Ante las versiones sobre el supuesto aviso de autoridades paraguayas al gobierno nacional respecto del avión de Emtrasur, fuentes de Casa Rosada revelaron que el presidente Mario Abdo le habló a Alberto Fernández de la nave retenida en Ezeiza. Pero nunca dijo nada sobre la tripulación de iraníes y venezolanos, mucho menos sobre terrorismo. La mención de Abdo se basó en lo que había leído en los medios y se refirió a que lo favorecía en su disputa interna con Horacio Cartes, cuya empresa había utilizado el mismo avión.
Fuentes de la Casa Rosada revelaron que efectivamente el presidente paraguayo, Mario Abdo, le habló a Alberto Fernández del avión venezolano que está en Ezeiza. Pero no le mencionó iraníes, ni venezolanos, ni terrorismo. Fue en una cena en la Cumbre de las Américas y con Sergio Massa como testigo. El mandatario guaraní simplemente acotó que el caso le venía bárbaro porque -según había leído en un portal paraguayo- el Jumbo lo había usado su archienemigo Horacio Cartés “para contrabandear cigarrillos”.
En aquel momento, el avión ya estaba en Ezeiza y todo el caso se había judicializado, pese a que no se encontraron en el Boeing ni armas ni explosivos ni drogas ni nada irregular: sólo autopartes de Volkswagen. La increíble alharaca de las autoridades y la inteligencia paraguaya, replicada por los grandes medios argentinos, es asombrosa teniendo en cuenta que el Jumbo estuvo tres días en Ciudad del Este, la misma ciudad que esos grandes medios, la oposición de Juntos por el Cambio y las derechas de Estados Unidos e Israel vienen calificando hace décadas como capital del contrabando y una especie de sucursal de la organización libanesa Hezbollah. En Ciudad del Este el Jumbo ni siquiera fue inspeccionado, pero aún así la inteligencia paraguaya es presentada como si ranqueara entre las mejores del mundo.
Como se sabe, el avión de Emtrasur llegó a Ezeiza el lunes 6 de junio, el miércoles 8 intentó cargar combustible en Uruguay y al regreso ya se produjo todo el proceso de judicialización con el argumento de que había que investigar las objeciones geopolíticas esgrimidas tácitamente por el gobierno guaraní.
Alberto Fernández salió hacia Los Ángeles en la noche del 8 de junio y participó de una cena en la sede de la Cumbre de las Américas en la que también estaba Abdo. No es que el presidente paraguayo se hubiera enterado por un reporte secreto de la ahora sorprendente inteligencia guaraní -que no tiene personal ni presupuesto- sino porque leyó la noticia de lo que pasaba en Ezeiza en un portal.
Eso ocurrió durante la comida y cuando estaba delante el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. El único comentario de Abdo fue “esto nos sirve para mostrar el contrabando de cigarrillos de Cartés, porque él, hace un mes, usó ese avión”. O sea, Abdo no mencionó ni que hubiera tripulantes iraníes ni que existiera algún problema con los venezolanos ni alguna relación con terrorismo. Fue un comentario centrado en la dura interna del Partido Colorado, con Abdo y Cartés a la cabeza.
La ruta del contrabando
El avión de Emtrasur transportó 850 mil dólares en cigarrillos a la isla de Aruba, en el Caribe, bajo mandato de Países Bajos. La carga fue enviada por Tabacalera del Este, la empresa de Cartes y la importadora en Aruba también fue otra empresa de Cartes. Aún así, dicen en Paraguay que no hay sospecha de contrabando en ese envío, sino que esas exportaciones chicas le servirian a Cartes para ocultar su verdadero negocio. El expresidente fabrica en Tabacalera del Este unas 50 veces más que el consumo de todo Paraguay, por lo que la realidad es que la mayor parte se trafica, como contrabando, hacia Brasil. Según sostienen en tierras brasileñas, el control de ese cargamento lo tiene el Primer Comando Capital (PCC), la organización narco-mafiosa más grande de Sudamérica que controla las cárceles de Paraguay y Brasil.
Ciudad del Este, según las estadísticas paraguayas y norteamericanas, importa entre 12 mil y 15 mil millones de dólares de electrónicos por año. Más que Miami. Y el aeropuerto en el que estuvo el 747 es el mayor de carga de todo el continente. Pero la clave es lo terrestre y fluvial. Lo que se sostiene es que la cocaína proveniente de Colombia, Perú y Bolivia circula ahora por Paraguay hacia Brasil y de allí a Europa, a veces pasando por Sudáfrica. Hay oportunidades en que lo sacan por el Paraná también camino a esos destinos.
