La Policía de la Ciudad arribó anoche, con camiones hidrantes e infantería. Horas después, abandonaron el lugar.
Anoche, cerca de las 22:00 horas, una enorme concentración de fuerzas policiales volvió a rodear la casa de Cristina Fernández de Kirchner en el barrio de Recoleta. Centenas de efectivos de infantería, que llegaron al lugar en camiones y carros de asalto que ocuparon más de tres cuadras una vez estacionados. Tampoco faltó la amenazante mole del camión hidrante,
Pero lo más sorprendente es que después de la llegada de la vicepresidenta a su casa, donde fue nuevamente recibida por una multitud, los manifestantes se habían disgregado y a la llegada del aluvión policial solo quedaban en la zona unas pocas decenas de seguidores de CFK.
A pedido de la ex presidenta, los que parecían dispuestos a pasar la noche de vigilia estaban prolijamente acomodados en la vereda, sin dificultar el tránsito y sin realizar ruidos capaces de "perturbar" a los vecinos.
Paradójicamente, la calma fue quebrada por el despliegue policial que interrumpió el tránsito con sus decenas de móviles, fastidió a todos con sus penetrantes luces azules y generó todo tipo de estruendos con sus desplazamientos.
En off con sus medios amigos, el nefasto régimen porteño intentó disfrazar la nueva provocación como un "incumplimiento" por parte del peronismo de los acuerdos de "convivencia" realizados en la tarde/noche del sábado, que terminaron con la retirada de las fuerzas represivas de la zona. Las pocas cámaras de televisión que quedaban en el barrio dejaron expuesta la falsedad del argumento.
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