En el delta entrerriano se sabe que existieron, pero aún no hallaron cuerpos. La fiscal Josefina Minatta contó que la convocatoria está destinada a fortalecer los testimonios, que serán confidenciales; pero sobre todo a localizar zonas en los ríos o arroyos donde podría haber tambores o enterramientos que los pobladores podrían haber realizado en el monte.
Hay relatos en primera persona, hay recuerdos de secretos que alguna vez se oyeron de la boca de algún familiar, algún vecine. Hay reproducciones de rumores que se volvieron sentencias. Son tantas como el agua que lo atraviesa las historias que aseguran que allí, en el delta entrerriano, los genocidas de la última dictadura descartaron cuerpos desde vuelos de la muerte. Y sin embargo, aún la Justicia federal no ha podido identificar ninguna víctima en la causa que comenzó a moverse con fuerza desde fines del año pasado. Y a eso apunta, a encontrar cuerpos, la campaña que la Fiscalía federal de Concepción del Uruguay, a cargo de Josefina Minatta, y la Dirección de Derechos Humanos de la ciudad de Gualeguaychú lanzaron hace algunas semanas que convoca a quien sepa algo sobre estos delitos a aportar su información, de manera confidencial, a la investigación.
“No tengo ninguna duda de que los vuelos existieron en esa zona, que los cuerpos eran arrojados por aviones o helicópteros, en tambores o envueltos en bolsas, que quedaban flotando por la zona, que mucha gente los vio. El problema es que no localizamos restos aún, que no tenemos ninguna víctima"., dijo la fiscal Josefina Minatta, que impulsa la investigación sobre los vuelos de la muerte en el delta entrerriano para que no quede en la nada.
Y es, en el marco de ese objetivo, Minatta es la responsable de la convocatoria que desde el mes pasado intenta despertar los recuerdos de pobladores y pobladoras de aquella zona, de familiares, amigos, vecinos, para reunir toda la información que contengan e intentar fortalecer aquel secreto a voces. Fortalecerlo con evidencia. “La campaña está destinada a fortalecer los testimonios y la hipótesis que tenemos en el expediente, pero sobre todo a localizar zonas en los ríos o arroyos donde podría haber tambores o enterramientos que los y las pobladoras podrían haber realizado en el monte”, explicó la fiscal.
La convocatoria
La convocatoria deja un número de whatsapp -03446 629285- y una dirección de correo electrónico -derechoshumanos@gualeguaychu.gov.ar- para canalizar las respuestas que, a pocos días de haber sido lanzada, son bastantes.
“Son testimonios que van aportando datos y conduciendo la búsqueda de evidencias, de restos de desaparecidos y desaparecidas que hayan sido arrojados desde aviones o helicópteros”, aclaró Ayastuy. Algunos mensajes son contundentes en la claridad, como aquellos que fueron recolectando durante las jornadas de navegación del Delta. Otros algo breves e imprecisos, como los que siguen:
“Mi mamá recuerda haber visto los helicópteros arrojar las bolsas negras. Pero en esa época no se podía decir nada. Yo me crié ahí en el Ceibo -uno de los ríos de la zona-. Seguro el que sabía un poco más fue mi papá pero él ya falleció. Yo voy a sacar el tema con ella si recuerda algo más".
“Cuando era chico iba a la Escuela N° 7 y en varios de sus viajes el lanchero llamado José Luis Pinazo (fallecido hace dos años) me contó sobre los llamados 'Vuelos de la Muerte'. El lugar donde el lanchero vio en muchas oportunidades (más de 30 veces) que los aviones realizaban vuelos rasantes, era en la Isla que queda, yendo por el Gutiérrez, entre el Gutiérrez y el Bravo, a mano derecha. También mencionó el Canal Los Platos”.
Con más o menos precisión, “sirven todos”, sostienen desde la Fiscalía y el Municipio, ya que “abren una puerta” que hasta ahora permaneció cerrada bajo la llave del miedo porque garantiza el anonimato a quienes quieran aportar. La iniciativa es una de las estrategias que se están dando desde la Fiscalía para poder “despegar” la investigación “de la formalidad” de la justicia.
