Macri Blanco Villegas y Bullrich Luro Pueyrredón se quedan sin coartadas en el contrabando de armas para apoyar el golpe en Bolivia: un efectivo de la Fuerza Aérea de ese país confesó que retiró del hangar donde estaba el Hércules C-130 argentino las 40.000 balas, las granadas y los sprays de gases lacrimógenos que horas después el comandante de esa fuerza le agradeció al régimen de Cambiemos.
Apareció la última pieza que faltaba para entender cómo fue el contrabando de municiones a Bolivia durante el nefasto régimen de Miauricio Macri Blanco Villegas. Un efectivo de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) declaró que pasó a recoger por el hangar donde estaba estacionado el Hércules C-130 argentino las 40.000 balas antitumultos, las granadas y los sprays de gases lacrimógenos que, horas después, el entonces comandante de esa fuerza le agradeció al embajador argentino Normando Álvarez García.
Esta declaración se suma a la del integrante de la Policía de Bolivia, que afirmó que los gendarmes argentinos le entregaron el material represivo y le comunicaron que la entrega había sido acordada por los altos mandos.
La declaración de Wilfredo Chura Condori, jefe de subsección de Almacén Central Material Bélico de El Alto, revela cómo la FAB se quedó con 40.000 de las 70.000 balas que la Gendarmería argentina sacó el 12 de noviembre de 2019 del país sin declarar que las transportaba en el Hércules C-130 que trasladó a once de sus efectivos a Bolivia para supuestamente proteger la embajada y la residencia del embajador.
Según el documento, a las cuatro de la mañana del 13 de noviembre de 2019, dos de sus superiores le ordenaron a Chura Condori que fuera a recoger el material antidisturbio en las instalaciones del hangar de la Fuerza de Tarea Aérea Diablos Negros, donde acababa de aterrizar el Hércules argentino. La orden, señaló Chura Condori, fue verbal y provino del entonces subjefe del Departamento IV de Logística Oscar Burgos Gutiérrez y del entonces jefe de sección de Material Bélico Mario Luis Suárez Melgar.
En la carta de Terceros Lara hay dos elementos para tener en cuenta. Por un lado, en el encabezado está mencionado el Departamento IV de Logística - Sección Material Bélico al que pertenecía Burgos Gutiérrez, quien coordinó la recepción de los proyectiles y podrá decir quién fue su contraparte argentina. Por otro lado, aparece el recibido del agregado naval Roberto Ariel Gestoso, que ya confirmó que se trata de su firma. Por el momento, no se sabe quién coordinó por el lado argentino la entrega de las municiones con la FAB.
La llegada a Bolivia
La FAB realizó un sumario interno en el cual se les pidió informes a los efectivos que tuvieron participación en el arribo del Hércules C-130 al aeropuerto de El Alto.
Allí también declaró José Luis Aguilar Orellana, que estaba de guardia en la madrugada del 13 de noviembre de 2019. Ese testimonio le otorga un rol central a la embajada argentina en los episodios que ocurrieron en el hangar.
De acuerdo a la declaración de Aguilar Orellana, alrededor de las tres de la mañana llegó el personal y la comitiva de la embajada argentina con sus familias que iban a salir del país. Estaban escoltados por dos móviles de la Policía Boliviana, explicó el efectivo de la FAB.
Media hora después, llegó el coronel Alberto Saavedra Nogales y ordenó que el personal de guardia y el del grupo de emergencias de la Fuerza de Tareas Aérea Diablos Negros apoyara únicamente el servicio de “parqueo” del Hércules argentino; el resto iba a quedar en manos del embajador Álvarez García y de sus funcionarios.
“La Embajada Argentina realizó todo el trámite migratorio, aduanero, recepción de pasajeros y la carga las cuales abordaron directamente a los vehículos oficiales de la Embajada Argentina”, dice el informe confeccionado por Aguilar Orellana. Después de que estallara el escándalo, Álvarez Gacía se mostró ajeno a todo lo que rodeó la llegada de las municiones, pero llegó a conceder que pudo haber existido un circuito paralelo.
