No dejó de exigir justicia por su hijo Jorge y logró reencontrarse con su nieto Martín a principios de noviembre de 2015, casi 40 años después de andar y andar.
“Empezamos sin saber cómo buscar a una hija, a un hijo, a un nieto”, aseguró Delia Giovanola una de las últimas veces que compartió en público la experiencia que forjó durante 46 años de búsqueda, un camino que se convirtió en su vida entera. Delia, quien integró el grupo de 12 Abuelas de Plaza de Mayo fundadoras, quien pudo abrazarse con su nieto Martín, a quien su lucha le restituyó su verdadera identidad en 2015; quien asistió a las reuniones semanales de las abuelas hace que la pandemia de Coronavirus la privó de su andar permanente, falleció ayer a los 96 años.
Delia Giovanolla tenía 50 años y era maestra de una escuela primaria en La Plata cuando a mediados de octubre de 1976 supo que una patota se había llevado a su único hijo, Jorge Ogando, y a su nuera, Stella maris Montesano, del departamento en el que vivían en La Plata. Los represores dejaron en la vivienda a Virginia, la primera hija del matrimonio, que entonces tenía tres años. Stella Maris estaba embarazada de 8 meses. Desde entonces, su vida “cambió para siempre”, dijo Delia ante el Tribunal Oral Federal de La Plata durante el testimonio que ofreció en mayo del año pasado en el marco del juicio por los crímenes de las Brigadas de Investigaciones de Banfield, Quilmes y Lanús. En el Pozo de Banfield, supo Delia, había nacido su nieto.
“Nunca pensé que esto iba a ser para siempre. Pensé que como Stella estaba embarazada de 8 meses la iban a liberar rápidamente. No pensé que iba a ser para siempre y que nunca más”, declaró Delia en aquel testimonio, el segundo que y último que ofreció la Abuela fundadora ante la Justicia.
“Yo nací de Madres para ser una Abuela”
Lo que vino tras la ausencia fue la búsqueda, cuyos comienzos Delia recordaba improvisados: “No existía cómo buscar un hijo, no había ningún modelo. Automáticamente nos encontramos un grupo de madres buscando a nuestros hijos. No nos conocíamos, ninguna sabía cómo. Intercambiando ideas, probando y equivocándonos muchas veces seguimos adelante. Así fueron nuestras primeras rondas”, resumió en el marco de uno de los encuentros del Proyecto “Archivos, Museos y Sitios de Memoria en Argentina. Sinergias para la gestión de políticas públicas de Memoria, Verdad y Justicia” que organizaron en octubre pasado el Museo Sitio de Memoria ESMA, el Archivo Nacional de la Memoria y la Dirección de Sitios de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.
Como el resto de las Madres, Delia aprendió en poco tiempo a escribir y presentar hábeas corpus, a hablar con jueces y militares, con policías y religiosos. A la par, se hizo cargo de la crianza de su nieta Virginia, quien falleció en 2011. Meses después de sumarse a Madres, participó de la fundación de Abuelas de Plaza de Mayo: “Yo nací de Madres para ser una Abuela”, contó. Delia fue fundadora de las Abuelas junto a Alicia Zubasnabar de De la Cuadra, Mirta Acuña de Baravalle, Beatriz Aicardi de Neuhaus, María Eugenia Cassinelli de García Iruretagoyena, Eva Márquez de Castillo Barrios, María Isabel Chorobik de Mariani, Clara Jurado, Leontina Puebla de Pérez, Raquel Radío de Marizcurrena, Vilma Sesarego de Gutiérrez y Haydee Vallino de Lemos.
La lucha que construyeron excedió cada caso particular y fue venciendo cada barrera que enfrentaron. Muchas de ellas fallecieron sin encontrar a sus nietas o nietos. Delia tuvo la suerte de poder abrazar al suyo, Martín, a quien la búsqueda del organismo y de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad identificaron tras 37 años de ausencia.
Delia supo del destino de su hijo y de su nuera poco tiempo después del final de la dictadura, por el testimonio de una sobreviviente del Pozo de Banfield, Alicia Carminatti, quien le aseguró que había compartido cautiverio con elles. Por Alicia también supo que Martín nació en la cocina de ese centro clandestino y que fue arrebatado de Stella Maris, que le dijeron que lo iban a entregar a su familia, pero nunca lo hicieron.
Independiente, fuerte, optimista, Delia abrazó la búsqueda con esperanza, comprometida incluso después de haber hallado a su nieto. Activa participante de encuentros y actos, ávida usuaria de las nuevas tecnologías que le permitieron mantenerse comunicada durante los años de resguardo que debieron guardar las Abuelas durante la pandemia; clarísima al hablar y compartir su experiencia, “este año se la pasó dando charlas”, aseguraron desde Abuelas de Plaza de Mayo. En 2021, fue distinguida por la Universidad Nacional de San Martín con el honoris causa.
Así, desde siempre sostuvo y empujó cada idea, cada propuesta, cada plan que desde Abuelas de Plaza de Mayo idearon para dar con los bebés que los genocidas de la última dictadura cívico militar les arrebataron a cientos de familias.
Una fotografía de ella recorrió el mundo: se la ve en la calle sosteniendo un cartel que decía “Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también” y que ella misma escribió en la cocina de su casa, indignada “de ver la ciudad empapelada con esas leyendas sobre la guerra y nadie hablaba de las Madres ni de las Abuelas, que estábamos ahí hacía seis años dando vueltas. no nos veían”.
El encuentro con su nieto Martín
A principios de noviembre de 2015, casi 40 años después de andar y andar, la Abuela fundadora recibió la noticia tan esperada. Un mediodía la llamaron y le dijeron “venita rápido para Abuelas”, y a ella le extrañó el apuro, no se imaginó lo que vendría. Llegó y le contaron: “Encontramos a tu nieto, encontramos a Martín”.
El joven de 37 años vivía desde hacía más de una década en Estados Unidos y se acercó de manera espontánea al organismo de derechos humanos ese mismo año, con dudas sobre su identidad. Desde entonces, construyó un vínculo amoroso con Delia. Hasta el final de sus días.
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