán, Eduardo "Wado" de Pedro y Matías Kulfas vienen conversando con los gobernadores. También ayer, los tres cerraron el ciclo de consultas con el gobernador bonaerense Axel Kicillof, dado que también el AMBA tendrá su plan de desarrollo.
Por Fernando Cibeira para Página/12
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