El ex ministro Lacunza relativizó un proceso más que duro en el que Alberto Fernández le bajó la tensión a la crisis generada por el PRO y le facilitó cerrar el mandato. De la encuesta ficticia del viernes previo a la PASO para operar en los mercados al pedido de clemencia de un soldado de Dujovne: "Dennos una mano, el presidente está loco".
El comunicado de la alianza opositora de ultraderecha Juntos por el Cambio denunciando la semana pasada una "herencia bomba" que le dejaría el Gobierno nacional al próximo ganador de las elecciones le modificó radicalmente el tono al inicio de la campaña para las presidenciales. Lo que debía transformarse en un intento exitoso de desestabilización política de la oposición al Ejecutivo de Alberto Fernández, terminó siendo un dardo al flanco débil del macrismo: volvió a instalarse el tema de la crisis económica que dejó Macri y del proceso de endeudamiento con el Fondo Monetario (FMI), algutinando a todo el Frente de Todos en la crítica a Juntos por el Cambio.
Pero ese escrito dejó además a la vista, sin querer, la punta del ovillo de una historia que la oposición guardaba bajo siete llaves: cómo en un escenario mucho más crítico que el actual y ya con Fernández casi presidente electo en 2019 por un triunfo irremontable, el régimen de Macri salió a pedirle al ganador de la PASO un gesto de clemencia en cuanto a los mensajes sobre las variables económicas, para evitar un desborde que le generara un caos mayor al Ejecutivo saliente. Algo que el futuro presidente efectivamente hizo, mostrando un comportamiento político y de intenciones inversamente proporcional a las críticas actuales de la herencia bomba.
La historia oficial cuenta que ya cuando carreteaba la campaña previa a las PASO, los economistas de Cambiemos, al mando del ministro Nicolás Dujovne, habían tomado la metodología de reunirse con fondos de inversión para bajarles una línea: "Vienen a no pagar la deuda, a estatizar todo, vamos a ser Venezuela", fue la frase más habitual, según contó a este diario uno de los ejecutivos que estuvo presente en esas reuniones. El tono es un Macri puro, el ideólogo de lo que luego ejecutaron los economistas.
En aquel entonces, Alberto Fernández ya trabajaba en las oficinas de la calle México, donde junto a sus laderos más cercanos, algunos de los cuales luego integraron el gabinete, recibía a los mismos fondos para decirles lo contrario. Esa dinámica de agitación del clima de los mercados de parte de Cambiemos duró hasta días antes de las PASO.
La curiosa encuesta del empate
El viernes previo a las primarias ocurrió el primer hecho complejo. De acuerdo a lo que incluso cuentan hoy dirigentes de Juntos por el Cambio, el régimen macrifascista empezó a circular una encuesta que luego se supo no tenía sustento técnico. Decía que el oficialismo de aquel entonces, con Macri candidato, estaba un punto arriba del Frente de Todos en todo el país. El que la elaboró fue Luciano Cohan, que había tenido hacía meses el cargo de Subsecretario de Planeamiento Económico y lo había dejado para ponerse una consultora.
Lo particular del caso fue que aún con la evidencia de la calle, fueron sólo unos pocos los que no le creyeron desde dentro del macrifascismo.
Fue ése otro gesto que generó el clima de crisis y desboque que luego Cambiemos intentó endilgarle al gobierno entrante. Tan escandalosa fue esa encuesta que el lunes post PASO varios de los clientes de Cohan amenazaron con no pagarle los trabajos: la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner le había sacado 16 puntos a Macri-Pichotto y Axel Kicillof le había ganado por casi 20 puntos a María Eugenia Vidal en la provincia. Según cuentan en la City, Cohan allí jugó de nuevo fuerte y les avisó que el resultado se daba vuelta en las generales. En las últimas horas, el personaje en cuestión volvió al ruedo en su cuenta de Twitter a criticar la política de Sergio Massa y decirle "charlatán" al ex ministro Martín Guzmán en un mensaje en el marco del debate por la deuda en pesos.
Macri, amo y señor del desbarajuste
En las últimas horas, Emanuel Álvarez Agis, que en aquel entonces llevaba algunas cuestiones macro del candidato Fernández, contó en una entrevista radial y sin dar mayores detalles que el gobierno de Macri había pedido ayuda para evitar una crisis mayor. Hernán Lacunza, último ministro de Economía de Cambiemos, intentó quitarle peso al tema, al igual que minimizar el mensaje de la herencia bomba. Ya veía que los efectos serían inversos a los esperados.
Lo cierto es que Lacunza fue casi un actor de reparto en la historia, porque cuando ocurrieron los hechos aún no era ministro nacional. Los que pidieron clemencia a Fernández fueron, en realidad, los hombres de Dujovne, el funcionario que ya en 2018 había pedido otro salvavidas: los 45 mil millones de dólares del aval político del FMI.
"El presidente está loco, dennos una mano". El pedido de ayuda, duro, llegó de parte de Guido Sandleris, quien estaba al frente del Banco Central (BCRA), a oídos de dirigentes del albertismo. La escucharon dos de sus laderos en el Central y refería a Macri y a su teoría del caos. En la intimidad, algo que luego él mismo contó en su libro, el ex presidente quedó tan golpeado por la derrota que salió a agitar el contexto y a echarle la culpa de la derrota a los votantes en una conferencia de prensa histórica. Fue el segundo gran gesto de autodesestabilización de parte del líder PRO.
Entre los pedidos que hacían Sandleris y otros Dujovne boys estaba que Fernández diera una señal de calma a los mercados y sobre el dólar. Un dato interesante: el domingo del triunfo en las PASO, mientras había celebraciones del FDT en el bunker, la firma Ballanz ya vendía dólares en Internet a un valor de 57 pesos. El viernes, la divisa había cerrado en 44 y el lunes posterior se fue a cerca de 60 pesos. Allí apareció la frase de Fernández de que era un techo lógico al precio. Luego hubo varios dirigentes del albertismo que salieron a advertir, además, que la crisis la había generado el propio Macri y no el peronismo. Hubo mesura pero marcando responsabilidades.
Lo curioso es que Sandleris batallaba casi en soledad junto a uno o dos laderos, porque Dujovne se había puesto del lado del caos que Macri quería. Unos días después, el ministro terminó saliendo del cargo, que tomó Lacunza, que más adelante fue el encargado de comunicar el restablecimiento de un cepo cambiario que dura hasta estos días. Dujovne, al igual que Macri, no se arrepienten aún hoy de haber dicho que su gobierno había terminado en agosto del 2019. Sandleris, por su parte, batalló hasta último momento para quedarse en el BCRA con Fernández con un lobby bastante fuerte sobre dirigentes del Frente de Todos. Rarezas de la política vernácula.
Fuente: nota de Leandro Renou para Página/12
No hay comentarios.:
Publicar un comentario