Leandro Martínez continúa prófugo de la Justicia. En esta nota, la acusación completa que pesa en su contra.
“Hola, no sabés lo que me pasó. Mi tío me tocó...”, le contó V., de 12 años mediante un audio de WhatsApp a una compañera de colegio sobre los abusos sexuales a los que la sometía un pariente cercano. Se trataba de Leandro Sebastián Martínez, contador de 43 años, esposo de una prima de su papá, a quien ella llamaba “tío”.
Ese episodio del verano de 2018 que la niña no se había animado a mencionarles a sus padres llegó a oídos de su familia horas después de que ocurrió, cuando la madre de la amiga escuchó ese audio y se comunicó con Daniela, mamá de V. Ella y su marido hablaron con su hija, alarmados por la situación, y lo compartieron con la psicóloga de la menor. Pero decidieron no hacer la denuncia, según contó Daniela, porque “al ser algo tan delicado necesitábamos tener la veracidad del caso”.
Finalmente, casi dos años después, un video tomado por las cámaras de seguridad de su casa despejó cualquier tipo de dudas sobre la situación que la menor alertaba en clase en el colegio religioso al que asistía y en sesiones con su psicóloga. Así fue que acudieron a la Justicia y el fiscal Pablo Masferrer de la UFI Nº 11 de Morón ordenó la detención del acusado y el allanamiento de la casa que compartía junto a su familia en el barrio privado Weston de la zona de Francisco Álvarez en Moreno. Desde el 23 de enero pasado que Martínez está prófugo.
En el expediente que lleva su firma, el fiscal le imputa a Martínez al menos cuatro hechos de abuso, con un documento firmado el 21 de enero.
En la acusación completa, los hechos se enumeran uno por uno sus detalles se evitan en esta nota. La declaración de la madre de la víctima fue el fundamento central de estas imputaciones.
Los episodios que constan en la causa como “Hecho I” -por los que se le imputa el delito de abuso sexual agravado por la condición de ser encargado de la guarda de la víctima menor de 13 años- son dos y ocurrieron entre los meses de enero a noviembre de 2018, cuando V. tenía 11 años.
El primero de todos fue en enero, una noche que la menor se quedó a dormir en la casa del barrio privado La Tradición de Moreno, donde Martínez y su familia vivieron hasta fines de ese año. Allí, V. se había quedado dormida junto a su primo y sus tíos todos juntos en una cama.
El segundo episodio ocurrió entre tres y cinco meses después, en otra oportunidad que Martínez tenía también a V. a su cuidado durante una salida con sus primos a un parque de camas elásticas y habría aprovechado un momento en que su esposa no estaba cerca.
En noviembre de ese año, durante una jornada de Educación Sexual Integral en el colegio religioso al que asiste V., se levantó y les contó a sus amigos que le había pasado algo feo, según contó su acompañante terapeútica ante la Justicia.
“Era una situación muy complicada”, explicó Daniela sobre la decisión de seguir compartiendo reuniones familiares con el hombre a pesar de esos episodios.
“No teníamos los elementos suficientes para hacer una denuncia. Igualmente estábamos con los ojos bien abiertos y atentos a lo que pasaba. Para nosotros como familia fue muy difícil aceptar algo así”.
El “Hecho II” que consta en la causa, ocurrió en diciembre de 2018, cuando V. aún tenía 11. En esa oportunidad, toda la familia se había reunido en la casa de los padres de su papá, por el cumpleaños de su abuelo. Si bien sus padres no notaron nada raro en ese momento, la menor contó luego que durante la tarde Martínez la llevó a un un sector alejado del parque de la propiedad, donde las cámaras de seguridad no llegan a grabar.
Los hechos “III” y “IV” ocurrieron un año después, en diciembre de 2019, cuando las dos familias se reencontraron por el cumpleaños del bisabuelo de la menor. El primero fue cerca de las 14, cuando la familia estaba todavía reunida y Martínez aprovechó nuevamente para presuntamente llevarla a un sector alejado del jardín.
