El candidato demócrata pasó al frente en el recuento de Georgia y Pensilvania, además de liderar Arizona y Nevada, entre los cinco estados que aún cuentan los votos. Trump insiste con su teoría del fraude y tensiona la situación política.
Joe Biden tomó ayer la delantera en el recuento de votos en Pensilvania y Georgia, se convirtió en el favorito en los cinco estados clave donde continúa el escrutinio y quedó a un paso de ser declarado presidente electo, tres días después de una histórica elección contra el actual mandatario Donald Trump.
La remontada pone a Biden en mucha mejor posición que Trump para alcanzar los 270 votos en el Colegio Electoral que necesita un candidato para ser proclamado presidente de Estados Unidos.
El ganador de los comicios tomará las riendas de un país enfrentado a desafíos enormes, incluyendo una pandemia de coronavirus que se agrava día a día y una polarización política y una tensión racial como hacía muchos años que no se veían.
Trump, de 74 años, permanecía ayer en la Casa Blanca, mientras que Biden, de 77 años, estaba en su casa de Wilmington, Delaware.
Autoridades de Georgia anunciaron que van a proceder a un recuento de los votos de las elecciones del martes pasado, con lo que todas las miradas se dirigían ahora a Pensilvania, el estado natal de Biden, donde el equipo de Trump ya denunció el escrutinio ante la Corte Suprema.
La campaña oficialista dejó en claro en un comunicado que no reconocerá un potencial triunfo del candidato demócrata, que "esta elección aún no terminó" y que, cuando concluya el recuento, el republicano "será reelecto".
Más tarde, el presidente agregó que sus denuncias ya no se limitan "a ninguna elección en particular. Esto se trata de la integridad de todo el proceso electoral".
Por su parte, la campaña del ex vicepresidente Biden volvió a pedir que se "cuenten todos los votos" y, por primera vez, elevó el tono de su mensaje.
"Esta elección será decidida por el pueblo estadounidense. Y el Gobierno de Estados Unidos es perfectamente capaz de sacar escoltados a intrusos de la Casa Blanca", advirtió Andrew Bates, vocero de la campaña de Biden.
La presidenta de la Cámara de Representantes del Congreso, la demócrata Nancy Pelosi, incluso calificó a Biden como "el presidente electo" del país, pese a que aún este no se proclamó ganador.
Escrutado el 98% en su estado natal de Pensilvania, Biden pasó hoy al frente por más de 14.800 votos, luego de haber llegado a tener una desventaja inicial de más de 600.000 sufragios.
En tanto, en Georgia, escrutado el 99% de los votos, Biden aventajó también ayer a Trump y ahora lo supera por casi 1.600 votos en ese estado históricamente republicano, según cifras oficiales citadas por las cadenas Fox News y CNN.
Trump necesita sí o sí los 16 votos electorales de Gerogia y los 20 de Pensilvania para mantener vivas sus esperanzas de ser reelecto..
Autoridades de Georgia anunciaron que todavía faltaban contar 8.890 votos de las fuerzas militares y que una vez finalizado el escrutinio, harán un recuento general.
"Con un margen tan pequeño, va a haber un recuento en Georgia", dijo a la prensa Brad Raffensperger, el secretario de Estado, que es el consejero de Interior encargado del proceso electoral de Georgia.
En Estados Unidos las leyes electorales cambian según el estado y en el caso de Georgia el recuento no es obligatorio, pero puede ser solicitado por un candidato si el margen es de 0,5% o menor o a discreción de un funcionario electoral si le parece que hay un error.
La Presidencia se definirá en Pensilvania y Georgia y otros dos estados competitivos, donde aún sigue el escrutinio y donde todavía no fue proyectado un ganador por los medios de Estados Unidos.
El repunte de Biden en Georgia y Pensilvania comenzó cuando se empezaron a computar los millones de votos llegados por vía postal, un terreno en el que los demócratas han dominado históricamente.
Trump, que ha denunciado fraude y recurrido a la Justicia para frenar el recuento en varios estados decisivos, insistió ayer falsamente desde la Casa Blanca con que los votos que fueron emitidos antes o durante la elección, pero contados después, son "votos ilegales".
Sus palabras marcaron un quiebre para algunos líderes republicanos, que comenzaron a tomar distancia, aunque la mayoría del partido oficialista aún se mantiene entre un apoyo velado al mandatario y el silencio.
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