Cambiaron el sistema de turnos y se forman largas colas desde la madrugada. La demanda de especialidades se multiplicó tras la pandemia y la derivación de la línea 147 complicó un panorama de por sí complejo. Tras esperar horas, muchos no logran ser atendidos.
Son casi las seis de la mañana y Ana María arriba a la laberíntica cola que se forma en el área externa del Hospital Durand, tan larga que da toda la vuelta al pabellón. Sabe que llegó tarde: la fila ya pasa el puente que da a la guardia y eso le indica, por experiencia, que tiene bajas chances de conseguir un turno para ser atendida. Otras veces ha venido directamente a la medianoche, a esperar en los bancos que pusieron hace poco al aire libre; ahí dormitaba hasta que a la madrugada se armaba la fila y entonces comenzaba a esperar, parada.
Esta vez no pudo. Entonces se tomó un remis de madrugada para alcanzar el 75 en Lanús Oeste, pero el colectivo tardó demasiado en llegar. Combinó luego con el 15 para llegar agitada a su lugar en la fila. Tarde: desde las 4 esperan los primeros, los que tienen posibilidades ciertas. Sobre las 7 aparecen los empleados de Auditoría Médica, "ordenan" la fila de acuerdo a las especialidades, reparten números. A Ana María le tocará uno pero no servirá después, al pasar a la etapa de la atención, porque ya no hay lugar para ella entre los turnos del día.
Tras horas de espera vuelve a su casa sin ser atendida, aunque con la promesa de un administrativo que se apiadó de ella y anotó su nombre en un cuadernito: le dijo que si la semana que viene llega más temprano y en el día en que está él, se acordará y buscará, de algún modo, un lugar para ella.
Rosa es otra de las que no lo ha logrado. Llegó a las 5; para las 7 avisaron, simplemente, que "quedan cuatro turnos", y había muchos más delante de ella esperando para la gastroenteróloga. Le había traído los estudios que la médica le encargó para la endoscopía. ¿Cómo va a seguir entonces su dolencia, que por la descripción parece revestir cierta urgencia? "No sé, volveré el lunes que viene, porque es el único día que atiende. Vendré a las 3, o a las 4, ¿qué voy a hacer?", suspira. Ahora se va porque se tiene que ir a trabajar. Su pregunta retórica es de imposible respuesta.
Las historias de Ana María y de Rosa son las de muchos y muchas que llegan a atenderse a los hospitales porteños por estos días. La pandemia dejó un panorama grave: los centros de salud se enfocaron casi exclusivamente en la covid; especialidades enteras directamente suspendieron la atención; la demanda ahora se multiplicó exponencialmente y muchos casos sin seguimiento se agravaron.
El régimen porteño decidió además cambiar el sistema de gestión de turnos, y derivarlo ahora casi enteramente a la línea de trámites 147. Lo que, según denuncian tanto pacientes como trabajadores de distintos hospitales, complicó en los hechos la operatoria: a la gente le cuesta comunicarse, muchos no saben que hay que llamar antes y van directamente, para tomar un turno desde provincia hay un 0800 al que no se le da difusión.
Lo más preocupante, aseguran en los hospitales, es que los empleados del call center no están capacitados en salud, con lo cual hay una alta cantidad de turnos mal dados, además de que en muchos casos los pacientes ya no pueden continuar la atención con el médico que los venía atendiendo.
En algunas especialidades, hay un número muy limitado de turnos que se dan cada día salteando esta línea, directamente en el hospital, para "atención espontánea". Pueden ser entre 5 y 10. Los pacientes, literalmente, pasan la noche en los hospitales para acceder a ellos a la mañana siguiente.
Acostumbrada
Emilse llega a las 4 de la mañana cada vez que necesita atenderse en el hospital Piñero para controlar sus várices, sabe que "si te vas más tarde, no encontrás más". Las colas allí son de entre 30 y 40 personas, sólo los primeros llegan a atenderse, menos de la mitad. "Cuando no hay más, no hay más", explica el sistema. Suelen dar entre 15 y 20 turnos.
Dice que después de la pandemia todo se hizo más difícil: "te dicen que llames al 147, pero no atiende nunca", asegura. Así que ella pide la orden en el clínico, y "se va directo", a las 4. Ni aún así se asegura la atención: alguna vez le tocó un administrativo "poco simpático" que, con la orden y todo, la mandó a sacar turno telefónico, después de hacer la cola desde las 4. Dice que siempre esperó desde la madrugada en el hospital. "Pero ahora está peor", concluye.
Emilse vive en la villa 1-11-14 y se atiende en el Piñero para las especialidades de dermatología y ginecología; para el resto de las consultas clínicas y para controlar su diabetes y presión alta, va a la salita de su barrio. Allí también hay pocos turnos diarios, dependiendo de los que queden libres de los programados. "Tenés que ir a pelearlos, temprano. Yo me voy a las 4 y estoy primera. Me llevo mi sillita y espero afuera hasta las 8 y media, que abren. Tomo mate, y estoy ahí. Yo ya estoy acostumbrada. Porque si vas a las 6, ya viene otro y te pelea por la fila, yo estaba acá, yo estaba allá... En cambio si estás primera, nadie te puede engañar".
