El impresentable presidente fue acusado de incitar el asalto al Capitolio ocurrido el miércoles pasado, en el que murieron 5 personas, y por segunda vez en su mandato será sometido a este proceso. La aprobación superó con creces los 218 votos necesarios y 10 congresistas republicanos votaron junto con los demócratas. Si el Senado lo encuentra culpable, podría quedar inhabilitado a futuro para ocupar cargos públicos.
En tiempo récord, la Cámara Baja del Congreso de Estados Unidos aprobó, con el apoyo de la mayoría demócrata y un puñado de legisladores republicanos, la apertura en el Senado de un segundo juicio político contra el presidente Donald Trump, una decisión inédita en la historia del país y a solo siete días de la asunción del mandatario electo, Joe Biden.
Tras una sesión tensa que terminó con un maratón de discursos de hasta 30 segundos para permitir que la mayor cantidad de congresistas, a favor y en contra, y con una pasión poco común, se expresaran, la Cámara Baja aprobó por 232 votos a favor y 197 en contra la acusación por el cargo de "incitación a la insurrección" durante el ataque al Capitolio que protagonizaron miles de sus simpatizantes la semana pasada.
La aprobación superó con creces los 218 votos necesarios y 10 congresistas republicanos votaron junto con los demócratas -algo que no había pasado en 2019 en la apertura del primer juicio político-, uno de ellos, Liz Cheney, hija del exvicepresidente de George Bush, Dick Cheney, y la actual número tres del partido en la Cámara Baja.
El texto de cuatro páginas con la acusación de juicio político se centra en las denuncias sin fundamento de Trump de fraude en las elecciones del 3 de noviembre y su discurso del 6 de enero alentando a sus partidarios a marchar al Congreso, horas antes de que estos irrumpieran en el Capitolio, se enfrentaran con la policía, sembraran el caos y lograran suspender por unas horas la proclamación oficial de la victoria electoral de Biden.
A diferencia de lo que sucedió a finales de 2019, cuando la mayoría demócrata aprobó el primer juicio político a Trump en la Cámara Baja, esta vez el debate duró menos de una jornada entera, los discursos por momentos fueron tan cortos que se limitaron a proclamas encendidas y no hubo testigos ni audiencias públicas previas.
La mayoría de los republicanos se quejaron de este apuro y los demócratas argumentaron que, por un lado, una investigación no era necesaria porque todos vieron en vivo el caos y la violencia de la semana pasada, y, por otro, la continuidad de Trump en el poder representa "un peligro claro", según alertó la presidenta de la cámara, Nancy Pelosi.
Cuando la aprobación de la apertura del segundo juicio político contra el presidente ya parecía inminente, Doug Andres, el secretario de prensa del jefe de la bancada mayoritaria del Senado, Mitch McConnell, anunció en Twitter que el Senado recién será convocado después de su actual receso el martes 19, es decir, apenas un día antes de la ceremonia de investidura de Biden.
Tras anunciar ese gesto, que terminó de despejar la posibilidad de una destitución rápida de Trump, McConnell profundizó la posición ambigua que mantiene desde que el mandatario no acepta su derrota y denuncia sin pruebas un fraude electoral.
"Si bien la prensa ha estado llena de especulaciones, no tomé una decisión final sobre cómo votaré (en el juicio político) y pretendo escuchar los argumentos legales cuando se presenten en el Senado", le informó McConnell a sus compañeros de bancada.
Aún si algunos senadores republicanos podrían votar en contra de Trump en este nuevo juicio político, parece poco probable que la oposición demócrata consiga la mayoría especial necesaria para destituirlo.
Sin embargo, la situación no es igual a la de principio de 2020 cuando Trump fue absuelto en el primer juicio político. No solo muchos de los senadores republicanos que votarán en contra fueron críticos del presidente por su actuación antes y durante el ataque al Congreso, sino que además Trump llega debilitado a este eventual impeachment, tras haber perdido las elecciones de noviembre pasado y también la mayoría republicana en el Senado, en dos recientes balotajes en el estado de Georgia.
Con ese escenario de fondo y ante una creciente militarización del Congreso y de la capital estadounidense por temor a nuevas protestas y caos en la asunción de Biden, Trump llamó, por primera vez, a evitar nuevos actos de violencia.
"En vista de los informes sobre nuevas manifestaciones, les digo que no debe haber violencia ni se debe violar la ley ni cometer vandalismo de cualquier tipo. Eso no es lo que yo represento y no es lo que representan los Estados Unidos. Llamo a todos los estadounidenses a ayuda a bajar las tensiones y calmar los ánimos", aseguró el mandatario en un breve comunicado publicado por la Casa Blanca.
El temor a un nuevo ataque o nuevas escenas de violencia es tal que el Departamento de Defensa autorizó hoy el uso de armamento por parte de los 15.000 miembros de la Guardia Nacional desplegados en Washington para garantizar la seguridad del Capitolio durante el debate del juicio político, según informó el capitán Chelsi Johnson, vocero de la Guardia Nacional en la capital.
Desde ayer a la mañana se podían ver en algunos pasillos secundarios del Capitolio a decenas de miembros de la Guardia Nacional vestidos en camuflaje durmiendo o descansando en el suelo, una imagen que describe el clima que se vive en Washington en los días previos a la asunción de Biden.
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