Secretos a voces
Fue el periodista entrerriano Fabián Magnotta quien comenzó a tirar de la piola de un testimonio que narraba la aparición, en las aguas del delta local, de un tambor con un cuerpo dentro al que habían cubierto con cemento y dejado fuera la cabeza. La justicia había decidido, entonces, hacer nada con esa denuncia. Magnotta avanzó. Años después, impulsada por otros efectores, la causa judicial empezó a moverse.
Minatta, Tejera y equipo -con la colaboración de la dirección de Derechos Humanos de Gualeguaychú- comenzaron a visitar las islas que integran el delta y que, en épocas de la última dictadura cívico militar, integraban un mismo departamento, entre las que se encuentran Villa Paranacito e Ibicuy. “Lo que advertimos es que en la zona había un secreto a voces que era muy difícil que la gerente rompiera”, apuntó Ayastuy. Los cuerpos descartados en los ríos, arroyos y el monte “era algo que todo el mundo sabía y que nadie blanqueaba a viva voz”.
“La primera vez que fuimos a la zona fuimos a navegar, un día entero por todo el Delta. Nos encontrábamos con gente, buscábamos gente mayor, y al principio si nos presentábamos como parte de la Justicia o la Fiscalía se notaba muy evidente la resistencia a hablar del tema de la gente”, resumió el director de Derechos Humanos local. “Yo nunca escuché”, “no tengo idea”, eran las respuestas. Entonces, cambiaron la estrategia. Apagaron los grabadores, optaron por construir la confianza. Y las vivencias comenzaron a fluir. Despacito, con la corriente del agua.
Minatta hace un resumen de todo lo que fue oyendo: “Hay historias que hablan de que la gente que se encontraba con los cuerpos les daba sepultura en los fondos de sus casas por miedo. Miedo a que las ánimas quedaran en la zona, aseguran que tras ver a los muertos en el agua no dormían por días. Cuentan de un hombre que vivía en Arroyo Vico que juntaba los cuerpos y los enterraba, pero que ya falleció. Hay hombres que trabajaban plantando árboles en los montes que dicen que había un monte al que nadie quería ir a trabajar porque no se podía cavar sin encontrar cuerpos, parece que por ahí los aviones arrojaban a las víctimas. O está el hombre que manejaba la lancha carnicera y que desde la mañana en la que se encontró en un muelle con dos cadáveres envueltos en nylon, atados de pies y manos con alambres no volvió a subir a esa lancha”.
La fiscal reconoce que el trabajo es “de hormiga, de ir tejiendo confianza y quitando miedos”. Es que si antes algunos temían a las almas de los muertos, hoy le siguen temiendo a las consecuencias que pueden llegar a generar los vivos. “Esta gente vive muy sola en un lugar donde la pasaron muy mal. Nadie los amenazaba quizá, pero se encontraban muertos en la puerta de la casa y si iban a la Prefectura, les contestaban que no hicieran nada", concluye Minatta.
A paso de hormiga, y a medida que se vaya cruzando la información obtenida de la recorrida por los lugares, de la campaña de convocatoria y de las otras medidas de prueba, se podrá avanzar en la formalización de estos testimonios. El objetivo primordial, no obstante, sigue siendo el hallazgo de restos.
A medida que van llegando los aportes a la convocatoria de información, se clasifican y sistematizan. “Gran parte de los testimonios que llegan son recomendaciones: hablen con tal, hablen con tal. Así que ordenaremos todo para poder ir en busca de esas fuentes”, detalló Ayastuy. Se espera poder culminar el trabajo con un mapeo de la zona en el que estén localizados los lugares en donde puede haber restos. “Es importante que la gente se siga animando a hablar, es importante que, a 45 años del golpe de Estado, se esté quebrando el miedo. Porque es fundamental eso para poder encontrar a las víctimas”, señaló el funcionario gualeguaychense.
Por Ailín Bullentini para Página/12
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