El escultor y pintor argentino falleció ayer a la mañana, a los 76 años. Sus obras, en las que convertía los desperdicios de los ferrocarriles en grandes obras, lo hicieron triunfar en París.

En redes sociales, su hijo, el médico y político (ex titular del PAMI) Carlos Javier Regazzoni, confirmó la noticia con un texto corto, pero sentido: “Se nos fue un grande! Abrazo Pa!”.
El escultor y pintor, padre de 7 hijos, nació en Comodoro Rivadavia en 1943, para luego afincarse en Longchamps en Almirante Brown, provincia de Buenos Aires. Además, vivió en Francia, donde se hizo conocido gracias a al filme El Hábitat del Gato Viejo, del cineasta galo Franck Joseph.
El creador se destacó por su “arte de la chatarra”, a partir de la cual recuperaba piezas en desuso de los ferrocarriles para convertirlas en esculturas de diferentes tamaños. Gracias a esta técnica, fue contactado por la SNCF (Ferrocarriles de Francia), quienes le realizaron encargos que le permitieron hacerse un nombre en París desde su atelier en un hangar desafectado.
Verborrágico, profundo, inconformista, Regazzoni era una rara avis en el mercado del arte, ya que su búsqueda nunca fue comercial, sino que buscaba liberar su propia creatividad como motor de vida

Su última gran exposición pública fue en el Paseo de las Esculturas de Buenos Aires, donde rindió un homenaje al trabajo de la aeroposta francesa, que fueron pioneros en el correo aéreo en el continente americano.
En el 2015 fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires; recibió el Gran Premio del 28º Festival de Pintura de Cannes-sur-Mer, en Francia y sus obras se exhiben en museos, tanto en Buenos Aires como en París. Madonna y Diego Maradona son algunos de los famosos que adquirieron sus obras.
En su regreso al país tras la experiencia francesa, Regazzoni instaló su taller frente al barrio popular 31, en Retiro junto a un restaurante, El Gato Viejo, en el que además de cocinar atendía al público.
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