Tras 36 horas de silencio, y con protestas de sus simpatizantes en la rutas, el impresentable mandatario brasileño brindó un breve discurso de dos minutos desde el Palacio de la Alvorada y aseguró que “seguirá cumpliendo todos los mandatos de la Constitución”.
Jair Bolsonazi habló ayer por primera vez desde que se conoció el resultado del balotaje del domingo. El patético mandatario brasileño se reivindicó como líder de la derecha y no se refirió a la derrota. Tampoco habló de su rival Lula da Silva, quien ganó los comicios y es el presidente electo de Brasil.
“Quiero comenzar agradeciendo a los 50 millones de brasileños que votaron por mí”, dijo el sorete mal cagado desde el Palacio de la Alvorada. “Nuestra robusta representación en el Congreso representa nuestra valores: Dios, patria y familia”, agregó.
Asimismo, el hijo de un tren de cargas lleno de putas dijo que aunque siempre fue rotulado como antidemocrático, “seguirá cumpliendo todos los mandatos de la Constitución”.
Por otra parte, afirmó que seguirá siendo el líder de millones de brasileños que defiendan la libertad económica y la libertad de religión. Además, pidió que las protestas de sus simpatizantes sean pacíficas.
Al respecto, consideró que “los movimientos populares son fruto de indignación y sentimiento de injusticia por cómo se dio el proceso electoral” que culminó con su derrota en el balotaje del último domingo.
Bolsonazi indicó que “las manifestaciones pacíficas siempre serán bienvenidas”, pero reforzó que sus métodos “no pueden ser los de la izquierda, que siempre perjudicaron a la población, como la invasión de propiedades, la destrucción de patrimonio” y no permitir “el derecho de ir y venir”.
Luego del breve discurso de dos minutos del presidente, Ciro Nogueira, ministro de la Casa Civil, confirmó que el gobierno cumplirá con la ley de transición. “Cuando se convoque con base en la ley, vamos a iniciar el proceso y la transición”, dijo y añadió que "esperaremos a que esto se formalice para cumplir con la ley en nuestro país”.
Hasta ayer a la tarde, el líder de la ultraderecha se había recluido en su residencia oficial, en Brasilia, que solo había dejado para dirigirse al Palacio presidencial, pero sin hablar y con sus redes sociales, siempre febriles, totalmente mudas durante los últimos tres días.
Mientras el gobernante callaba, grupos de camioneros y manifestantes bolsonazistas bloquearon carreteras en casi todo el país desde la madrugada del lunes y, según videos divulgados en las redes sociales por cabecillas de esa rebelión, sólo pondrán fin a la protesta cuando “el Ejército intervenga” para “impedir que vuelva el comunismo”.
En un durísimo editorial, el influyente diario O Globo calificó esa protesta como “el Capitolio de los camioneros”, en alusión a los disturbios provocados en Washington por seguidores de Donald Trump en enero de 2020.
La Corte Suprema se ha puesto firme y ordenado que las fuerzas de seguridad depongan la actitud de los camioneros golpistas, a los que ha amenazado con durísimas sanciones penales y pecuniarias.
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