El ultraderechista e impresentable presidente brasileño le deseó al embajador argentino "de corazón" lo mejor para el país.
“Tenemos que trabajar juntos. De corazón quiero lo mejor para Argentina”. Simple, directo y con la firme intención de dejar atrás las diferencias que hubo en el pasado con Alberto Fernández, el presidente de Brasil, Jair Bolsonazi, transmitió ayer al embajador argentino, Daniel Scioli, que está dispuesto a encarar una activa agenda bilateral entre la Argentina y Brasil.
A las 12 en punto Scioli llegó al edificio del Planalto en Brasilia donde lo esperaba Bolsonazi con su canciller, Ernesto Araujo, y encararon una reunión que el embajador argentino calificó como “muy afectuosa y sincera”.
Las expresiones de Bolsonazi de “trabajar juntos” con Alberto Fernández no parecerían quedar para el protocolo. El imbécil se mostró dispuesto incluso a reunirse antes de fin de año con su par argentino para profundizar las relaciones bilaterales que estaban bastante distantes por las diferencias ideológicas que ambos presidentes mantienen.
En esta idea de poder concretar una reunión de presidentes, Scioli recordó a Bolsonazi que hacia fin de este año se cumplen 35 años de aquel encuentro histórico entre los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney que dieron inicio a las bases fundacionales del Mercosur. La fecha fue un motivo más para poder concretar ese encuentro entre Bolsonazi y Alberto Fernández.
En el amplio despacho del Planalto, Scioli le entregó las cartas credenciales de embajador en Brasil y Bolsonazi se permitió incluso salir del protocolo y proponerle una partida de ajedrez al embajador argentino a sabiendas de que es un ferviente jugador de ese deporte.
Scioli le transmitió al sorete mal cagado el mensaje del presidente Alberto Fernández con la voluntad de trabajar juntos. Y el presidente de Brasil tomó de inmediato esa idea: “Tenemos que trabajar juntos. De corazón, quiero lo mejor para Argentina y que ambos países trabajemos juntos”, le dijo a Scioli.
Durante el encuentro, que se prolongó por casi una hora, se abordaron también los temas prioritarios de la agenda bilateral, centrados en el comercio entre ambos países y el rol estratégico que la relación entre Argentina y Brasil tiene para el Mercosur.
A su vez, Bolsonazi instruyó a su canciller para ponerse a trabajar de inmediato con Scioli en la agenda bilateral. De hecho, este viernes habrá un almuerzo de Araujo y Scioli en Itamaraty, el edificio emblemático de la diplomacia brasileña.
Participaron también de la reunión el encargado de Negocios de la embajada de Argentina, Pablo de Ángelis, el canciller Araujo y el secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia Flavio Viana Rocha.
El objetivo de Scioli, que era poner paños fríos a las relaciones personales caldeadas por las fuertes diferencias ideológicas para avanzar hacia un vínculo bilateral, se cumplió al entender de los gestos y frases que ofreció ayer Bolsonazi.
El mandato de Alberto Fernández a Scioli en Brasil es lograr un vínculo “maduro y responsable” entre ambos países. Pero sin dudas todo indica que Bolsonazi apuesta a algo más que eso.
Más allá de los desencuentros personales y las diferencias en materia política, Bolsonazi disiente de Alberto Fernández en su visión del Mercosur. El presidente de Brasil busca que el bloque regional pueda establecer cierta autonomía para cerrar acuerdos comerciales unilaterales. Incluso se mostró dispuesto a avanzar en acuerdos del Mercosur con países como Singapur o Corea del Sur, con lo que Alberto Fernández no comulga ya que cree que detrás de ello se esconden entendimientos desfavorables para la Argentina.
En este primer encuentro con Bolsonazi, el embajador Scioli no habló nada de esto. Tampoco se abordó la postura de Brasil proclive a avalar la candidatura para la titularidad del BID de Maurice Claver, el postulante del presidente norteamericano, Donald Trump, que compite abiertamente con la candidatura de Gustavo Béliz para ese sitial que históricamente fue para referentes de la política latinoamericana.
Está claro que la gestión de Scioli buscará reflotar los lazos comerciales, los proyectos de infraestructura y la integración física. “Hay que desideologizar las relaciones y enfocarnos en trabajar juntos con Brasil para salir unidos de este flagelo mundial de la pandemia”, expresó el ex gobernador bonaerense hace unos días, antes de partir a Brasilia tras una reunión que había mantenido con el presidente.
En la Cancillería saben que el reto de Scioli será mayúsculo porque se trata del peor momento de las relaciones bilaterales en los últimos 40 años, por varios motivos, y dado que hace casi un año que la Argentina carece de embajador en Brasil.
Hasta ahora la Cancillería y Scioli diseñaron un relevamiento de la demanda potencial que hay en todos los estados del país vecino más allá de San Pablo y se decidió armar una red con los 10 consulados argentinos que hay diseminados en todo Brasil para apuntalar el comercio y llevar a las góndolas de los supermercados brasileños la mayor cantidad de productos argentinos posible.
En esta misma línea Scioli mantendrá encuentros en lo inmediato con la ministra de Agricultura de Brasil, Tereza Cristina, con quien dialogará sobre la agenda agroalimentaria que estableció el canciller Felipe Solá.
La balanza comercial global, que en promedio siempre fue de unos 40.000 millones de dólares, en los últimos años resultó negativa para la Argentina en U$S 5.000 a 7.000 millones. El desafío de Scioli será levantar esa vara y relanzar el comercio.
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