lunes, 21 de marzo de 2022

Cómo quedó el Frente de Todos tras el cierre del acuerto con el FMI y la interna abierta: la palabra de los principales consultores

Casi el 80% de la población consideraba necesario hacer el acuerdo con el FMI, lo que puede servirle al Gobierno, pero las diferencias internas que amenazan la gobernabilidad, sumadas al impacto de la inflación, aparecen como lastres en todas las encuestas. El difícil camino hacia el 2023.


El oficialismo coronó la negociación con el FMI, algo que tenía el apoyo de casi ocho de cada diez argentinos. La enorme mayoría consideraba muy riesgoso el camino de no pagar los vencimientos de la próxima semana. Sin embargo, no parece haber margen para satisfacciones porque pasaron a primer plano los conflictos dentro del Frente de Todos, el peligro en el que se pone la gobernabilidad y la cuestión de la inflación y la pobreza como prioridades.

Así lo ven algunos de los principales consultores y encuestadores, casi en sintonía con las humoradas sobre los problemas que le llueven a la Casa Rosada, uno después de otro, sin tregua, desde 2019. Hay algunos consultores que esbozan un pronóstico más alentador para el oficialismo, a partir de haber empezado a despejar la tormenta de la deuda y están los que dicen que existe una ruptura con su base electoral, expresada en la elección de 2021, y un enfrentamiento difícil de remediar entre los dirigentes.

Los caminos de la vida

“El oficialismo transita desde el inicio de su gestión caminos sumamente complejos. Los logros de gestión no permiten aclarar el panorama de la desesperanza generalizada. Los objetivos cumplidos vienen acompañados de nuevos problemas de gestión o conflictos políticos que los hacen olvidar rápidamente. Logra el acuerdo del FMI, con el apoyo mayoritario de la sociedad argentina y se enfrasca en internas de su espacio que llevaron al voto divido del Frente tanto en Diputados como en el Senado. El acuerdo tuvo el apoyo mayoritario de la sociedad y de los legisladores que permitieron aprobarlo, pero tiene serias objeciones de los principales representantes del kirchnerismo, el espacio mayoritario del Frente de Todos",  analiza Federico Aurelio, titular de Aresco.

"Los desafíos de los próximos tiempos son extenuantes. La inflación surge como prioridad excluyente en el humor social. Paralelamente surge la necesidad de reacomodamiento de los actores del Frente de Todosen el marco de claras diferencias en la gestión de Gobierno. La ruptura del Frente de Todos no le conviene a ninguno de sus componentes. No es sólo la ruptura del Frente sino también la pérdida del primer factor de competititivad del espacio, la unidad del peronismo”, agrega.

Las amenazas al Frente de Todos

Eduardo Fidanza, de Poliarquía, habla de un horizonte amenazante para el gobierno. “La perspectiva del oficialismo, después de la aprobación legislativa del acuerdo con el FMI es muy compleja. Básicamente, enfrenta tres amenazas. Primero, la propia debilidad política como consecuencia del conflicto expuesto al interior de la coalición oficialista. Segundo, las dificultades económicas, empezando por la inflación, pero no solo eso: los números no cierran, la perspectiva de bajar el gasto tal como lo pide el Fondo no es sostenible con el aumento del precio de los alimentos y la energía, más las presiones sociales, que tienen que ser atendidas con fondos públicos, con el riesgo de que existan desbordes. Tercero, la debilidad legislativa del oficialismo, que excepcionalmente contó con la oposición para aprobar el trato con el Fondo, pero que en adelante tendrá muchas dificultades para aprobar leyes, si no subsana la disidencia interna".

Tormentas en la Casa Rosada

Para Hugo Haime, de Haime y Asociados, no se puede realizar un análisis sin ver la sucesión de tormentas que debió afrontar la Casa Rosada. “Hay que entender que el marco en que se desenvuelve la dirigencia política es de un fuerte cuestionamiento por parte de una sociedad que sufrió en lo sanitario, en lo mental y en lo económico con el Coronavirus y que a la vuelta a la normalidad se encontró con crecimiento de la actividad económica, pero conviviendo con alta inflación y pobreza. En ese marco las peleas de los dirigentes golpean a las dos grandes coaliciones electorales. La mayoría de la sociedad demanda esfuerzo conjunto para la resolución de los problemas”. Haime alerta que en la medida que no haya convergencias entre los dirigentes, aparecerán en el panorama nuevos dirigentes, no tradicionales.

“El gobierno dio un gran paso con la aprobación del acuerdo con el FMI, ya que evitó las terribles consecuencias que hubiera generado un default. A partir de ahora deberá afinar la puntería para resolver los temas que más apremian, inflación y pobreza. A su vez, necesita resolver de algún modo las notorias diferencias en el seno de la propia fuerza, de tal manera que las mismas no atenten contra la gobernabilidad. Pareciera haber un camino en la idea de que el Presidente se apoye en los gobernadores para ayudarlo a transitar este difícil momento”, señala el consultor.

