Las nuevas restricciones entrarán en vigor este viernes. “Todas las medidas tienen un objetivo principal: evitar en 2021 el genocidio que Río tuvo en 2020”, explicó el alcalde de la ciudad, Eduardo Paes.
Río de Janeiro, una de las ciudades de Brasil más golpeadas por el coronavirus, decretó ayer un toque de queda nocturno y el cierre de cualquier tipo de actividad comercial en sus playas durante una semana.
La decisión fue adoptada ante el avance de la pandemia, que está en su peor fase en todo el país.
Las nuevas restricciones empezarán este viernes y se mantendrán vigentes al menos hasta el día 11, según publicó en el Diario Oficial la Alcaldía de Río. Las medidas podrían ser prorrogadas si la crisis sanitaria no reduce su intensidad.
"Queda prohibida la permanencia de personas en las calles, áreas y plazas públicas del municipio entre las 23:00 y las 05:00 horas", indicó la disposición de la Alcaldía, que también suspendió el comercio y la prestación de servicios en las playas, así como en los paseos marítimos de la ciudad, que en condiciones normales es bastante intenso.
Esa restricción incluye el cierre temporal de los puntos de venta ambulantes, puestos de comida y mercados de artesanías. La intención es desalentar la llegada de bañistas, que en las últimas semanas coparon las playas cariocas.
"Todas las medidas tienen un objetivo principal: evitar en 2021 el genocidio que Río tuvo en 2020. En 2020 murió el doble de personas en Río que en Sao Paulo, que tiene el doble de población", explicó en rueda de prensa el alcalde de la ciudad, Eduardo Paes, quien también manifestó que la adopción de estas restricciones buscan "evitar el cierre total" de la capital fluminense.
El decreto también limita el horario de funcionamiento de bares y restaurantes, que a partir de hoy estarán obligados a cerrar a las 17.00 horas, y con el aforo reducido al 40 % del total.
La ciudad de Río de Janeiro, que registra hasta la fecha cerca de 210.000 casos y 19.000 muertes por covid-19, vive un preocupante repunte en el número de contagios y hospitalizaciones que amenaza con colapsar su sistema de salud, como ya ha ocurrido en otros puntos del país.
Otros gobiernos municipales y regionales, como el estado de Sao Paulo, que cerrará todos sus negocios, salvo los esenciales, por dos semanas, también han optado por endurecer las medidas de distanciamiento para contener el virus.
Desde el pasado noviembre, Brasil afronta una segunda ola más virulenta y letal que ha llevado al país a registrar un promedio de más de mil muertes asociadas a la covid-19 durante los últimos 42 días.
La segunda ola coincide con la irrupción de la nueva variante conocida como P.1, que según estudios preliminares es más transmisible, infecta con una carga viral hasta diez veces superior y es capaz evadir los anticuerpos generados por un contagio previo.
Brasil es, junto a Estados Unidos y la India, uno de los países más afectados por el coronavirus, al contabilizar casi 260.000 decesos y más de 10,7 millones de casos, según datos oficiales.
La campaña de vacunación empezó en el país a mediados de enero, pero avanza de forma muy lenta, pues apenas ha recibido la primera dosis un 3,5 % de una población de 212 millones de habitantes.
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