Por Laura Vales para Página/12
Los resultados preliminares de una investigación del Conicet señalan que el aislamiento en las villas y asentamientos se cumple. Las salidas son para comprar alimento para el día o hacer changas. La comunicación principal es el WhatsApp. Preocupa la falta de agua potable.

La Universidad de General Sarmiento reunió información de los barrios y asentamientos del Conurbano noroeste: Moreno, José C. Paz, San Miguel y La Matanza. El informe pone sólo en un 15 por ciento las zonas donde el acatamiento es bajo, y lo vincula centralmente a razones económicas. Aunque aparecen motivos culturales, como la falta de información o cierta idea de que el virus es un problema de los sectores sociales que pueden hacer viajes al exterior, la incidencia de estas causas es muy menor. Es decir que no se queda en su casa el que no puede.
“La principal preocupación es la discontinuidad en los ingresos laborales”, señala la UNGS y agrega que "este es un tema que se repite en los territorios y se observa con particular intensidad en los registros de Moreno. En estos hogares , el aislamiento significa la falta total de ingresos”. En el escalón de más riesgo están lo que dependían de ingresos diarios, como los cartoneros, los cortadores de pasto y albañiles. Les sigue el escalón de los productores familiares, que debieron suspender las ferias y no tienen cómo hacer circular sus productos. En este contexto, se advierte sobre la aparición de endeudamiento en estas familias. Las personas que son parte de movimientos sociales y cooperativas con planes de empleo, es decir con ingresos que dependen del Estado aparecen más protegidos. En cuanto a la vulneración de derechos laborales, las más afectadas son las mujeres que trabajadoras de casas particulares, por la falta de reconocimiento de sus licencias.

También se ha vuelto más difícil controlar que los comercios de cercanía no impongan sobreprecios a la tarjeta Alimentar. Otra situación que lleva a circular a quienes viven en barrios populares del conurbano bonaerense es la falta de cajeros automáticos.
Las preocupaciones frente a la extensión de la cuarentena expresan el temor del empeoramiento de problemas ya registrados, ya que se sumarán con el correr de los días gastos que no podrán ser atendidos, como el pago de la garrafa y el vencimiento de cuotas.
Relacionado con la extensión de las medidas de aislamiento, inquieta la posibilidad de que aumenten las tensiones en el vecindario y los robos ante el complejo cuadro económico. También está presente el miedo al papel de las fuerzas de seguridad en el control del cumplimiento de la cuarentena y a la posibilidad de que aumente la violencia policial sobre los sectores populares.
El informe fue realizado por el Instituto del Conurbano (ICO) con ochenta entrevistas telefónicas o mediante WhatsApp a referentes territoriales y cuadros técnicos o profesionales que trabajan en los barrios.
En Tucumán

Ricardo Kaliman, de la Universidad Nacional de Tucumán, sintetizo así el informe preliminar: “Un problema crucial para la cuarentena es el hacinamiento. El acceso al agua es altamente dificultoso, por lo que cumplir con las condiciones de higiene -como lavarse las manos- se dificulta mucho. Otro problema es que la gran mayoría de las personas de estos lugares trabajan de manera informal y su sustento es ganado día a día. Para estos grupos, quedarse en casa representa una dificultad de supervivencia”, dijo al diario La Gazeta.
La discriminación también surgió como temor entre los encuestados: en algunos sectores profundamente discriminados sienten miedo de que, en caso de que evolucione el contagio, no recibirían la atención requerida. La idea surge en la población que padece de una situación significativa de discriminación en muchos ámbitos y que, aunque no ocurrió en esta emergencia, temen que pueda suceder.
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