Bases

Analía Del Franco, titular de ADF Consultores, piensa que el gobierno tiene una base de lanzamiento. “El oficialismo queda bien dado que resuelve una situación que generaba expectativas en la sociedad, y demoraba en su resolución. El 78 por ciento de la población a nivel nacional, consideraba importante llegar a un acuerdo con el FMI. Esta tendencia se mantiene por lo menos desde el mes de enero. El 75 por ciento considera que no llegar a un acuerdo implicaba entrar en default y esto hubiera provocado un alto deterioro económico para el país. Tal vez todo esto haya quedado opacado por las tensiones internas dentro del espacio del FdT, pero la gestión del gobierno se manejó en el marco de la demanda de la gente. Esto es lo que el Ejecutivo debe poner en valor frente a la sociedad. Este acuerdo con el FMI tiene que ser una base para afrontar el resto de los desafíos, no es una llegada. Implica continuar trabajando en el desarrollo económico y social, con una variable (la del FMI) controlada”.

La interna oficialista cambia todo

Facundo Nejamkis, de Opina Argentina, piensa que todo cambió. “Es muy difícil imaginar que el Frente de Todos siga siendo la coalición electoral que llegó al poder en 2019. Las diferencias han ido in crescendo, de cuestiones menores y personales a cuestiones de fondo y estratégicas. Ahora quedan por resolverse dos situaciones de alta complejidad. La primera es si Alberto Fernandez deberá resignarse a gobernar definitivamente en minoría, teniendo que recrear la coalición que le da soporte con acuerdos puntuales con la oposición y el propio kirchnerismo, al menos en aquella agenda que sea posible. La segunda incógnita, es ver cómo se resolverán estas diferencias de cara a las elecciones de 2023. Si podrá el peronismo en su conjunto resolver sus diferencias a través elecciones internas o este momento es el anuncio de una ruptura también en el plano electoral que termine facilitando la vuelta de la oposición al poder”.

¿Gobierno bicéfalo?

Ricardo Rouvier, al frente de Rouvier y Asociados, considera que en el centro de la escena están las polémicas en el Frente de Todos. “El oficialismo hoy está condicionado por su división, confirmada por la voluntad diversa del bloque. En definitiva una disputa sobre la orientación de la política económica se extiende a la conducción del país. Se produjo la novedad de que parte del oficialismo y la oposición construyeron juntos el voto positivo. Las diferencias existentes comprometen lo profundo como son los caminos para el desarrollo del capitalismo dentro de un esquema de igualdad social y distribución inmediata o de otro modelo que apunta a restaurar la acumulación hacia un derrame futuro. Se confirma una grieta dentro del Frente de Todos, en que los fragmentos del archipiélago panperonista no encuentran ni direccionalidad ni organización. Los problemas de comunicación se agregan como complementos de los problemas políticos señalados. No existe la viabilidad de un gobierno bicéfalo, y la alianza debería reconstruirse sobre la unidad de concepción”.

Los desequilibrios internos en el Frente de Todos

Artemio López, referente de la consultora Equis, viene desde hace rato alertando sobre desequilibrios en el Frente de Todos. “El oficialismo mostró que los equilibrios internos en la coalición deben ser restituidos. Concretamente donde reside el poder de decisión (Alberto Fernández) hay penuria de representación electoral y, contrario sensu, donde reside la representación electoral mayoritaria (Cristina Kirchner) no hay poder de decisión. Hay que restaurar el circuito interno que haga de esta dinámica de decisión-representación un dispositivo que funcione adecuadamente. La perspectiva a nivel de dirigencias del Frente de Todos no parece ser otra que el sostenimiento de la unidad, no hay condiciones políticas ni sociales para una ruptura dirigencial. Ahora, en el terreno de la representación electoral, el Frente de Todos ya se rompió en las elecciones de medio término, perdiendo más de cuatro millones de electores que en el año 2019 lo acompañaron y mayoritariamente optaron por el ausentismo como muestra de insatisfacción del rumbo económico, en particular la situación de restricción de ingresos”.

Volver al contrato electoral

Santiago Giorgetta, de Proyección, también marca las tensiones en coalición oficialista y coincide con López en los desequilibrios entre poder de decisión y poder de voto. “El Frente de Todos, desde hace ya varios meses se encuentra en un estado de tensión muy fuerte donde el espacio que más votos aporta a la coalición gobernante no tiene capacidad de incidir en la toma de decisiones sobre el rumbo de la economía, mientras que el espacio que tiene el control del gobierno cree que el kirchnerismo es un obstáculo en la búsqueda de la moderación y el consenso. El acuerdo con el FMI dejó al Frente de Todos al borde de la ruptura. Es una ruptura de palacio porque lo que primero que se rompió fue el contrato electoral asumido en la campaña del 2019. El Frente de Todos, si quiere ser competitivo en 2023, debe recomponer el contrato electoral que le permitió volver al gobierno. Y, para hacerlo, tiene que recomponer salarios y profundizar un modelo redistributivo de ingresos”.
Por Raúl Kollmann para Página/12

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