Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli y Luciano Pertossi fueron condenados a prisión perpetua por ser coautores del crimen. Los tres acusados restantes recibieron penas como partícipes secundarios.
El Tribunal Oral en lo Criminal N°1 de Dolores condenó a los rugbiers Máximo Thomsen, Enzo Comelli, Matías Benicelli, Ayrton Viollaz, Blas Cinalli, Luciano, Lucas y Ciro Pertossi como culpables del asesinato de Fernando Báez Sosa, cometido el 18 de enero de 2020 frente a la discoteca Le Brique en Villa Gesell.
Thomsen, Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli y Luciano Pertossi recibieron la pena de prisión perpetua por el delito de homicidio doblemente agravado por homicidio premeditación y alevosía en concurso real con lesiones leves. En tanto, Viollaz, Blas Cinalli y Lucas Pertossi recibieron penas de 15 años de cárcel como partícipes secundarios del mismo delito.
Juan Guarino y Tomás Colazo, el llamado “rugbier número 11″, menor de edad al momento del hecho, enfrentarán expedientes por falso testimonio tal como pidieron los fiscales acusadores luego de oír sus relatos en el juicio.
Tras la decisión de los magistrados María Claudia Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lázzari, el proceso llega a su fin, luego de trece audiencias y 87 testigos, a 3 años y 17 días del hecho.
La lectura tuvo que ser interrumpida luego de los anuncios y la sala fue evacuada. Rosalía Zárate, la madre de Thomsen, pidió un médico luego de que el condenado se descompensara.
“Déjenme estar con él”, gritó, en referencia a su hijo. “Saquen a todos los periodistas la puta que lo parió. No me importa más nada”. Así, también fue puesta en pausa la transmisión por YouTube, que llegó a 95 mil usuarios. Luego, la audiencia fue reanudada sin Thomsen, para los últimos detalles.
Fernando Burlando, abogado de la familia de la víctima, se mostró satisfecho con la condena a prisión perpetua para cinco de los acusados y anticipó que leerán “con profundidad” los argumentos del tribubnal porque considera que tuvo “clemencia” con tres de los asesinos de Fernando.
Así termina un caso paradigmático, un hecho que identificó a la sociedad y que se volvió el expediente más seguido por el público general desde el femicidio de Ángeles Rawson en 2014. La síntesis más lúcida al respecto, de por qué este caso atrapó la atención general, fue realizada por el juez David Mancinelli, el encargado de enviar a prisión a los rugbiers, bajo cuya firma estuvo la instrucción de la causa, a cargo de la fiscal Verónica Zamboni e inicialmente el fiscal Walter Mércuri.
Mancinelli aseguró en declaraciones a la prensa que “las bondades de Fernando captaron la atención de la sociedad. Era un hijo cariñoso, un compañero leal, un novio fiel, comprometido con tareas sociales. Silvino y Graciela criaron a un ser humano hermoso. No fue el justo el final que tuvo, no merecía ese martirio. Y la gente vio en Fernando a sus hijos, a sus hermanos. La sociedad ya no tolera la violencia, la prepotencia. Fernando fue abrazado como un símbolo de paz”.
En todo caso, el equipo de defensores de los acusados ya tiene redactada su apelación que presentará en Casación. El destino de los acusados en la cárcel podrá comenzar a dividirse, tras estar encerrados tres años en pabellones exclusivos para ellos, estipulan fuentes penitenciarias. Podrán ser separados y enviados incluso lejos de sus familias, de acuerdo a los pedidos de cupo que haga la Justicia.
Cuáles fueron las pruebas contra los ocho imputados
Máximo Thomsen fue, sin dudas, el más comprometido. Además del cruce que tuvo con Báez Sosa dentro de Le Brique, y que le valió la expulsión del boliche, lo complican varios videos en los que se lo ve pateando a Fernando mientras está en el piso. Aparte del material audiovisual, distintos testigos, entre ellos Tomás Bidonde y Lucas Filardi, aseguraron haberlo visto dándole “puntinazos” a la víctima y “pisotones”.
Sin embargo, la prueba más determinante en su contra llegó a través de una pericia scopométrica hecha por la Policía Federal. La misma concluyó que la marca de una pisada en la cara de Fernando se correspondía con el calzado que el rugbier llevaba puesto la madrugada del crimen. “No había posibilidad de error de que fuera de otra zapatilla”, dijo la perito Haydeé Almirón en referencia a las zapatillas Cyclone negras que, además, tenían sangre de la víctima.
Ciro Pertossi fue uno de los primeros en abordar a la víctima “mientras estaba de espaldas y en estado de indefensión”, asegura la causa. Según la fiscalía y el particular damnificado, “Ciro Pertossi golpeó a Fernando por su flanco derecho. A la vez que (Enzo) Comelli lo hizo por el izquierdo”, coincidieron en sus alegatos.