Casi cuatro horas más tarde, cuando los padres de V. se dispusieron a regresar a su casa junto con Martínez y su hijo, la menor manifestó, según declaró su madre ante la Justicia, que quería mostrarle a su tío el quincho que estaban construyendo en su casa. Fueron hasta la vivienda y, durante el recorrido, el hombre abusó de ella dos veces más, en uno de los casos incluso frente a su hijo menor.
Cuando Leandro se fue a su casa y los padres regresaron al festejo familiar, vieron a V. en una situación sospechosa y notaron que enviaba audios a través de WhatsApp a su acompañante terapéutica. Le preguntaron qué hacía: la menor les entregó el teléfono y se fue corriendo. Así supieron lo que había pasado apenas unos minutos antes y recurrieron de inmediato a las cámaras de seguridad que habían instalado en el interior de la casa.
En esas imágenes pudieron ver cómo el hombre había abusado de su hija en el garaje, en el momento en que entraron todos a la casa y la madre se había desviado para dejar su maletín. Luego, de nuevo, cuando el hombre ingresó con ella a su habitación. V., según el relato de su propia madre, contó entonces a sus padres que al salir de la habitación le dijo a su tío: “¿Viste que mis papás pusieron cámaras ahí?”, por lo que Martínez volvió al cuarto, miró hacia la cámara, volvió a salir al pasillo y la tomó muy fuerte del cuello, algo que los padres de la nena no llegaron a ver.
Por los últimos 3 hechos, Martínez está acusado del delito de abuso sexual simple. La Cámara de Morón favoreció al acusado con una modificación en la calificación: eliminó la figura de “abuso gravemente ultrajante” promovida por el fiscal al considerar que no existen pruebas hasta el momento para justificar ese agravante, lo mismo en el caso de corrupción de menores agravada. La eventual guarda de la menor fue el único agravante que persistió.
El video, que ya está incorporado en el expediente de la UFI Nº11, y la declaración de su madre con el detalle de cada episodio, además de los audios de la víctima, son ahora el centro de la causa. También está la testimonial de la psicóloga de la menor que habla de extensas menciones de la víctima al presunto abuso. Por otra parte, V. será analizada psicológicamente por el Cuerpo Técnico Auxiliar del fuero de menores para evaluar si está en condiciones de declarar en cámara Gesell. Lo que pueda contar en ese procedimiento y lo que valoren los psicólogos para descartar rasgos de fabulación será clave para la causa.
“Va a ser duro para ella rememorar todo. Pero quiere ir. Quiere contarlo. El otro día me dijo: ‘Mamá, quiero explicarle al juez todo lo que me pasó’”, relató su madre.
El video del abuso en el cuarto se grabó el 15 de diciembre de 2019 a las 17:59. Dura dos minutos y 48 segundos.
Allí, se puede ver como V. ingresa al cuarto acompañada de su tío, el hijo de Martínez y un perro caniche blanco. Segundos después, el atacante avanza sobre la nena mientras la víctima se cruza de brazos e intenta resistirse. La madre de la menor aseguraba que no perdía de vista a la niña si Martínez estaba cerca.
Luego V. cierra un cajón, acomoda algunos objetos de su cuarto y mira hacia la cámara. En ese momento salen todos hacia otra habitación y continúa el “recorrido” por la casa. Se puede ver que hay otro adulto en el hogar, que aparece en la puerta de la pieza y habla con Martínez. Al volver a entrar, el acusado vuelve, conversa brevemente con su sobrina y mira sobresaltado a cámara, tras lo cual toma del cuello a la menor y la sigue hacia el pasillo.
Martínez, que trabajó como socio gerente en en la rama local de una multinacional con sede en distintos países, hace casi un mes que evade su detención con un pedido de captura sobre su cabeza. Según fuentes cercanas a su defensa tiene deseos de entregarse.
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