El jueves 19 de marzo de 2020, el presidente Alberto Fernández anunciaba el inicio del ASPO desde las 0 horas del viernes 20.
"A todos los argentinos, a todas las argentinas, a partir de las cero horas de mañana, deberán someterse al aislamiento social, preventivo y obligatorio". En pocas horas se cumplirá un año, de aquel 19 de marzo de 2020 a las 21.17, cuando el Gobierno anunció el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), por primera vez. Los medios gráficos y electrónicos de todo el país olvidaron las primicias y publicaron la misma tapa: "Al virus lo frenamos entre todos. Viralicemos la responsabilidad".
Todavía sin barbijos ni gráficos explicativos, la imagen mostró la gravedad del asunto: al presidente Alberto Fernández lo rodeaban gobernadores aliados, como el bonaerense Axel Kiciloff y el santafesino Omar Perotti, pero también otros de la oposición: el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larrata, y el fascista jujeño Gerardo Morales. "Esta pandemia nos ha dejado muchas enseñanzas. Una es el rol indelegable del estado en la salud pública", rescata el infectólogo del equipo de asesores de Presidencia Pedro Cahn.
"Esto quiere decir que a partir de ese momento, nadie puede moverse de su residencia, todos tienen que quedarse en sus casas, es hora de que comprendamos que estamos cuidando la salud de los argentinos", dijo el jefe de Estado esa noche de marzo desde la Quinta de Olivos. Las imágenes que llegaban desde Europa daban miedo mientras que médicos y enfermeras empezaban a convertirse en los héroes cotidianos que se homenajeaban desde los balcones.
Un virus desconocido del que aún se sigue aprendiendo
Los infectólogos Cahn y Eduardo López forman parte del grupo de asesores del Presidente desde aquellos primeros días de la pandemia. "Teníamos un desconocimiento total y absoluto sobre esta situación, de la cual todavía seguimos aprendiendo, nos tomó por sorpresa a todos", reconoció Cahn sobre el momento en que comenzaron a llegar los primeros casos a la Argentina.
En febrero de 2020, tiempo antes de que la palabra "cuarentena" se hiciera cotidiana, la revista científica The Lancet publicó una revisión de 3.166 artículos de tres bases de datos distintas relacionados con los efectos del aislamiento. La revista británica basó sus conclusiones en 24 artículos seleccionados de ese total y así determinó que la "mayoría de los estudios revisados informaron efectos psicológicos negativos que incluyen síntomas de estrés postraumático, confusión e ira".
Entre los factores que más estrés causaban figuraban el miedo a que la cuarentena se extendiera por más tiempo, a contagiarse, a las pérdidas económicas y la falta de suministros o el estigma, además de "frustración y aburrimiento". De acuerdo al artículo de The Lancet, "se demostró con frecuencia que el confinamiento, la pérdida de la rutina habitual y la reducción del contacto social y físico con los demás causaban aburrimiento, frustración y una sensación de aislamiento del resto del mundo, lo que resultaba angustioso para los participantes".
Esta frustración se vio agravada por no poder participar en las actividades habituales del día a día, como comprar artículos de primera necesidad, o participar en actividades de redes sociales a través del teléfono o Internet. Por esos días, la caminata hasta el almacén de la vuelta se convirtió en un recreo y el balcón en un paraíso.
El rol indelegable del Estado en la salud pública
"Teníamos una sensación ambivalente", recordó el asesor presidencial Eduardo López sobre aquellos días de marzo en que dejar de compartir el mate, saludar sin un beso o llevar barbijo parecía algo imposible. "Había que tomar medidas para una pandemia que no se sabía como era, de hecho fue todo muy impredecible y hay que recordar todas las críticas terribles que hubo en ese momento", agregó.
"Una de las lecciones aprendidas es que el aislamiento sirvió porque hubo una mortalidad bastante aceptable", resaltó López, recordando que la decisión que tomó el presidente, apoyada por todos los gobernadores, iba de contramano con lo que muchos líderes pregonaban.
"Va a desaparecer. Un día, como un milagro, desaparecerá", decía el 16 de febrero el patético ex presidente de Estados Unidos Donald Trump, mientras el más patético aún primer mandatario de Brasil, Jair Bolsonazi, hablaba de una "gripecita" y el primer ministro británico, Boris Johnson, aseguraba que con lavarse las manos alcanzaba. Poco tiempo después, los tres países se colocaron a la cabeza de los que más contagios tuvieron.
De todos modos, con el diario de un año después, el aislamiento trajo algunas enseñanzas. Para López, la "cuarentena generalizada no siempre es útil, sobre todo en un país tan extenso como el nuestro, porque la gente tiende a romperla; hoy yo creo que quizás lo mejor son cuarentenas más cortas, de 10 a 14 días y focalizadas".
Cahn también destacó lo aprendido a lo largo de todo este año: "Esta pandemia nos ha dejado muchas enseñanzas. Una es el rol indelegable del estado en la salud pública. Nos enseñó también el contar con un respeto esencial hacia los esenciales".
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