Se inscribieron más mujeres que varones y se destaca la cantidad de gente que realiza tareas comunitarias. La directora del Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular (RENATEP) cree que en total son 6 millones los que realizan tareas que no registra el mercado formal. El análisis de los datos.
En seis semanas de funcionamiento, casi medio millón de personas se inscribieron en el Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular. Abierto desde el 7 de julio, el RENATEP suma ya 461.810 anotados, según dio a conocer este jueves la secretaría de Economía Social.
Los inscriptos son trabajadores que generan sus propios ingresos, tras haber quedado sin lugar dentro del mercado formal. Es decir, aquellas personas que no tienen empleo en el sector privado ni dentro del estado, y que han debido inventarse su trabajo. En el gobierno estiman que esa franja social puede abarcar a seis millones de argentinos, esto es más de un cuarto de la población económicamente activa.
La creación del RENATEP fue impulsada por los movimientos que integran la Unión de Trabajadores de la Economía Popular, pensando en cómo poner en el mapa una realidad subvalorada en los análisis económicos. Uno de los debates en curso en este sentido es cómo reconocer derechos laborales a estos trabajadores: vendedores ambulantes, feriantes, gasistas, electricistas y albañiles que viven de changas, talleristas autogestivos, trabajadores de comedores populares, recicladores urbanos, quinteros de la agricultura familiar, cooperativistas, trabajadores de fábricas recuperadas y de comercializadoras alternativas.
"Se puede anotar quien no esté inscripto en la AFIP o tenga monotributo desde la categoría A hasta la D", explicó Sonia Lombardo, directora del RENATEP. Tambien quienes, teniendo trabajo en relación de dependencia, cobren menos que un salario mínimo.
En qué trabajos
El primer dato destacable es que se inscribieron más mujeres que varones. La lectura que hacen en el RENATEP de esto refleja que la economía popular está feminizada, como la pobreza.
Si se mira por tipo de actividad, lo más llamativo es la cantidad de personas que realizan trabajos sociocomunitarios: son un 26 por ciento de los inscriptos. Es un reflejo del momento que atraviesa el país con la pandemia y la crisis alimentaria. Sus trabajadores realizan en su mayor parte tareas en los comedores y merenderos comunitarios, preparando comida, limpiando, cargando y descargando mercadería, distribuyendo viandas. También entran aquí, entre los trabajadores de sociocomunitarios, quienes sostienen medios de comunicación barriales, agentes de salud, quienes realizan tareas para sostener la escolaridad de los chicos y otras actividades de cuidado.
Un grupo equivalente, con un 27 por ciento de los inscriptos, es el de quienes trabajan en servicios personales. Las trabajadoras y trabajadores de limpieza son 21 de cada cien casos. Son mujeres que limpian casas por hora y que no llegan a ganar un salario mínimo o están en negro. Otro diez por ciento vive de cocinar para terceros y un porcentaje similar realiza servicios de peluquería, manicuría o depilación.
Un 13 por ciento trabaja en ferias u otros espacios públicos. Su denominador común es que trabajan en la calle, y por esto son los que en este momento están más limitados por la pandemia. No es difícil pensar que una vez terminada la cuarentena, este grupo va a ser mucho más que un 13 por ciento.
Sólo 4 de cada cien realizan actividades manufactureras (un ejemplo serían los trabajadores de polos textiles). También apenas el 4 por ciento tiene trabajo en el reciclado, recuperación y servicios ambientales, un área que para poder desarrollarse necesita del apoyo del estado -especialmente de que las municipalidades reconozcan el aporte ambiental de organizar este servico.
Dónde trabajan
Los porcentajes de este desglose seguramente cambiarán a medida que se anoten más personas. Reflejan a los primeros inscriptos, que ingresaron al RENATEP mediante una planilla on line. Entre los registrado hay así una abrumadora mayoría de residentes en la provincia de Buenos Aires, lo que puede ser atribuido a que es una zona con mayor conectividad y donde los movimientos populares tienen un trabajo muy fuerte.
Pero además pueden recordarse otros elementos. Como se sabe, el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) concentra a un tercio de la población del país y es en este tejido urbano superpoblado donde golpeó con mayor fuerza el proceso de cierre de industrias ocurrido en los cuatro años del nefasto régimen macrifascista, situación agravada ahora por la pandemia. También es en los barrios del Gran Buenos Aires donde la sobrevivencia está en este momento más ligada a la organización barrial. De los anotados, más de la mitad -el 53 por ciento- son trabajadores que generan sus ingresos de manera asociativa.
Como actividad de la economía popular más vinculada a la producción aparece la elaboración de alimentos, seguida de la confección de ropa. De manera incipiente se ve también en el registro que hay un desarrollo de la producción popular de productos de tocador y limpieza. La lectura que se puede hacer, en este caso, es que el sector está encontrando cómo obtener ingresos elaborando productos de primera necesidad.
En la Agricultura familiar se anotaron pocos, lo que es atribuido a que ya existe un registro específico para el sector, por lo que sus trabajares no tienen tanta necesidad de hacerse visibles.
Entre los que dependen del trabajo en la calle hay un abanico muy extenso de trabajo: vendedores ambulantes, feriantes, artesanos, vendedores callejeros pero con un punto fijo, comercializadoras alternativas en almacenes o nodos), artistas callejeros, limpiavidrios. Emparentados, pero en otro rubro, están los trabajadores precarizados del transporte, entre ellos quienes hacen delivery, manejan remises o fletes.
Una de las expectativas abiertas con el RENATEP es que sirva para laboralizar las políticas sociales. Saber dónde y en qué se trabaja en la economía no formal y con qué ingresos, son datos que van a ayudar a entender mejor temas como el salario social complementario, o a debatir la creación de trabajo garantizado por el estado. "Laboralizar las políticas sociales es un tema importante, pero no habría que pensar que es el único el el central", apuntó sin embargo Sonia Lombardo.
"Creemos que hay seis millones de trabajadores de la economía popular, y las políticas del ministerio de Desarrollo Social alcanzan a menos de 600 mil. El RENATEP va a servir para vincular las políticas sociales con el trabajo, pero también a reconocer e integrar a millones de trabajadores que hoy están en una situación de vulnerabilidad. Pensamos que el Registro es una herramienta clave en la salida de la postpandemia para todo el conjunto, no solo para los que cobran planes sociales. El universo es mucho más amplio", añadió.
Fuente: nota de Laura Vales para Página/12
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