Llamados de obispos, movilizaciones y militancia evangélica. La Unión Cívida Radical, otra vez con la llave maestra.
En el despacho de un senador que anticipó su respaldo al aborto legal el teléfono suena decenas de veces por día y el mensaje se repite: un particular se identifica y expone argumentos para que cambie de idea.
"Te imaginas que cada llamado es una discusión nueva y no podemos quedar incomunicados", se resigna el secretario. Su jefe se declarara "ateo", no se conmueve con la presión (que se completa con millones de súplicas por whatsapp), pero a muchos de sus colegas los hizo flaquear y así el debate volvió a tener un final abierto.
No parecía el escenario cuando se aprobó en Diputados y Miguel Ángel Pichotto (jefe del bloque de Argentina Federal), Luis Naidenoff (Cambiemos) y Marcelo Fuentes (kirchnerismo) testeaban los pocos votos que faltaban para una rápida sanción.
Pensaban tener la ley antes de las vacaciones de invierno, pero no pudieron: Gabriela Michetti y los senadores Federico Pinedo, Esteban Bullrich y la radical Silvia Elías de Pérez lograron estirar la fecha al 8 de agosto.
Tiempo suficiente para el lobby de los antiabortistas, un colectivo heterogéneo y no siempre coordinado referenciado en figuras del episcopado, pastores evangélicos y ONGs como Unidad Provida, sostenida por muchas organizaciones cercanas a la Iglesia.
Fueron los que escracharon al ministro de Salud Adolfo Rubinstein en Tandil y participaron de la manifestación en la quinta presidencial Olivos, junto a la Asociación Civil Centro de Desarrollo y Atención Social Amor en Acción. Su posible aparición en el acto del día de la bandera en Rosario habría sido una de las causas del faltazo de Mugrizio Macri Blanco Villegas.
El último sábado los provida hicieron un festival en Ferro con mucha juventud y prometieron una actividad por semana contra el aborto en cualquier ciudad del país, con una modalidad: abuchear con nombre y apellido a los diputados que gestaron la ley. Brenda Austin y Facundo Suárez Lastra (UCR), Silvia Lospennato (PRO), Daniel Filmus (FPV) y Martín Lousteau (Socialdemócratas) fueron los más repudiado.
En la Cámara baja persiste el clima tenso por los escraches previos a la sesión, que incluyeron teléfonos viralizados, pintadas en los domicilios y amenazas por las redes. Algunos fueron a la justicia y las primeras investigaciones apuntan a grupos de ultraderecha o de pasado peronista, con acceso a información sensible para molestar.
Las marchas antiaborto en el interior son temidas: reunieron 100 mil personas en Tucumán y coparon centenares de ciudades chicas ante del 13J. El único mano a mano que pierden con la Campaña del aborto legal es en las puertas del Congreso, que intimida a los legisladores el día de la votación pero no tanto en las semanas previas.
Los arzobispos están jugando fuerte. La gestión del cordobés José Ñañez fue clave para que la diputada Alejandra Vigo, la esposa de Juan Schiaretti, se abstuviera y no votara a favor y también para que los tres senadores de su provincia, que iban a sancionar la ley, propusieran aprobarla con cambios y dejarles la última palabra a sus colegas del otro edificio.
Fue un golpe bajo para los de pañuelo verde, que creían de su lado a los macrifascistas Ernesto Martínez y Laura Rodríguez Machado y al cordobés Carlos Caserio, que es el vice del bloque de Pichoetto. Discutieron feo.
Caserio acercó al Senado un conflicto que la Iglesia tomó y logró asustar a Schiaretti: la inversión que les espera a los hospitales provinciales para practicar abortos, un tema álgido en tiempos de ajuste.
Michetti no pudo sumar la comisión de presupuesto en el debate que empieza el martes pero los costos médicos se escucharán y ya preocupan a muchos senadores dubitativos. "Si no lo regulamos, el misoprostol va a ser un nuevo foco de corrupción", alertó uno de ellos.
Andrés Stanovnik es el arzobispo de Corrientes y el martes, poco antes el partido de Argentina y Nigeria, llamó a Carlos Espínola, feliz porque había anunciado que votará en contra del aborto, cuando en su bloque Justicialista confiaban en su abstención.
Un rol similar habría tenido la iglesia de Salta para que Rodolfo Urtubey, hermano del gobernador de Salta, anticipara que votará en contra, avanzará en la despenalización plena de la mujer pero no se abstendrá ni se irá del recinto, como especulaban muchos de sus pares. Es raro que hable en los diarios.
Pero el arzobispo más activo es Víctor Manuel "Tucho" Fernández, de La Plata, reemplazo reciente del histórico Héctor Aguer y cercano al Papa Francisco, que deja su huella en cada relevo y ya tomó control pleno de la curia local.
Bergoglio es el referente ineludible del presidente el Episcopado Oscar Ojea y de otras figuras como su sucesor Mario Poli y el titular de la Pastoral Social, Jorge Lugones, el más duro contra el régimen macrifascista.
Fernández fue incapaz de persuadir a sus coterráneos (Daniel Lipovetzky, Alejandro Echegaray y Miguel Bazze, de la alianza de derecha Cambiemos, militaron con pañuelo verde), pero muy hábil para presionar a figuras políticas.
María Eugenia Vidal fue a su asunción y lo escuchó despotricar contra el aborto y habla seguido con el diputado Nicolás Massot, jefe del bloque PRO, y militante full time por "las dos vidas".
A la presión callejera y política se sumó la iglesia evangélica, que congrega a miles de personas y hace una década son mano de obra silenciosa de las campañas políticas. Es habitual que ayuden a fiscalizar y repartir boletas de candidatos sin militantes y hasta incursionan en la política partidaria.
En La Pampa, el pastor Daniel Robledo es diputado provincial aliado al gobernador Carlos Verna, gestor de los votos que faltaban para aprobar la ley en Diputados. Ordenó a sus dos senadores ayudar pero "los evanjas", como los identifican los grupos católicos, están dispuestos a romper filas para una elección reñida como la que se viene.
Los pastores pueden juntar 25 mil personas en La Matanza sin ser noticia pero no pasan desapercibido en el norte del país, donde su poder de convocatoria ya es cosa seria para los políticos.
En Chaco, el "Festival Sobrenatural de la familia" llenó en mayo el estadio Chaco For Ever y obligó a repensar su voto al senador Ángel Rozas, jefe de la UCR.
El partido centenario está en la mira de la Iglesia por haber torcido a sus diputados a último momento y la posibilidad de repetir la historia en la Cámara alta.
Rozas es uno de los indecisos que los verdes creen de su lado, como también al pampeano Juan Carlos Marino, que sumaban entre los suyos hasta hace unas semanas pero no lo pueden hacer hablar.
Elías de Pérez es la voz radical por las dos vidas y no la tendrá fácil cuando Ernesto Sanz empiece a llamar a sus colegas para que al menos se abstengan. Los más apuntados son el traidor hijo de puta Julio Cobos y el riojano Julio Martínez. Sólo hay 72 senadores. Cada uno suma mucho.
Fuente: nota de Mauricio Cantando para La políotica On Line
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