El acuerdo alcanzado con los acreedores oficiales en menos de 3 meses saldó un tema que Guzmán no había resuelto en 31 meses.
A punto de cumplir sus primeros tres meses de gestión, el equipo económico encabezado por Sergio Massa cerró la semana pasada una de las tareas que había dejado pendientes, tras casi 31 meses de gestión, el exministro Martín Guzmán: la renegociación de la deuda con el Club de París. Lo hizo reduciendo más de 50% la tasa de interés, extendiendo los plazos de pago hasta 2028 y con un alivio financiero de casi 15%, que permitió rebanar el monto de la deuda con esa suerte de asociación ad-hoc de acreedores gubernamentales y agencias estatales de crédito y garantías, que permitirá un más fluido proceso de inversiones extranjeras en una economía eventualmente estabilizada.
Además, los bonos globales en dólares cerraron la última semana con un alza promedio del 5,8 por ciento. En particular, en el cierre del viernes aumentaron muy fuertemente las cotizaciones de los bonos GD 38 (+ 13,3%) y GD 41 (+ 11,6%), mientras los AL35 y AL38 pegaron también estirones importantes, de 5,5 y 5,8 por ciento.
De este modo, el riesgo-país disminuyó levemente y se mantiene estable alrededor de 2600 puntos básicos, tras haber alcanzado al principio de la semana el nivel mínimo de los últimos 30 días: 2.494 puntos básicos según el índice EMBI del banco JP Morgan, mejora que en parte se diluyó con una evaluación adversa de la calificadora Fitch, que llamativamente hizo referencia al peso de la deuda en pesos, una de las principales hipotecas que dejó la gestión Guzmán.
Celebración bursátil
La bolsa celebró estas mejoras: en la última semana el índice Merval aumentó 6%, liderado por el alza de precios en el sector de generación y transporte de energía. Además, varias empresas argentinas con cotización en Wall Street tuvieron fuertes saltos en sus cotizaciones, destacándose los casos de Bioceres (+16%), Central Puerto (+14.3%) y Pampa Energía (+11.1%).
Tal fue la mejora bursátil, que desde Abu Dhabi, donde trabaja como analista en uno de los fondos de riqueza soberana del emirato más rico del Golfo Pérsico, el economista argentino Camilo Cisera tuiteó: “lentamente el Merval se fue recuperando desde el fondo de olla 2020; subió 15% en U$S en 2021 y otro 15% en lo que va de 2022 Hay muchos desafíos, pero la recuperación es nada comparado con crisis anteriores y las elecciones 2023 son un gran driver”.
El dólar
El principal test de la política económica sigue siendo el dólar, dada la escasez de reservas del Banco Central, pasado ya un mes de los extraordinarios resultados logrados en marzo gracias a la vigencia por un mes del “Programa de Incremento Exportador”, más conocido como “dólar soja”. Ese mes fue el mejor en años para el balance cambiario del Banco Central: la cuenta corriente tuvo un saldo favorable de U$S 5.748 millones. En menos de 30 días, el Central tuvo así un ingreso neto de divisas equivalente a todo lo que había tenido desde el inicio del gobierno. Ese mes, las exportaciones brutas alcanzaron el récord histórico de U$S 12.891 millones.
Cuando asumió Massa, los dólares paralelos coqueteaban con valores cercanos a 350 pesos. La fiebre disminuyó gradualmente y en la última semana los dólares también llamados “financieros” se mantuvieron estables en el rango $ 290-295 para el dólar MEP o “Bolsa” y $ 304-306 para el “Contado con Liquidación” (CCL), apenas 1,5 y 0,7% por sobre la semana previa, respectivamente. Mientras tanto, el dólar oficial aumentó 1,3% y las brechas del oficial con el MEP y el CCL se mantuvieron en 80 y 88%, respectivamente, contra más del 140% al amanecer de la actual gestión económica.
Los signos de disciplina y fortaleza fiscal (a lo que también contribuyó el “dólar soja”, que en solo mes dejó $ 330.000 millones en concepto de retenciones) y la recomposición de reservas le permitieron a Massa reducir el temor a una escapada del dólar y encarar un desafío central: reducir las expectativas de inflación antes de que la dinámica de los precios se vuelva inmanejable por su retroalimentación salarial y su efecto sobre la demanda de dinero, esto es, la disposición de la gente a mantener algún grado de liquidez. La huida del dinero es el mayor riesgo que enfrenta el equipo económico, aquello que debe sí o sí conjurar, como hasta ahora lo hizo mostrando orden fiscal, más dólares y tasas más altas de interés.
Los desafíos siguen siendo muy importantes. Por caso, el Tesoro obtuvo financiamiento neto por $ 34.000 millones en octubre, con un rollover de 104%, el menor desde junio. “Dado que estimamos que el déficit primario de este mes se habría ubicado en torno a los $ 180.000 millones, el Tesoro deberá desarmar parte del colchón de pesos que vino acumulando en las últimas subastas”, señaló al respecto el informe semanal de Equilibra.
Según las cuentas de la consultora, “el Tesoro aún puede financiarse vendiendo el remanente de DEGs que el FMI permite utilizar como refuerzo presupuestario ($ 210.000 millones, pero sería mejor que llegue a fin de año contando con ese respaldo. Por eso, concluyó, “una buena respuesta del mercado de deuda en los últimos dos meses de 2022 es necesaria para llegar con un buen colchón de pesos a 2023″.
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