Reuniones con intendentes, pedidos de unidad para enfrentar la crisis económica y la emoción del mandatario ante las críticas.
En medio de lo que han sido algunos de los días más turbulentos de su gestión, Alberto Fernández se ha volcado de lleno en intensificar sus recorridas por municipios bonaerenses. Luego de haber cultivado un bajo perfil tras los primeros coletazos de la crisis desatada por la renuncia de Martín Guzmán, el presidente ha decidido mostrar una actitud más enérgica, participando de diversas actividades a lo largo de toda la provincia de Buenos Aires y reforzando el diálogo con el principal termómetro social que tiene en el territorio: lo intendentes. Inflación, pérdida de poder adquisitivo e inseguridad son las tres preocupaciones clave que los jefes comunales le han ido acercando al mandatario en los últimos días, sin embargo, en el contexto de una tormenta financiera que pareciera no tener techo, el reclamo es más bien político: "Necesitamos verlos a los dos juntos tomando decisiones", insistieron varios dirigentes que, si bien destacaron el proceso de deshielo entre el presidente y la vice de las últimas semanas, reclamaron una mayor reordenamiento interno.
"Yo nunca voy a romper con Cristina". La frase de Alberto Fernández resonó con insistencia en un quincho de Pila, el distrito bonaerense de menos de cuatro mil habitantes que el presidente había visitado el martes con el objetivo de inaugurar un nuevo edificio de la Unidad Sanitaria. Sentados en la mesa lo escuchaban una decena de comensales entre los que se encontraban el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, la diputada Victoria Tolosa Paz y varios intendentes de la zona, como el anfitrión Sebastián Walker, Sebastián Ianantuony (General Alvarado), Juan Manuel Álvarez (General Paz), Francisco Echarren (Castelli), Alberto Gelené (Las Flores), Jorge Paredi (Mar Chiquita), entre otros. "Yo no voy a romper. Y voy a hacer lo posible para que no vuelva Macri", sostuvo en una alocución que lo llevó a quebrarse cuando le tocó referirse al esfuerzo realizado durante la pandemia y las críticas recibidas tanto desde adentro como fuera de la coalición oficialista.
"El presidente fue muy claro: esto es con unidad. Nosotros le planteamos nuestro diagnóstico, que la economía real se está reactivando pero que la realidad de la situación financiera con la inflación y el dólar hace que a la gente le cueste llegar a fin de mes", reflexionó uno de los intendentes que participó del encuentro y agregó: "Y eso se revierte desde lo político. Necesitamos una mayor gestualidad política que permita calmar a los mercados". En el último par de semanas, los gestos de acercamiento entre Alberto y Cristina Fernández de Kirchner aplacaron los enojos de varios jefes comunales que venían reclamando una línea de comunicación directa hace meses. Sin embargo, la corrida cambiaria y la especulación de los formadores de precios llevó a varios de los dirigentes comunales a insistirle al Presidente sobre la necesidad de dar un contundente mensaje político: "Lo de ellos dos fue un descongelamiento como producto de la coyuntura, los obligó la crisis. Esto no se soluciona ya con una foto de ellos dos, se soluciona con una mesa de laburo cotidiana de ambos sin intermediarios", resaltó otro dirigente bonaerense que participó del encuentro en Pila.
En la última semana, Alberto Fernández recorrió también Avellaneda, Berazategui y General Rodríguez, acompañado casi siempre por Katopodis. "Para los que están preocupados, quiero que sepan: ni la obra pública ni la vivienda se van a paralizar por nada. Vamos a seguir con las casas, haciendo caminos, cloacas, obras hídricas, que hacen falta en la Argentina", había sostenido el miércoles en Avellaneda, refiriéndose así a una de las áreas de gestión que más destacan los municipios y que, a su vez, mayor temor genera que pudiera ser frenada en el marco del proceso de estabilización fiscal que trazó Silvina Batakis: la inversión pública. "Nosotros tenemos un nivel de obra pública récord. Ahora, ¿cómo vamos a terminar las obras que empezamos con esta inflación?", cuestionó el intendente de una pequeña localidad bonaerense. Este tema fue uno de los ejes de conversación durante la reunión de anteayer de Batakis con intendentes del conurbano, en la cual la ministra les pintó un desolador panorama económico pero los "tranquilizó" asegurando que la situación no afectaría las partidas destinadas a la obra pública.
Más allá de sus recorridas, el jefe de Estado ha mantenido también reuniones en Casa Rosada con intendentes que tienen un diálogo fluido con CFK, como Alberto Descalzo (Ituzaingó) y Juan José Mussi (Berazategui). "Lo más importante es mostrar la importancia de la unidad del Frente de Todos porque cuando eso no se nota las repercusiones no son buenas. Tenemos que mostrar que estamos trabajando todos juntos, con Cristina y con Sergio, sabiendo que hay una crisis económica y política en todo el mundo y que hay que enfrentarla", sostuvo uno de sus últimos interlocutores, quien le acercó la preocupación de varias localidades respecto al aumento de precios, la caída del salario y, en un segundo plano, la inseguridad. "No hay una crisis como la del 2001", advirtió, sin embargo, y aseguró que había que darle "tiempo" a Batakis.
Con mayor o menor optimismo, los intendentes miran con ansiedad el 2023, a la expectativa de que el proceso de deshielo interno de los últimos días permita soñar con un escenario electoral un poco más prometedor. El panorama es, sin embargo, sombrío: "El 2023 es ciencia ficción, hoy lo que tenemos es que salvar a nuestro gobierno. Entramos a un quirófano con una arteria cortada: primero paremos la sangre antes de ponernos a pensar si podemos correr", reflexionó un dirigente.
Por María Cafferata para Página/12
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