A Ciro Pertossi también lo dejaron expuesto los registros fílmicos: en uno de ellos se ve cómo, minutos antes de la golpiza, le dio su buzo a Juan Pedro Guarino. “Un claro indicio de que se iba a pelear”, sostuvo Facundo Améndola, uno de los abogados representantes de los Báez Sosa. En otro video quedó en evidencia cómo “se chupó los dedos para evitar que la Policía descubriera que tenía sangre de Fernando en las manos”, agregó el abogado.
Además, constan en la causa los audios y mensajes que envió desde su celular aquella madrugada. “Chicos de esto no se cuenta nada a nadie”, dijo en el grupo de WhatsApp, “Delboca3″, integrado por todos los imputados. A eso se suman las búsquedas efectuadas en Google, entre las 6.21 y las 6.22 y entre las 10.16 y las 10.17 del 18 de enero de 2020. “Pelea en Villa Gesell”, escribió Pertossi en el buscador después del crimen. Hay, también, un mensaje que le envió a Ana: “Machu (Máximo) y Enzo mataron a un pibe”. También, en el jean que usó esa noche había sangre de Báez Sosa.
A Enzo Comelli se lo acusó de haber “noqueado” a la víctima. “Agredió a Fernando al unísono con Ciro Pertossi. Él llegó por el flanco izquierdo: es asombrosa la coordinación para pegarle en el mismo momento. Excepcional forma de abordaje. Existió entonces una planificación”, dijo Améndola y subrayó que varios testigos lo reconocieron en la rueda, que golpeó a los amigos de la víctima y luego se sacó fotos al final del hecho.
Sobre Blas Cinalli, había ADN suyo debajo de la uña del dedo meñique de la mano izquierda de Fernando. Al igual que Ciro Pertossi, los mensajes que mandó aquella madrugada después del crimen lo dejaron expuesto. “Nos pelamos contra unos chetos, los rompimos jajaj”; “Creo que matamos a uno”; “Alta noche. Nos vamos al centro a premiar”. “No hubo un solo mensaje ni una actitud posterior de uno de los acusados que demuestre un tipo de arrepentimiento. Al contrario: se regocijaron”, consideró Améndola.
Sobre Ayrton Viollaz, considerado partícipe necesario, tanto la fiscalía como el particular damnificado aseguraron que fue quien “dio la orden de empezar el ataque”. “‘Es ahora, es ahora’, gritó cuando constató que la policía se retiraba del lugar”, coincidieron. En los videos exhibidos al final de los alegatos, el abogado Fernando Burlando identificó a Viollaz “a escasos centímetros de Fernando Báez Sosa”. Además, varios testigos, entre ellos, Julián García y Lucas Begide, lo marcaron como quien impartía gritos temor.
Lucas Pertossi, otro de los partícipes necesarios, registró el inicio del ataque con su teléfono. “Al escuchar la orden (de Viollaz), comenzó a grabar el video. La secuencia es corta porque dejó de filmar y guardó el celular para sumarse a la pelea. Algunos testigos lo identificaron de pie junto a Fernando y golpeando a los amigos”, apuntaron los fiscales y el particular damnificado. Tras la golpiza, Lucas Pertossi volvió al lugar del hecho y envió un audio a sus amigos diciendo: “Estoy acá cerca de donde está el pibe (...) Caducó”.
Sobre Matías Benicelli, condenado a prisión perpetua, las pericias determinaron que en tres de sus prendas había ADN de Fernando Báez Sosa: jean, camisa y una de sus zapatillas Nike. Paralelamente, el jefe de seguridad de Le Brique al momento del hecho, Alejandro “Chiqui” Muñoz, lo reconoció como quien le pegó una patada a la víctima “y que no se levantó nunca más”. A su vez, otro de los testigos dijo que lo escuchó decirle a Fernando: “Negro de mierda, vamos, mátenlo”. Otra de las testigos, Andrea Ranno, del hotel Inti Huasi, declaró que lo oyó jactarse: “Le rompí toda la jeta”. Un video lo muestra abrazando a Luciano Pertossi tras el hecho.
Sobre Luciano Pertossi, partícipe necesario, en el pantalón de gabardina gris que llevaba puesto aquel día había manchas de sangre de Fernando. Aunque él mismo se desmarcó en uno de los tres videos de la pelea, la querella de los Báez Sosa lo acusó de haber participado “activamente del ataque”. Además, fue identificado por los testigos Federico Raulera y Federico Tavarozzi: este último dijo que lo vio “revoleando piñas y patadas a todo lo que se le cruzaba”.
Su accionar también quedó expuesto en uno de los registros fílmicos de la golpiza donde se lo ve acercarse a Fernando de forma agachada, como si le dijera algo. “Así como Ciro le dio el buzo a Guarino para que se lo sostenga para pelear, él le dio la billetera”, remarcó Facundo Améndola en sus alegatos.
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