Trabaja en blanco y tiene la obra social de personal de casas particulares, pero no la usa porque no le sirve: cada tres meses tiene que ir a la oficina de Congreso a ratificar que sigue activa en el empleo, la atención es en su horario laboral, además del gasto de colectivos y el tiempo que implica el trámite. Dice que lo haría, si tuviera sentido, pero el centro de atención queda demasiado lejos de su casa, también las cuatro farmacias con descuento en toda Capital, dos en Recoleta, una en Congreso, otra en Liniers.
Quisiera un sistema distinto: "que vos vayas con un turno y esperes unas horas, pero no desde las 4", anhela. Su caso resume las múltiples y complejas aristas de un sistema de salud que, queda claro, no está funcionando.
Colapso
"La ciudad de Buenos Aires históricamente tuvo un retraso importante en el otorgamiento de turnos por consultas externas en algunas especialidades, inclusive en operaciones programadas. Tiene que ver con que históricamente ha faltado personal y recursos. A partir de la pandemia se incorporó personal de salud para cubrir los servicios afectados a la pandemia, pero cubrió también ese déficit histórico. Ahora ya están abiertos casi todos los consultorios, la gente se acerca porque estuvo mucho tiempo sin atenderse. Colapsa la línea telefónica y hay días que se juntan los turnos telefónicos más atenciones como el servicio de curaciones de traumatología, por ejemplo, en la misma cola. Es un caos", describe Rodolfo Arrechea, coordinador de Salud de ATE.
La ciudad de Buenos Aires había anunciado que no renovaría los contratos de personal extra que tomó ("enfermería planta transitoria covid"); frente a la denuncia de esta situación en el sistema de salud, tuvo que frenar la medida por el momento. También preocupa la denuncia del recorte de más del 50 por ciento en los cupos para las concurrencias (capacitaciones de posgrado en la práctica concreta de los hospitales).
Recorriendo las largas colas se escuchan enojos, reclamos al personal que recepciona los turnos. En el Rivadavia se entregaban turnos por el 147 desde antes de la pandemia, "pero ahora es peor", coincide con los testimonios Rosa Alba Flores, que a las 9 logró su turno en pediatría. "Te dan el turno por teléfono pero es lo mismo, porque igual venís acá y hay cola, entonces tenés que venir unas horas antes", cuenta con su hijo dormido en brazos, y recuerda que durante la pandemia "no hubo guardia pediátrica porque la cerraron por los contagios de covid entre los médicos y los enfermeros".
El Tornú, en Villa Ortúzar, es uno de los hospitales que pasó a los turnos telefónicos tras la pandemia. "El sistema por el 147 es un desastre, además cambia todos los días cuáles se dan acá, cuáles por teléfono. Ni nosotros lo tenemos claro, la gente menos", cuenta un médico. "Acá no se forman colas larguísimas como en otros hospitales, la gente no duerme esperando. Pero sí nos dicen que llaman al 147 y no consiguen turno. También vemos que la gente llega con los cuadros cada vez más graves, por la atención que no tuvo en todo este tiempo. Porque durante la pandemia se cerraron consultorios enteros. Si no tenías covid, arreglate. Y a muchos los estamos viendo volver ahora, con casos muy agravados, hasta internaciones", lamenta.
Desde la ventanilla
En el hospital Durand hay una pecera gigante en planta baja que recepciona los turnos dados por el 147, y deriva los pacientes a los distintos consultorios. También hay ventanillas de turneras para cada servicio, en planta baja están Alergia y Hematología. En esta última, un gran porcentaje son pacientes oncológicos, personas con movilidad reducida, adultos mayores. Tienen que llegar al menos a las 7 de la mañana para acceder a uno de los 7 turnos espontáneos, más dos de urgencias, que se dan por día.
"A mí se me rompe el corazón cada día", dice Cristian Guiñez, que atiende en esa ventanilla del Pabellón Romano. "Por ahí ves que la persona que llegó octava está delicada, no hace falta que te lo diga. ¿Cómo voy a dejar que se vaya con dolores, con problemas plaquetarios? Yo no soy inhumano, el sistema es el inhumano", lamenta Cristian.
Cuenta que intenta "buscarle la vuelta" para ayudar a esas personas, pero la mayoría de las veces tiene que decir, sin más, que ya no hay turnos. Y la gente, claro, se enoja con él. "Todos los días tenemos alguna diferencia. Nos dicen: 'ustedes no se ponen en el lugar nuestro; tengo cáncer, usted no'. A mí me mata, ¿qué voy a hacer? Hay gente que no puedo mandar a la casa como vino. Pero también soy responsable, soy la cara que ven", reflexiona.
"¿Dónde puedo tener un turno de clínica médica?", es la consulta que más se escucha a la mañana temprano en medio de la inmensidad kafkiana del hospital de Caballito. La gente busca esta primera atención, para luego poder ser derivada. No todos lo lograrán.
"El 147 se supone que es un facilitador, pero a nosotros nos ha complicado las cosas", concluye un empleado de otra ventanilla, tras atender los reclamos de una señora. "Tiene razón, pero fue mal informada, nosotros no podemos hacer nada", le explicó. La señora maldijo y se fue enojada. Una joven se desprende de la cola y se va en silencio; también está hace rato, también la informaron mal, pero ella no protesta.
El Ministerio de Salud porteño aseguró que ya no había colas, y que el episodio que mostraron los medios en el Rivadavia (allí hubo un día en que se denunció lo sucedido, y algunos medios lo reflejaron), ya se había solucionado. Tras explicar que ese día había estado viendo las colas y charlando con la gente en los hospitales.
Fuente: nota de Karina Micheletto para Página/12
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