La importación insólita de electrodomésticos no sólo constituye un gigantesco contrabando hacia Brasil, sino -como explicó una autoridad guaraní- hacer un reemplazo en las cajas de televisores, por ejemplo, de sólo 20 cajas, es el canal para meter buena cantidad de kilos de cocaína rumbo a los mercados consumidores. En Europa se han llegado a detectar containers enteros de droga provenientes de Paraguay. En ese marco, el comentario de Abdo apuntaba a señalar a Cartés como protagonista del contrabando y las maniobras de Ciudad del Este, no otra cosa.
Como se sabe, en el vuelo de México a la Argentina, el Jumbo trajo autopiezas para la empresa Volkswagen. La Policía de Seguridad Aeroportuaria hizo incluso un allanamiento ilegal, con perros antidrogas y antiexplosivos, y no detectó nada. O sea, en la causa que tramita en Lomas de Zamora, a cargo del juez Federico Villena y la fiscal Cecilia Incardona, no figura ningún elemento que implique un delito y ni siquiera el vuelo parece encajar en la advertencia de Abdo, centrada en el contrabando.
La fiscal, para impulsar la causa, tomó un documento del FBI -que la Casa Rosada calificó de “panfleto burdo”- para apuntar contra el piloto instructor Gholamreza Ghasemi porque fue ejecutivo de una aerolínea iraní que -también según el FBI- transportó armas hacia Beirut. Aún así Ghasemi no tiene órdenes de captura en su contra.
La interna paraguaya
Tras el relato de aquel diálogo en Los Ángeles, queda claro que Abdo -nuevo superhéroe de los grandes medios opositores- no sabía que había tripulantes instructores iraníes y se enteró de la existencia del Jumbo por un medio de comunicación.
La interna paraguaya alrededor del Boeing no cesa. Abdo la utiliza contra Cartés y Cartés contra Abdo. Sucede que el actual vicepresidente, Hugo Velázquez, tuvo en su momento gran poder en Ciudad del Este y los medios guaraníes lo vinculan con Hezbollah. En cambio, a Cartés lo relacionan con el ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu. Como tampoco se andan con chiquitas, uno está más relacionado con Donald Trump y el otro con Joe Biden. Los ecos de esa feroz interna política y de negocios se transformaron, en un pase de magia, en eficiencia de los servicios de inteligencia paraguaya.
En paralelo, el titular de la Agencia Federal de Inteligencia, Agustín Rossi, ratificó en declaraciones radiales que no hubo ningún aviso de la inteligencia paraguaya a la AFI. La notificación se produjo, como ya se informó, cuando el avión estaba en Ezeiza. De todas maneras, ni el avión ni la tripulación tenían restricción alguna y pasaron por 13 países en los últimos cuatro meses. En ningún lugar tuvieron problemas.
A la espera
En el juzgado de Lomas de Zamora ahora esperan la llegada de algún nuevo documento, ampliado, de Estados Unidos. Durante el fin de semana los tripulantes del avión dieron explicaciones razonables:
〇 El 747-300 se le compró a Irán porque, debido a las sanciones de Estados Unidos, ningún país le quería vender una aeronave a Venezuela.
〇 El Jumbo fue entregado en febrero y parece obvio que los primeros meses, por regulaciones internacionales, se requiere de personal instructor. No había pilotos venezolanos con licencia de instructores en 747-300. Ocurrió lo mismo cuando Aerolíneas Argentinas compró los Airbus 340: se requirió personal instructor filipino.
〇 También los venezolanos explicaron que sus tarifas son más baratas, no porque vinieran a hacer espionaje o terrorismo, sino porque compran el combustible a 0,50 centavos de dólar por litro en Caracas, contra los 2,50 y hasta tres dólares que se pagan en el resto del mundo.
Habrá que ver si surge alguna prueba que contradiga estos datos o que plantee la existencia de delitos. Por ahora, todo el caso del avión se encuadra en las habituales operaciones políticas-judiciales-mediáticas puestas en marcha por la oposición alineada con las derechas internacionales.
Por Raúl Kollmann e Irina Hauser para Página/12
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