sábado, 29 de agosto de 2020

Testimonio clave en el caso Facundo: “Yo llevé al nene y me pidió que lo deje en las vías”

Trascendió la declaración de la “testigo H”. Es una productora agropecuaria de 72 años. Según lo que contó a la Justicia, ella lo levantó en Teniente Origone y lo dejó en el cruce de unas vías muertas que cruzan el estuario donde se encontró el cadáver que podría ser de Astudillo Castro.


“Yo me bajo en las vías porque voy a Cerri a la casa de un amigo”. El 30 de abril, cerca de las cuatro de la tarde, un joven “que parecía un nene”, le pidió a la señora que lo levantó en la Ruta 3 mientras hacía dedo que lo dejara en el cruce del camino con un ferrocarril abandonado; una tira de rieles, la vieja Línea Roca, que cruza el estuario de Bahía Blanca y que atraviesa en línea recta por encima de los cangrejales hasta “chocarse” con la localidad de Cerri.

La mujer de 72 años, que manejaba una camioneta Honda CRV, le preguntó si estaba seguro de cruzar por ahí, le advirtió que era peligroso y le recordó que estaban en medio de la cuarentena obligatoria. Pero el joven le respondió que sí, que estaba seguro, y que no pensaba volver a su casa en Pedro Luro.

Ese joven, según el testimonio, era Facundo Astudillo Castro. Y la mujer que lo afirmó es la “testigo H” del expediente que investiga la desaparición forzada del chico de 23 años, ocurrida ese 30 de abril. Se trata de una testigo de identidad reservada que declaró que ella fue quien trasladó al joven desde Teniente Origone hasta 25 kilómetros después, en el cruce entre la Ruta Nacional 3 y las vías ferroviarias. Es decir que sería quien vio por última vez a Facundo con vida.

Por supuesto, no se trata de la verdad absoluta, sino de una afirmación relativa hecha por esta mujer, productora agropecuaria, quien, en principio, no tendría razones para mentir. Pero que, de ser cierto, contradice fuertemente la versión de los abogados querellantes, que sostienen que a Facundo lo mató y lo hizo desaparecer la Policía Bonaerense de la zona. Y es por eso, por esta denuncia, que el caso es investigado por la Justicia federal. La declaración de la mujer puede ser clave para alejar la sospecha sobre los agentes policiales y aporta solidez a la hipótesis B de los investigadores, que suponen que el joven pudo sufrir un accidente en ese camino de las vías, un recorrido de 15 kilómetros entre el lugar donde supuestamente la mujer lo dejó y apareció el cadáver que podría ser de él y que analizan peritos forenses.

E. R. es la testigo H. Declaró dos veces. La primera, a mediados de julio, ante el fiscal federal Santiago Ulpiano Martínez fue presencial. La segunda, el 27 de ese mismo mes, fue por Zoom y, además de estar el fiscal, participaron Andrés Heim, titular de la Procuraduría de Violencia Institucional (PROCUVIN), los abogados querellantes Luciano Peretto y Leandro Aparicio (que representan a Cristina Castro, mamá de Facundo), Margarita Jarque, directora de Litigio Estratégico de la Comisión Provincial por la Memoria, también querellante, y un representante de la Policía Federal.

Ahora trascendió esa declaración testimonial, que duró más de dos horas. Los investigadores se encontraron con una mujer que estaba bastante asustada. Tuvieron que convencerla de que era necesario que mostrara su rostro, algo a lo que se resistió durante un buen rato, mientras hablaba de espaldas a la webcam de su computadora. Finalmente, comenzó su relato, donde describió con bastante precisión los hechos.

“Salí del campo, me pararon en Burato, mostré el permiso y seguí. Cuando estaba llegando a Origone veo un patrullero y dije 'otra vez me piden el permiso'. Entonces desaceleré. Cuando vi que no me iban a parar, que estaba pasando enfrente de ellos muy despacio –me gusta correr–, veo que un nene me hace dedo. Entonces termino de frenar, me habré alejado unos veinte o treinta metros, una cosa así. Viene un nene –para mí era una nene–, bajo el vidrio del acompañante y le pregunto a dónde va. Me dijo ’a Bahía’. ‘Bien, subí que te llevo’, le dije. Destrabé el auto, subió al lado mío, él sin barbijo y yo sin barbijo”, declaró la mujer.

La testigo H contó en esa oportunidad que quien sería Facundo llevaba una mochila oscura. “No me preguntes si era negra o gris, era oscura. Seguimos la marcha y al momentito me dijo ’yo me bajo en las vías porque voy a Cerri a la casa de un amigo’. Le dije: ’¿Por qué no te dejo en las vías más cerca de Cerri?’. ‘No, porque si tengo que pasar por el fitosanitario me van a detener’, me dijo”.

