Los legajos entregados a los organismos de derechos humanos son una pequeña parte de la documentación que hay en la AFI. Se está analizando la información que recogió la ex SIDE entre 1946 hasta el 9 de diciembre de 1985.
Son 250 mil fichas microfilmadas. Están guardadas en tres muebles ficheros de chapa que tienen diez estantes móviles cada uno. En cada estante hay doce cajas y adentro de las cajas las fichas de antecedentes. Cada ficha tiene una cantidad variable de fotogramas, que pueden llegar hasta mil. Así está archivada la información que recogió la ex SIDE entre 1946, cuando se creó lo que entonces era la Coordinación de Informaciones del Estado y después fue la SIDE, hasta el 9 de diciembre de 1985, cuando se dictó la sentencia del juicio a las Juntas.
Hay datos sobre personas, instituciones, hechos vinculados a acciones públicas u operativos. Allí estaban las fichas de inteligencia que la ex SIDE elaboró durante y después de la última dictadura sobre los organismos de derechos humanos y que ayer el Presidente puso a resguardo en la secretaría de Derechos Humanos para que los involucrados puedan tener acceso. Estos documentos son el registro histórico del seguimiento e infiltración a organizaciones sociales, políticas, gremiales y de derechos humanos. Pero son apenas una parte del material recuperado por la gestión de Cristina Caamaño al frente de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI).
¿Qué dicen los documentos elaborados por los espías de la SIDE de última dictadura sobre los organismos de Derechos Humanos? Hay pedidos de investigación y antecedentes de dirigentes y abogados de esas agrupaciones, cobertura de marchas y reuniones privadas, información sobre el contenido de correspondencia que intercambiaban miembros de organismos de derechos humanos con personas que los apoyaban o los representaban en el exterior y datos de viajes y ayuda económica para personas que habían estado presas o secuestradas y fueron liberadas. También hay informes sobre las denuncias que después de la guerra de Malvinas se realizarían contra Alfredo Astiz, identificado por las víctimas de la ESMA tras la derrota y un documento sobre la posición de distintos sectores de la Iglesia, desde Antonio Quarracino a Miguel Hesayne, sobre la ley de autoamnistía. También figura en las carpetas la información que salía en diarios y revistas.
En sus informes, los agentes de la ex SIDE llamaban a los organismos de Derechos Humanos “personeros de la solidaridad subversiva marxista” y sostenían que los dirigentes políticos que a la vez apoyaban o eran parte de estas agrupaciones eran una “quinta columna” que impedía el objetivo de conseguir acallar el reclamo sobre las violaciones a los derechos humanos durante la transición democrática.
“La subversión marxista a través de las organizaciones de solidaridad ha logrado introducir en el país a nivel institucional el tema del cuestionamiento a las Fuerzas Armadas por su desempeño en la lucha antiterrorista”, dice un documento confidencial y secreto que figura en la carpeta de Abuelas de Plaza de Mayo y que está fechado el 10 de noviembre de 1981.
Los espías evitaban, en general, el uso de la palabra “desaparecidos” y en muchos documentos hablaban de los Familiares de Delincuentes Subversivos o las Madres de Delincuentes Terroristas. Estos informes, elaborados en la ex SIDE, se compartían en la comunidad de inteligencia formada por todas las Fuerzas Armadas.
Cuando Cristina Caamaño asumió al frente de la intervención de la AFI creó el Programa de Protección de Registro y Archivo para recopilar y sistematizar la documentación del periodo transcurrido entre el 13 de junio de 1946 hasta el 9 de diciembre de 1985 que tuviera relación con violaciones a los derechos humanos y las libertades fundamentales por parte del Estado.
Como parte de esta política y también a partir de pedidos de colaboración e informes de los tribunales que están llevando a cabo juicios por delitos de lesa humanidad, un equipo trabaja relevando las 250 mil fichas de antecedentes y otros documentos que ocupan unas 700 cajas de archivo. (Actualmente, además de las solicitudes judiciales, también los particulares pueden hacer pedidos de informes para que la AFI entregue material personal que exista en el archivo). Un material muy valioso que se está estudiando son los legajos del personal, que es un viejo reclamo de los organismos de derechos humanos.
Los legajos de los agentes, los libros de las juntas de calificaciones, los escalafones, castigos, licencias, enfermedades y destinos, las órdenes del día (públicas, reservadas o secretas) y las resoluciones internas de la agencia puede servir como prueba y para asignar responsabilidades en juicios por delitos de lesa humanidad. Las fichas son el registro histórico de la infiltración de los agentes de inteligencia en organizaciones de todo tipo y del seguimiento a cientos de miles de personas.
Ya se sabía sobre dos documentos de la ex SIDE de los años del terrorismo de Estado rescatados como parte de esa política de recuperación de los archivos: un libro con más de 500 fotos de personas buscadas por la dictadura para “neutralizar” y una guía para el Planeamiento de Acción Psicológica Secreta elaborado en 1980. En este último, que puede considerarse un manual para hacer fake news, se explica cómo se usaba lo que llamaban “propaganda negra” (preparación de rumores, difusión de slogans sin autoría, propalación de bromas ridiculizantes) como una estrategia que se desplegaba junto con la represión.
La mayor parte de los documentos hallados por la intervención se encontraron en el edificio central de la AFI en la calle 25 de mayo. Pero durante todo el año se hizo un relevamiento del material de las sedes provinciales. Los investigadores encontraron allí material muy deteriorado, sucio, olvidado en sótanos o altillos.
Para quienes están trabajando con estos documentos, el valor de lo que puede encontrarse en el interior es inestimable. Por ejemplo se halló un Informe de Inteligencia con copias de actas de reunión sobre el PRT-ERP durante los años 1974-1975. También, un documento que da cuenta del acuerdo del Jefe de la Delegación Rosario con el Jefe de Inteligencia del Ejército para “apoyar las operaciones del Regimiento 121 (Contrasubversión) y aportar hombres de la Delegación SIDE” para los operativos durante 1977 y 1978.
El presidente Alberto Fernández entregó a la secretaría de Derechos Humanos las fichas que corresponden a la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, a Madres de Plaza de Mayo línea fundadora, Abuelas de Plaza de Mayo, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, el Centro de Estudios Legales y Sociales, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, la Liga Argentina por los Derechos Humanos, el Servicio Paz y Justicia, el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, el Movimiento Villero Peronista, la Comisión Argentina por los Derechos Humanos y Amnistía Internacional.
No hay en el archivo de la ex SIDE una lista de desaparecidos o el destino de los niños apropiados, tampoco una carpeta sobre el centro clandestino Automotores Orletti (que dependía del organismo de inteligencia) donde figure el destino de las víctimas. Puede ser que nunca se haya producido o que un material de ese estilo haya sido sustraído o destruido en algún momento. Si bien los tres ficheros poseen un caudal importante de documentos, los investigadores reconstruyeron que originalmente eran trece los muebles de ese tipo, aunque algunos de los materiales de los ficheros faltantes están digitalizados.
El análisis del archivo de la ex SIDE llevará un tiempo. Los legajos de los agentes seguramente darán información valiosa para reconstruir algunos operativos del terrorismo de Estado y sus participantes. En términos históricos, de a poco se está empezando a desentrañar la estructura y operatoria de los servicios de inteligencia argentina usados en gran medida para espiar y reprimir a organizaciones sociales y militantes políticos, gremiales, estudiantiles y de derechos humanos.
Por Victoria Ginzberg y Luciana Bertoia para Página/12
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