La demanda judicial alcanza también a los hijos mayores de Miauricio. Los considera testaferros del idiota confeso en una maniobra de ventas de acciones de Socma de la que se siente perjudicado.
Las disputas intrafamiliares del clan Macri por la herencia del fundador de Socma y los manejos turbios de su hijo bobo deberán dirimirse en la justicia comercial. Mariano Macri, quien no oculta el desprecio por su hermano Miauricio, al que le reclama su parte en los negocios familiares, inició la semana pasada una demanda contra quienes considera testaferros del retrasado mental, como sus tres hijos mayores y el hermano Gianfranco, por considerar que “faltaron a la lealtad, la buena fe, la verdad, el trato equilibrado y demás normas de conducta” al negarse a transparentar “la transferencia del 20 por ciento de las acciones de Socma Americana y de Macri Investment Group S.A.” heredadas por el subnormal.
El abogado del hermano díscolo, Héctor Raúl Trevisán Palacios, solicitó la nulidad del laudo suscripto el 1º de octubre por el Tribunal de Arbitraje General de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires -que convalidó esa operación en el marco de un proceso denominado paradójicamente “amigables componedores”-, reclamó a la justicia que los condene a “exhibir toda la documentación motivo de la transferencia” y que les cargue a los demandados las costas del proceso.
Los hechos que sustentan la denuncia arrancan con un acuerdo firmado por los cinco hijos de Franco -de los cuales falleció Sandra- como accionistas de Socma Americana S.A. y de Macri Investment Group S.A., por el que decidieron someter cualquier diferencia, incluidas las relacionadas con la venta de sus acciones, al tribunal de arbitraje de la Bolsa de Comercio. La operación que derivó en su intervención fue la cesión del 20 por ciento de las acciones de Mauricio a sus hijos mayores: Gimena, Agustina y Francisco Juan. El acuerdo establecía un complejo mecanismo por el cual si un accionista quería vender su parte debía formular una propuesta irrevocable a los otros cuatro. La venta que propuso Miauricio sólo fue aceptada por Gianfranco. La rechazaron Mariano, Florencia y los hijos de Sandra. Ahora Mariano sostiene que el precio pagado en los hechos no es el que figuraba en la oferta de sus tres sobrinos.
El arbitraje se inició cuando Miauricio y sus hijos le negaron al resto de los socios “el derecho a conocer el texto del contrato celebrado con la finalidad de verificar si la oferta dirigida a todos, pero aceptada sólo por el demandado Gianfranco Macri, se mantuvo sin modificación alguna" al momento de firmarse "el contrato de transferencia de acciones”, reconstruye el escrito. Lo que reclamaban era verificar “que la operación no se haya concretado en un precio menor o distinto al informado al resto de los accionistas”.
El laudo de la Bolsa determinó la “inexistencia de incumplimiento” mientras “la demanda lo que exige es el cumplimiento” del acuerdo, diferencia el abogado. “Lo que hace el laudo es encubrir una conducta de mala fe, de ocultamiento de la verdad, de amparar una negativa absolutamente abusiva y propia de quien se cree superior y ¿por qué no? por quien ya habría cerrado su negocio perfectamente y no desea que se sepa que se modificó el precio y/o condiciones esenciales de la oferta irrevocable y de la aceptación irrevocable, violándose desde el principio el Acuerdo de accionistas”, cuestiona la sentencia del tribunal de la Bolsa.
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