jueves, 18 de agosto de 2022

Cierran hogares en la ciudad de Buenos Aires por falta de recursos: "Es una revictimización de todos estos niños y niñas"

Veinte niños y niñas de hasta 12 años vivían en el hogar Pequeños Sueños, en Barracas. El cierre por falta de presupuesto implica separarlos y se traduce en más pérdidas en vidas ya vulneradas. Advierten que todos los hogares que dependen del régimen porteño lidian mes a mes con el fantasma del cierre.


Andy Rivero conoce de cerca el hogar Pequeños Sueños, en Barracas. Allí vivió quien hoy es su hijo, antes de encontrarse con la familia que lo adoptaría. 

Por eso sabe la “hermandad” que se gesta entre quienes conviven en un hogar, sin cuidados parentales. “Es un vínculo único. 

Cuando no tenían nada, se tenían”, describe y cuenta que era el compañero de habitación de su hijo quien lo calmaba durante las noches de tormenta, que le generaban pánico. Esos vínculos están en riesgo para 20 niños y niñas de hasta 12 años que vivían en Pequeños Sueños. El hogar tuvo que cerrar sus puertas por la insuficiencia de recursos provistos por el nefasto régimen de Horacio Rodríguez Larrata.

El caso fue denunciado por familias como la de Andy, pero también mediante un comunicado emitido por el colectivo Hogares en Red. Una de sus fundadoras, Patricia Pérez, explicó que decidieron visibilizar el cierre porque “es una advertencia sobre instancias en las que estamos en todos los hogares todo el tiempo. Mes a mes es un logro poder seguir y mes a mes tenemos que evaluar seriamente la continuidad o no”. De hecho, en el último tiempo también se conoció el inminente cierre de otro hogar porteño: Descanso Miquelina, en Caballito.

Pérez, quien hace dos décadas está al frente del hogar Soles en el Camino, señaló que el tema no es nuevo, pero se agrava con la crisis inflacionaria. “Venimos hace años planteando el déficit económico que tenemos las organizaciones sociales. Hace aproximadamente cinco años que no se logra actualizar el presupuesto de acuerdo a los niveles inflacionarios y de porcentajes de aumento de sueldos”, indicó.

La situación empeoró, según la referenta de Hogares en Red, cuando estas instituciones pasaron a la órbita del Consejo de Niñas, Niños y Adolescentes de la Ciudad (antes respondían a la Dirección de Niñez, dependiente de Desarrollo). “Se suponía que era para mejorar la situación, pero no fue así”, lamentó Pérez sobre el cambio impuesto en abril de 2020.

Más pérdidas con el cierre de los hogares

¿Qué pasará con esa veintena de niñes del hogar que cierra? “Los tienen que redistribuir a otros hogares. Esto es lo terrible. Se está sacando a los chicos de su centro de vida, escuela, amigos, de las personas que los cuidaron siempre. Lo que reciben son nuevas pérdidas, sumadas a todas las que tuvieron”, cuestionó Pérez. Y remarcó que “lo que estamos viendo es una revictimización de todos estos niños, y que las instituciones debamos como única alternativa buscar la beneficencia no es lo que la ley plantea en función de la responsabilidad del Estado”.

“Realizamos un montón de campañas para el Día de las Infancias, para Navidad, para el comienzo de clases. Pudimos colaborar con las cosas que han necesitado en su momento desde la dirección para les niñes. Creemos fundamental mantener la rutina y un espacio seguro para elles”, pidió Rivero, quien llevó el caso a Twitter y logró su viralización.

“Siempre buscamos otras vías de solidaridad. Con la pandemia se nos agravó terriblemente porque antes muchas empresas y privados dedicaban dinero a solventar gastos de estas instituciones o hacer obras de mantenimiento. Pero con la pandemia y la crisis esto se diluyó casi en un 90%”, contrastó la vocera de Hogares en Red. Según contó, el Estado porteño aporta “entre 60 mil y 85 mil pesos por mes por chico, todo el resto lo tiene que conseguir el hogar. Esa plata se usa para todo: remedios, útiles, zapatillas, llevar a los chicos de paseo, ir al dentista, y también para sueldos”.

En línea con la denuncia de Hogares en Red, la Asamblea por las Infancias y Adolescencias de la Ciudad de Buenos Aires (Apiaba) se sumó al reclamo y pidió la suspensión del cierre y del ajuste en los programas para las infancias.

Un riesgo para 851 chicos y chicas en la CABA

Gabriel Lerner, secretario de Niñez, Adolescencia y Familia de la Nación, explicó que “la organización y el financiamiento del sistema de cuidados para chicos separados de sus familias es determinado por cada una de las jurisdicciones. De acuerdo al último relevamiento hecho por la Secretaría, en la CABA hay alrededor de 900 niñas, niños y adolescentes en ese cuidado alternativo: 851 están en hogares o residencias. Sólo el 10% en hogares de gestión pública, y el 90% en hogares administrados por ONGs”.

Lerner contó que la Secretaría “tomó conocimiento por las redes” sobre el caso de Pequeños Sueños. Y apuntó: “No conocemos la situación singular de ese hogar ni cómo administra los fondos que recibe del Gobierno de la Ciudad, pero cualquiera de las 24 jurisdicciones cuando delega en una ONG el cuidado transitorio de niñas o niños tiene que transferir los recursos necesarios para que esos dispositivos brinden un cuidado de calidad, para asegurar todos los derechos de esos niños que ya han debido padecer una situación muy complicada que determinó su separación del medio familiar”.

“La ciudad de Buenos Aires es la jurisdicción con más recursos presupuestarios por habitante. Y la cantidad de chicos separados del medio familiar no es un número que no pueda afrontar. Francamente, desconocemos por qué se produce esta situación. La Ciudad debería asegurar los recursos para un adecuado funcionamiento. De otra manera no se estarían cumpliendo con las leyes de protección, tanto la nacional como la 114 que rige en CABA. Afrontar los gastos corrientes de los hogares debiera correr por responsabilidad de Gobierno de la Ciudad, y si no se está produciendo debe ser rápidamente rectificado”, concluyó el Secretario de Niñez de Nación. A nivel local, no hubo hasta el momento respuesta por parte del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de la Ciudad.
Fuente: nota de Luciana Rosende para Tiempo Argentino

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