Referentes de la coalición opositora de derecha reconocieron que apuntan a lograr aunque sea 10 puntos básicos. Por qué Macri decidió no asistir a la cumbre cordobesa. La embestida de Carrió.
A un paso de cumplir dos meses de la última reunión de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio, la mayoría de los jefes de la coalición opositora se reencontraron el viernes en la ciudad cordobesa de Río Cuarto, la segunda más importante de la provincia, que es gobernada por el peronista Juan Manuel Llamosas por segundo mandato.
La cita fue armada para exhibir unidad en un momento donde la fuga de votos por ultraderecha, que lidera el diputado Javier Milei, parece estancarse en forma provisoria por sus sobregiros públicos y también por el recrudecimiento de la interna dentro de la extrema derecha que busca ordenar su carrera presidencial para 2023. Sin embargo, el eje más trascendente de la cita no se concentró en seguir emitiendo gestos sino en acelerar las negociaciones para intentar llegar a fin de año con una plataforma electoral común, algo que asoma muy complejo por ahora.
Según confiaron distintos participantes del encuentro, el dato más relevante de la cita fue la presencia de los economistas macrifascistas Hernán Lacunza y Luciano Laspina, junto con el radical Eduardo Levy Yeyati. Entre ellos se juega una de las mayores discrepancias de la alianza porque no logran consensuar un programa económico común. “Están haciendo un gran esfuerzo por diferenciar la política del programa. Muchos insistimos con la necesidad de contar con un programa unificado antes de fin de año”, detalló uno de los dirigentes consultados.
Otro referente, que integra la UCR, reconoció que “no será fácil” acordar una plataforma común, aunque destacó: “Entendemos que es un año muy convulsionado internamente, pero apuntamos a llegar a un consenso de 10 coincidencias de lo que hay que hacer en 2023 si Juntos por el Cambio vuelve al poder”, aseguró la fuente.
La realidad interna del espacio no se ajusta a esa percepción porque el nivel de desacuerdos en materia económica, entre el radicalismo y el macrifascismo, sigue sin ser encauzado y por esa razón surge la idea de intentar un decálogo de definiciones que permitan aglutinar a los socios y evitar que ese debate obture el lanzamiento de los productos electorales para el año que viene.
Hasta ahora, en medio de la interna del oficialismo, Juntos por el Cambio sigue varado en sus debates internos al punto que los bloques parlamentarios siguen sin poder consensuar votaciones comunes. Es un termómetro que pasa inadvertido, pero sube de temperatura por la desconfianza que hay por parte de los macrifascistas más duros con la relación que mantiene el gobernador jujeño y titular de la UCR, Gerardo Morales, con el presidente de la Cámara Baja, Sergio Massa.
En ese contexto, parte del elenco de la dirigencia opositora se trasladó el viernes a la ciudad que los riocuartenses conocen como “el Imperio del Sur”. El PRO mandó a diputados, senadores y dirigentes mediterráneos. También estuvo la ex gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, pero pegaron el faltazo Miauricio Macri y el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larrata. El domador de reposeras decidió ausentarse para mantener su alto perfil de mayor elector de la coalición, pero en el encuentro mediterráneo otros dirigentes de su partido interpretaron que el ex hijastro de Flavia Palmiero no fue para no antagonizar con quienes critican su acercamiento con Milei, justo en un momento donde el ansiado aliado afronta una situación interna crítica, que se profundizó desde que se conocieron las cuatro reuniones que ambos mantuvieron, gracias a los oficios del dirigente ultraliberal Alberto Benegas Lynch.
Rodríguez Larrata no pudo viajar a Córdoba porque partió hacia Israel para encabezar una gira proselitista para afianzar sus aspiraciones presidenciales. Al igual que sucedió en la reunión del 27 de abril, cuando establecieron un reglamento interno para cortar los puentes con Milei, la hegemonía la marcó el radicalismo, que se reunió un día antes en la misma ciudad para ordenar a su tropa, que actualmente sigue dividida en una fractura que se expresa directamente en la Cámara de Diputados, donde conviven los 33 escaños que responden a Mario Negri y los 12 que acompañan a Rodrigo De Loredo. Los dos dirigentes son cordobeses y formaron parte de la foto de familia boina blanca que protagonizaron para cerrar el encuentro radical, conducido por Morales.
La hegemonía de la UCR en el encuentro de Juntos por el Cambio fue respaldada por la presencia de la Coalición Cínica, dentro del pacto que su fundadora, Elisa Carrió, tiene con Morales para mantener a raya a Macri y a la titular del PRO, Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, en sus acercamientos con Milei.
El sábado la Coalición Cínica también tuvo su encuentro, pero fue virtual. Sirvió para marcarle los tiempos a los demás socios opositores. “Juntos por el Cambio no puede concentrarse en las elecciones y candidaturas del año que viene porque los problemas son hoy. Les pido racionalidad, consistencia, unidad y amistad política. Hay un proceso de disgregación y atomización del Poder Ejecutivo. Esto es muy grave”, disparó.
A su modo, Carrió vulneró los acuerdos de Río Cuarto. “Hoy, si miramos el 2023, es una eternidad, hay un gran muro en el medio. El negacionismo es mirar 2023 como si fuera ya y las resoluciones de los partidos fueran ya. Es una pésima estrategia”, insistió la paciente psiquiátrica ambulatoria para reclamar “racionalidad y unidad” y “después tener una interna civilizada donde se discutan candidaturas”.
Fuente: nota de Claudio Mardones para Tiempo Argentino
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