Hasta ahora la información que procede desde Bolivia indica que, por un lado, de las 70.000 balas antitumulto 12/70 que salieron de la Argentina, 40.000 quedaron en poder de la FAB y 26.900 de la Policía de Bolivia. Ni uno solo de esos cartuchos volvió al país, por lo que restaría saber qué pasó con las 3100 restantes. Una hipótesis que manejaba el gobierno de Bolivia era que pudieran haber sido entregadas a grupos paramilitares.
El Hércules C-130 salió a las 5:37 de Bolivia con plan de vuelo hacia San Salvador de Jujuy, la provincia natal del embajador y donde actualmente ejerce como ministro de Trabajo de Gerardo Morales. Volvían 16 ciudadanos argentinos y los trece tripulantes de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) que estuvieron a cargo del transporte del cargamento que llevaron los gendarmes que mandó Bullrich Luro Pueyrredón.
Lo que se reconstruyó
De la investigación encabezada tanto por las autoridades bolivianas como por las argentinas, hasta ahora se reconstruyó el siguiente circuito:
✔ El 12 de noviembre, la Gendarmería pidió sacar un complemento de las armas que ya le había autorizado un día antes la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMAC). Allí pidió autorización para llevar las 70.000 balas antitumulto, las granadas y los sprays.
✔ Ese mismo día hubo una reunión en la Casa Rosada entre el jefe de Gabinete Marcos Peña Braun, Bullrich Luro Pueyrredón y los cuatro jefes de las fuerzas de seguridad federales. El comandante de la Gendarmería Gerardo Otero llegó acompañado por su secretario privado.
✔ Cuando terminó la reunión, el jefe del Grupo Alacrán de la Gendarmería Fabián Salas mandó un fax a la FAA para avisar que también transportarían los 70.000 cartuchos. Remarcó que era lo que solían usar en casos como el de Bolivia, algo a todas luces no era cierto. El pedido inicial fue de llevar 3600 balas. Al día siguiente, multiplicaron la cantidad por 20.
✔ El Hércules C-130 salió a las 23.40 de la base aérea de El Palomar. Las 70.000 balas de goma no fueron declaradas en el manifiesto de vuelo.
✔ El avión argentino llegó a las cuatro de la mañana al hangar de los Diablos Negros en el aeropuerto de El Alto con once gendarmes, trece integrantes de la FAA como tripulación y una carga de 2500 libras.
✔ La FAB pasó a buscar los 40.000 cartuchos antitumulto del propio hangar.
✔ Los gendarmes bajaron del Hércules y se encaminaron hacia la residencia argentina junto con el embajador y los agregados. Allí se hizo entrega de las 26.900 balas a la Policía de Bolivia.
✔ En la Policía de Bolivia no hay ingreso formal de las municiones argentinas pero sí un inventario que hicieron unos mayores. En la FAB hubo un inventario y una carta que ese mismo 13 de noviembre mandó el comandante Terceros Lara en agradecimiento.
✔ Cuando los efectivos de la Policía de Bolivia pidieron a los gendarmes el desglose del material recibido, les respondieron que había sido coordinado por “altos mandos”. Ese mismo día, el jefe de la Gendarmería, Otero, envió un sobre cerrado a través de la embajada de Bolivia en la Argentina al jefe de la Policía. Una posibilidad es que ese sobre cerrado contuviera el desglose que les habían pedido a sus subordinados.
✔ El ministerio de Gobierno de Bolivia identificó a Adolfo Caliba, el agregado de la Gendarmería en La Paz, como quien coordinó la entrega de los proyectiles a la Policía de Bolivia. Resta saber si él también coordinó con la FAB, lo que sería poco probable, o si hubo una coordinación a través de los agregados militares.
✔ El 17 de noviembre de 2019, Caliba participó de una reunión con las autoridades de la Policía de la dictadura de la tilinga Jeanine Añez y le transmitió a Otero que decían que se estaban quedando sin materiales químicos.
Los documentos que dan cuenta de la operación ilegal se acumulan. Ahora resta definir cuál será el juzgado que continuará investigando el mayor escándalo diplomático que provocó gestión deMiauricio Macri Blanco Villegas. Todo indica que su régimen, no solo desconoció el proceso golpista contra Evo Morales, sino que terminó por respaldar en los hechos, a las fuerzas políticas y militares que desestabilizaron la democracia en Bolivia en 2019.
Fuente: nota de Luciana Bertoia y Falipe Yapur para Página/12
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