"No tuvieron compasión, hasta el último momento le dijeron 'negro de mierda'", dijeron Graciela Sosa y Silvino Báez. Turistas y vecinos de Villa Gesell comprometidos con la causas se acercaron al lugar para acompañarlos. Por la tarde se realizará un acto interreligioso.
Graciela Sosa y Silvino Báez pisaron por primera vez en Villa Gesell el sitio exacto donde hace dos años un grupo de rugbiers mató a su hijo, Fernando Báez Sosa. Alrededor de las 13.30 de ayer, llegaron al árbol devenido en altar ubicado en la Avenida 3, frente al boliche Le Brique, que se encuentra cerrado. Graciela lleva dos macetas que contienen flores amarillas. Se arrodilla. Las coloca frente a una bandera que dice “Justicia por Fernando”. Ambos permanecen un rato de rodillas. Luego piden "Justicia" y una "pena ejemplar para los culpables". Por la tarde, a las 19, se realizó un acto interreligioso en ese mismo lugar.
"Cuando llego a este lugar veo la imagen que lo patearon sin piedad. No tuvieron compasión, hasta el último momento le dijeron 'negro de mierda'", expresa Graciela. “Esto es difícil desde el primer momento que llegamos. Es como venir a buscar a Fernando, como la otra vez que vinimos y lo llevamos en un ataud”, dice, por su parte, Silvino.
Turistas y vecinos se acercan a acompañarlos. Hay unas 50 personas. El día estaba nublado. Rezaron el Padre Nuestro. Las cámaras de televisión sseguían el acontecimiento. Una vez finalizada la oración, Graciela golpea el piso, se larga a llorar y expresa "Justicia por mi hijo". Quienes acompañan responden: "Fernando presente" y "perpetua para los asesinos".
“No la estamos pasando bien, hace dos años que estamos así, tratando de pedir justicia y sacando fuerza desde donde no hay. Venir acá es levantar un poco de fuerza, estar fortalecidos para que cuando llegue el juicio estemos de pie”, dice Silvino mientras abraza a su esposa. El juicio se iniciará en enero de 2023. “No es nada fácil. Cada día que pasa es peor. Lo extrañamos demasiado a Fernando, él era todo para nosotros. Se cumple un año más de su asesinato, con la fuerza de nuestros amigos que nos están cuidando tratamos de salir adelante", añade el papá de la víctima.
“No existe día en que no deje de llorar a mi hijo. Lo mataron de una manera tan cruel y estar en este lugar en donde él estuvo por última vez con vida es muy fuerte para mí. Es muy doloroso; no se lo deseo a ninguna madre”, expresa Graciela. “Falta un montón (para el juicio), es un calvario para mí. Sólo espero que podamos estar fuertes con Silvino para apoyarnos y seguir adelante, que es nuestra misión, estar fuertes, de pie para seguir pidiendo justicia". Reclama que "esto no vuelva a suceder a ningún chico", porque "todo chico merece ir a divertirse y volver sano a su casa".
Como en otras oportunidades, asegura que tanto ella como su esposo están "muertos en vida".
"Nada tiene sentido para nosotros desde el día que perdimos a mi hijo. La nuestra ya no es vida. Uno sigue porque respira", agregó.
Los papás de Fernando llegaron a Gesell el domingo en un micro de larga distancia y se hospedaron en la casa de los padres de un amigo del colegio primario de Fernando.
Durante la madrugada también fueron al altar, a la hora exacta en la que murió su hijo. "Era impresionante la cantidad de policías que había. Eso me dio bronca porque pensaba que si hubiera habido esa cantidad no hubieran matado a Fernando", sostuvo Graciela. Después de rezar se volvieron "enseguida": es que ella comenzó a "temblar". Se le aparecían las imágenes que había visto en los videos; se hundió en una "tristeza muy grande de explicar". Por la mañana fueron a la playa.
El acto
El altar fue reacondicionado para su llegada. El lunes, las mujeres de Justicia por Fernando-Villa Gesell y personas comprometidas con la causa que viajaron desde Buenos Aires lo estuvieron preparando para el homenaje.
Entre las fotos de Fernando, hay un cartel azul con la leyenda “2 años sin Fer” y otro que dice “Justicia es perpetua”. Abajo hay una bandera: “Justicia por Fernando”.
Contiene ahora flores nuevas y todas las ofrendas que los turistas fueron dejando, luego de que una nena de diez años colocara aquí una carta.
El acto interreligioso que se realizó por la tarde contó con cinco referentes de diversas religiones: la católica apostólica, la anglicana, el judaísmo, la musulmana y la mormona. El lema fué "Amor para todos, odio para nadie".
El juicio
Por el crimen del joven se encuentran detenidos Máximo Thomsen (22), Ciro Pertossi (21), Luciano Pertossi (20), Lucas Pertossi (22), Enzo Comelli (21), Matías Benicelli (22), Blas Cinalli (20) y Ayrton Viollaz (22), quienes serán juzgados a partir del 2 de enero de 2023 en los tribunales de Dolores.
Actualmente, los ocho acusados permanecen alojados en la Alcaidía de Melchor Romero, donde están encerrados casi todo el día y son repudiados por la población carcelaria.
Según la fiscal de Villa Gesell Verónica Zamboni, quien instruyó la causa, los ocho rugbiers "acordaron darle muerte" al joven estudiante de derecho, y para ello "previamente, distribuyeron funcionalmente sus roles", luego de que "minutos antes, al encontrarse en el interior del local bailable, tuvieran un altercado" con él, "quien se encontraba acompañado con su grupo de amigos".
El episodio fue registrado por cámaras de seguridad y de teléfonos celulares de testigos, por lo que los sospechosos fueron identificados y detenidos horas más tarde en la casa que alquilaban, a pocas cuadras del lugar. También fueron pruebas clave el análisis de los chats y los videos hallados en los celulares de los propios imputados y donde se hallaron mensajes como el de Lucas Pertossi anunciándole al resto que Fernando "caducó", o las pericias que encontraron sangre de la víctima en prendas de vestir de alguno de los rugbiers.
Los ocho acusados afrontan cargos por "homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas", delito que prevé la prisión perpetua.
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