"Estoy convencido qué tendré que volver" a pedir una prórroga, afirmó el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, ante un Parlamento español casi vació.
El presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, aseguró ayer que probablemente tendrá que pedir una tercera prórroga del estado de alarma que rige en el país a causa de la pandemia de coronavirus, lo cual llevaría el confinamiento de la población hasta el próximo 10 de mayo.
La declaración de Sánchez se conoció en el marco de la actual emergencia sanitaria por el Covid-19, que ya causó la muerte a más de 15.000 personas en España.
"Estoy convencido qué tendré que volver" a pedir una prórroga, afirmó el líder socialista ante un Parlamento español casi vació que debatió durante 11 horas la segunda extensión del estado de alarma hasta el 26 de abril, que fue aprobada por una mayoría de los diputados que votaron vía telemática debido a las medidas de distanciamiento social.
El gobierno de coalición progresista encabezado por Sánchez obtuvo también apoyo para sus decretos económicos, que incluyen ayudas a las pymes y trabajadores, y la prohibición a las empresas de despedir personal, entre duros reproches de la derecha y extrema derecha y críticas de sus aliados independentistas y de la izquierda.
En una difícil intervención en medio del dolor y luto que atraviesa el pais por la pérdida de más de 15.000 vidas (683 de ellas en las últimas 24 horas), el líder socialista dijo que "toda Europa llegó tarde" a la crisis del coronavirus, pero "España actuó antes".
"La magnitud global de esta pandemia es aterradora, vertiginosa. Son tiempos extraordinarios que requieren medidas excepcionales", subrayó Sánchez, quien de antemano cuenta con el respaldo parlamentario suficiente para validar la prórroga del confinamiento, pese a que la oposición se muestra cada vez más dura en sus críticas.
España se encuentra en una fase de ralentización, tras superar el pico de contagios, ya que la pandemia evoluciona ya de forma descendente, lo cual puede reflejarse en las cifras, que ayer mostraron un retroceso en el número de muertos diarios, 683, y de nuevos contagios, 5.756, después de dos días de leves repuntes.
El político progresista remarcó que el confinamiento "está funcionando" y "tras una lucha agónica, el incendio comienza a estar bajo control", pero advirtió que todavía queda mucho por delante y que el "plan de transición" tras el confinamiento será "progresivo, escalonado y duro".
"Lo último que debemos permitir sería un desliz" porque "más que un retroceso, supondría una recaída", subrayó Sánchez, antes de advertir que solo habrá una "normalidad plena" cuando "el mundo disponga de una vacuna eficaz" contra la enfermedad.
Pese a la falta de confianza que le transmitió la oposición en las últimas semanas, el presidente del gobierno de coalición de España insistió en la necesidad de una actitud de "unidad y lealtad" y presentó oficialmente en el Congreso su propuesta de reeditar los "Pactos de La Moncloa" para la reconstrucción económica y social del país tras la pandemia, refiriéndose al gran acuerdo que se forjó en 1977 en la transición de la dictadura hacia la democracia.
A diferencia de otros países del entorno, "la emergencia global" del coronavirus trajo en España una "crisis política", lamentó Sánchez, quien pidió a los políticos de su país que "contribuyan" en la Unión Europea para reclamar "sin fisuras" un "Plan Marshall".
“La Unión Europea está en peligro si no hay solidaridad (...) Ni la austeridad ni los recortes son el camino. Queremos que la reconstrucción comience por el estado del bienestar”, remarcó el dirigente socialista al inicio de su intervención en una jornada clave en la que el Eurogrupo (ministros de finanzas del euro) debate respuestas económicas en un contexto de fuerte división entre los países del norte y los del sur.
Durante el debate, el líder del PP, Pablo Casado, le garantizó a Sánchez el voto favorable de la primera fuerza de la oposición pero no escatimó en críticas, incluso recuperando una frase que el fallecido dirigente socialista Alfredo Pérez Rubalcaba lanzo al ex presidente conservador José María Aznar tras los atentados islamistas del 11 de marzo de 2004 en Madrid.
“Los españoles merecen un Gobierno que no les mienta, merecen un Gobierno que les diga la verdad”, dijo Casado, para quien Sánchez tiene "nula" autoridad moral para pedir lealtad y unidad.
El dirigente conservador acusó a Sánchez de mentir en la cifra de fallecidos por Covid-19, que podría ser el doble, según aseguro, y de buscar "una cortina de humo" con su oferta de reeditar el Pacto de La Moncloa con la intención de "eludir responsabilidades y culpas".
Por su parte, Santiago Abascal, el líder de la tercera fuerza política, el partido ultraderechista Vox, reiteró su pedido de renuncia para Sánchez y todo su gabinete por ser "los responsables de que España tenga la mayor tasa de mortalidad del mundo" por coronavirus.
"Las cifras oficiales son el gran bulo, la gran mentira de esta tragedia", sostuvo Abascal, cuyo partido rechazará la prórroga del estado de alarma pese a estar de acuerdo con la medida de excepción, mientras acusa al Ejecutivo de coalición formado por el Partido Socialista (PSOE) de Sánchez y Unidas Podemos, de ser "una caricatura chavista".
A su turno, el vocero de UP, Pablo Echenique, pidió a Vox que "deje de envenenar a la sociedad" mientras al PP le reprochó que se parezca cada vez más a los ultraderechistas.
Pero las críticas llegaron también de aliados del gobierno, como los independentistas de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), cuyo vocero, Gabriel Rufián, afeó a Sánchez por "ceder ante los empresarios" y demandó mantener una "paralización total" del país, reclamo al que se sumó Íñigo Errejón, de Más Madrid.
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