El control fitosanitario está después del cruce de las rutas 3 y 22. Allí también hay un puesto de Gendarmería Nacional. Por al lado de este destacamento pasa otra vía, que recorre el campo al lado de la Ruta 3. Según el testimonio de esta mujer, Facundo quería evitar ser infraccionado nuevamente, posiblemente porque sabía que le iban a exigir que volviera a su casa de Pedro Luro. Astudillo Castro estaba enojado con su mamá porque ella se oponía a que volviera a Bahía Blanca con la intención de recomponer su relación con Daiana, de quien se había separado, y con quien había convivido más de dos años, en una casa humilde de barrio suburbano de la ciudad.

La testigo H continuó con su relato y contó que Facundo estaba sin dinero y con poco para comer. Siempre según su relato, eran cerca de las 16. Facundo había salido de Pedro Luro aproximadamente 10 horas antes. Es probable que estuviera sin dormir porque había pasado la noche, al menos hasta las 4, en la casa de su mejor amigo. De allí no se sabe a dónde fue y luego encaró hacia la ruta.

“Entonces seguí hablando con él, abre en un momento la mochila, saca un paquete de galletitas y me dice ’esto es lo único que tengo para comer y no tengo un peso’. Entonces agarré un paquete que tenía empezado y le dije ’tomá, esto es lo único que tengo para colaborarte’. En un momento, ya estábamos llegando a las vías, le digo ’pero vos sabés que no tenés que andar porque estamos en cuarentena. Tenés que estar en tu casa’. ‘No quiero irme a mi casa’, me dijo. Contundente, un ’no’ seguro, nada dubitativo. Llegamos a las vías, pasé las vías, paré y se bajó. Lo miré por el retrovisor y él caminó por el medio de las vías. Si después tomó otra dirección o se arrepintió, no lo sé”, declaró la mujer, muy segura de los hechos.

La testigo declaró que recordaba que en Origone Facundo estaba cerca de un patrullero estacionado de frente al tránsito. También que había un solo policía. Ese agente sería Alberto González, quien luego declaró, con ciertas contradicciones, que Facundo se subió en una camioneta Renault Oroch. La mujer aclaró que su camioneta es una Honda CRV.

“Estaba parado afuera”, dijo, en referencia al policía que podría ser González y agregó que “el nene también porque ni bien pasé me hizo dedo”. Otro aporte de importancia es lo que contó luego, al declarar que Facundo le explicó por qué lo habían parado mientras estaba en el terraplén de la Ruta 3. “Me dijo ’me vieron tan chiquito que pensaron que era un nene y me pidieron documentos’. Él me dijo que tenía 21 años”.

Facundo en ese momento tenía 22. Según declaró el policía González, un vecino le advirtió que había un “chiquito tirado al costado de la ruta”. Ese mismo agente fue quien tomó una foto de la licencia de conducir de Facundo (dijo que no tenía DNI pero Facundo sí lo tenía) y, según declaró, anotó la dirección de la casa de Daiana, en la calle Emilio Rosas al 400, en su libreta.

La testigo no pudo precisar cómo estaba vestido el chico que llevó hasta las vías. “Manejo y miro para adelante”, respondió. Tampoco recordaba verlo con un teléfono celular.

Esa pregunta apuntó a que hay dos cuestiones técnicas que avalarían la declaración de la mujer. Una, que las cámaras del puesto fitosanitario registraron su paso a las 16:06. Otra, que la antena de telefonía celular de Ingeniero White, cercana a la zona, detectó la activación del teléfono de Facundo a esa misma hora. Para Peretto y Aparicio, las imágenes del puesto fitosanitario podrían haber sido adulteradas con el fin de proteger a la policía.

Los investigadores le preguntaron cómo sabe que el chico que llevó es efectivamente Facundo Astudillo Castro. “Tenía que hacer unos arreglos en la casa y tenía que ir a la comisaría a sacar un permiso. Saqué uno para J.V. y él estuvo trabajando desde el mes de mayo en casa. En un momento, los primeros días de julio, él me mandó una foto. Él estaba trabajando y me dijo ’¿vio que hay perdido un chico de Luro y no lo encuentran? Parece que la policía lo agarró‘. ‘La verdad que no’, le dije. Me manda un WhatsApp con la foto. El 3 de julio a las 19:11, me manda esta foto (mostró a la cámara de Zoom) y dice ’este es el pibe perdido’. ‘Sí, es el que llevé y lo dejé en las vías’, porque lo reconocí enseguida al chico”, respondió la mujer.

La testigo explicó que en esos días viajaba tres veces por semana a Bahía Blanca para hacerse un tratamiento de rehabilitación porque fue operada de la columna vertebral. Ir a esa ciudad es una costumbre para ella. Allí vive una hija y ella viaja a hacer compras ya que vive en Mayor Buratovich, un pueblo de menos de 2.000 habitantes.

En su testimonial, le preguntaron si había llevado a otra persona esos días. La mujer respondió que sí, a un joven policía que levantó en la salida de Mayor Buratovich y lo dejó en el cruce con la Ruta 22. Pero que ese “muchacho era alto y tenía treinta y pico de años”. Y remarcó: “El nene era chiquito”.
Por Fernando Soriano

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