La tradicional recorrida por 14 estaciones contó con la presencia de una mujer rusa y otra ucraniana, como símbolo de la reconciliación en tiempos de guerra. La embajada ucraniana ante la Santa Sede había expresado sus reticencias.
Unos 10.000 fieles acogieron ayer al Papa Francisco en el Coliseo de Roma, donde presidió el Vía Crucis de Viernes Santo, después de dos años en el que este rito, uno de los más seguidos de la Semana Santa, fuera suspendido por la pandemia.
En los años 2020 y 2021 el tradicional Vía Crucis fue celebrado en una plaza de San Pedro desierta a causa de las restricciones por el coronavirus.
Este año Francisco volvió al famoso anfiteatro, símbolo de la persecución de los primeros cristianos, para presidir el Vía Crucis, un rito que se remonta al siglo XVIII pero que, tras caer en desuso, fue retomado en 1959 por el papa Juan XXIII.
A los pies del monumento, miles de fieles con velas -10.000 según la Santa Sede, que cita como fuente a la Jefatura de Policía romana- asistieron al recorrido de la Cruz, conmemorando el martirio y muerte de Jesús.
Francisco, como es tradición, asistió a la ceremonia en silencio en un promontorio de la colina del Palatino, donde se levanta la basílica del emperador Majencio, en los Foros Imperiales.
Durante el Vía Crucis, dividido en 14 estaciones que simbolizan el camino de Cristo a su crucifixión, la cruz fue transportada por diferentes tipos de familia y en el paso décimotercero fue llevada por una rusa y una ucraniana en señal de reconciliación.
La iniciativa, sin embargo, había generado polémica entre la comunidad ucraniana debido a la guerra actual entre los dos países.
Albina es rusa y estudiante de tercer año de la carrera de Enfermería en la Universidad Campus Bio-Médico de Roma. Irina, ucraniana, es enfermera del Centro de Cuidados Paliativos de la Fundación Policlínica Universitaria del Opus Dei.
Las dos mujeres, que son amigas, pasaron los meses del covid juntas y aseguraron a la prensa que comparten el sufrimiento de los dos pueblos.
A principios de semana, el embajador de Ucrania ante la Santa Sede y el arzobispo de Kiev criticaron el plan del Vaticano de que una mujer ucraniana y una rusa llevaran juntas la cruz durante la procesión. Se opusieron a proyectar lo que consideraban como una idea de reconciliación, mientras Ucrania está asolada por la guerra desatada por Rusia. El Vaticano, sin embargo, no respondió a las protestas ni anunció algún cambio en el programa.
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